Todo comenzó cuando en un taller con padres los estudiantes leían los cuadernos de lectura y escritura de sexto año y vieron una imagen de Charles Chaplin entrando a un cine. “Surgió un gran entusiasmo entre los padres y los niños para saber sobre el cine, cómo era antes, cómo se hace una película. Los niños decían que antes las películas debían ser muy aburridas, porque eran en blanco y negro y mudas”, comentó Lilibel Pintos, maestra de la escuela 43 de Artigas, el viernes ante los asistentes a la Escuela de Invierno de Fundación Ceibal. Pintos presentó la experiencia acompañada por dos de sus estudiantes, la madre de una de ellas, la coordinadora audiovisual del departamento y Claudia Brovetto, coordinadora de la Red Global de Aprendizajes.
Con esas inquietudes sobre el cine mudo como guía, la maestra diseñó un plan para trabajar en torno a tres competencias: colaboración, uso de tecnología y creatividad. El trabajo es parte de lo que impulsa la Red Global de Aprendizajes, que integra la escuela 43. Brovetto resumió que la experiencia muestra “una forma diferente de enseñar y aprender, porque no se apoya en la memorización, en la repetición de conocimientos; porque pone al estudiante, sus intereses y necesidades en el centro; porque integra a padres y especialistas; porque hace un uso avanzado de las tecnologías y porque integra conocimientos aplicados y competencias para la vida”.
Valentina y Rocío, dos de las estudiantes del grupo, que ahora ya están en primer año de liceo, acompañaron a la maestra desde Artigas a la presentación de la experiencia, que se llevó a cabo en la Torre de las Telecomunicaciones. Valentina contó que empezaron a trabajar leyendo sobre “cuándo surgió el color en el cine, el sonido”. “Empezamos a mirar cortometrajes de Buster Keaton y Charles Chaplin, después miramos varios géneros: romance, acción, ciencia ficción, documental”, agregó. La maestra propuso entonces hacer un cortometraje, y decidieron que fuera sin sonido.
Lorena Rodríguez es coordinadora de Cineduca en el Instituto de Formación Docente de Artigas y trabajó con el grupo en la elaboración del cortometraje. “En la escuela, por lo general, se trabaja el cine mediante el visionado, para generar debates en torno a un tema curricular, pero en esta ocasión tratamos de pensar en la producción”. Contó que los chiquilines “tuvieron que pensar qué historia contar, y la creatividad entra en cómo contar y qué recursos usar para impactar, para provocar emociones o determinados sentimientos”.
Para definir el tema, estudiantes y padres formaron grupos y presentaron ideas. Uno de los grupos denunció una situación: los varones no dejaban jugar al fútbol a las niñas en la cancha. “Hasta ahora pasa eso, que los varones no dejan jugar a las niñas, y eso para mí está mal, porque todos los niños tienen que jugar juntos, tienen que compartir”, resumió Valentina. La historia del corto, que se puede ver en Youtube, muestra cómo los varones no dejan jugar al fútbol a las niñas y cómo, a partir de encontrar un spinner en los alrededores de la cancha, todos, varones y niñas, terminan jugando juntos. “Los padres querían usar algo antiguo, algo con lo que jugaban los abuelos, bolitas o un trompo, pero no nos decidíamos; entonces pusimos el spinner”, contó Rocío.
Escuela de invierno
La presentación de la escuela 43 de Artigas fue durante la jornada abierta de la segunda edición de la Escuela de Invierno de Educación y Tecnología, que este año tuvo como nombre “Repensando la educación en la era de la tecnología digital”. La escuela reunió, del 4 al 8 de junio, a investigadores de Uruguay y del exterior, estudiantes de posgrado, docentes y responsables de políticas públicas. Organizada por la Fundación Ceibal, el objetivo es compartir experiencias de innovación, y reflexionar sobre ellas en formato taller, y a su vez contar con la experiencia de conferencistas internacionales. Este año participaron, entre otros, Vijay Kumar, director ejecutivo del Abdul Latif Jameel World Education Lab, y Jacob Whitehill, del Instituto Politécnico de Worcester.
Rocío dijo que tuvieron que pensar “todo: la vestimenta, el lugar, la hora, la luz, la forma en que íbamos a actuar”. Valentina aseguró que esto último “no fue fácil”. “Teníamos que hacer los actos sin reírnos, sin llorar, mostrando sólo una expresión seria y haciendo los movimientos para que las personas entiendan lo que estábamos tratando de transmitir”, contó. Andrea Larronda, la madre de Rocío, contó que fue una experiencia muy linda: “Ellos estaban contentos, porque llevaban el trabajo a la casa para que nosotros los ayudáramos, compartían la computadora, intercambiamos ideas”. La maestra explicó que se usó la tecnología durante todo el proceso, “mediante realizaciones de gráficas, encuestas, tabulación de datos”. “Evaluamos por medio de la plataforma CREA, donde cada niño pudo poner sus puntos de vista, cómo vivió ese proceso, qué aspectos le gustaron, agregó”. Además, en la herramienta Powtoon los niños hicieron una presentación animada sobre el proyecto.
Cambiar la planificación
Lilibel también contó cómo fue la experiencia de someter su proyecto a la moderación de la Red Global de Aprendizajes, un proceso en el que un docente comparte su proyecto con otros docentes, que valoran la experiencia y hacen comentarios constructivos: “Tomé esas sugerencias, todas, y volví a reformular mi plantilla”, mencionó la maestra. Para Lilibel, el mayor cambio al implementar esta forma de enseñar se nota en la planificación: “No tenemos que hacer más planificaciones previas a los proyectos; tienen que ser planificaciones a la par, acompañando el proyecto, puesto que no sabemos qué rumbo va a tomar. Nos metemos en un proceso de investigación y no sabemos qué caminos va a tomar, qué va a surgir”. Recordó que en el caso del proyecto del cortometraje, cuando llegaron al proyecto final, a tener el corto terminado, “nos dimos cuenta de que el proyecto recién había comenzado, porque surgieron nuevas propuestas, nuevos intereses: de seguir filmando, de seguir investigando, de mejorar lo que habíamos hecho. Este año sumamos a las practicantes en este desafío, y estamos trabajando en una propuesta sobre derechos humanos en la que están involucrados los padres, los niños y todos los que quieran aportar”. “Trabajar así es fascinante; no es una cosa aburrida, lineal, es flexible y cambiante”, aseguró la maestra artiguense.