Inflación: expectativas empresariales
Los empresarios consultados por el Instituto Nacional de Estadística en julio anticipan una inflación de 5,5% para este año, lo que implica una corrección a la baja de cinco décimas con relación al relevamiento realizado en junio.
Esta nueva moderación de las expectativas empresariales está en línea con las nuevas proyecciones recogidas por el Banco Central del Uruguay entre los analistas económicos, que también ajustaron a la baja la trayectoria esperada de los precios al consumo para este año (de 5% a 4,7% entre junio y julio).
De esta manera, las expectativas inflacionarias de los distintos agentes económicos continúan incorporando un escenario de menores presiones para los próximos meses, aunque todavía no terminan de alinearse con la meta puntual del 4,5% definida por la autoridad monetaria y que opera como la referencia para los incrementos del poder de compra previstos en los lineamientos salariales del Poder Ejecutivo: 4,3% para los trabajadores nucleados dentro de la primera franja (que son quienes perciben ingresos nominales de hasta 38.950 pesos) durante los dos años del convenio y 2% para los que pertenecen a la segunda franja (que comprende a los trabajadores con ingresos salariales de entre 38.951 y 165.228 pesos).
Además, tanto empresarios como analistas esperan una aceleración de la inflación durante el año que viene. En ese sentido, los empresarios prevén una inflación del 6% para los próximos 12 meses, mientras que los analistas proyectan un incremento de los precios del 5% al cierre de 2026.
Actividad: mejora la confianza del consumidor
Según el indicador elaborado por Equipos Consultores y UCU Business School, la confianza del consumidor mejoró durante junio, revirtiendo parcialmente el retroceso acumulado durante los meses previos. En ese sentido, el indicador permanece dentro de la zona de “moderado optimismo”, en línea con lo que viene ocurriendo desde agosto de 2023.
En la comparativa bimestral, el avance del índice de confianza fue de 0,5 puntos, producto de una mejora en dos de las tres dimensiones que componen al indicador: la percepción de los consumidores en torno a la situación del país y su mayor predisposición a la compra de bienes durables (como automóviles y vivienda). En contraste, con respecto a la medición de abril, se relevó un mayor pesimismo en la órbita de la situación personal.
En términos interanuales, no obstante, el índice de confianza del consumidor cayó 2,5%, arrastrado por la contracción de los tres subíndices considerados. En ese marco, el retroceso fue mayor en el caso de la evaluación que hacen los consumidores sobre la situación del país, cuya caída más que triplicó la registrada por las otras dos dimensiones.