Educación Ingresá
Educación

Darío de León.

Foto: .

Qué es el estrés docente y cómo prevenirlo

6 minutos de lectura
Contenido exclusivo con tu suscripción de pago

La docencia es un trabajo de riesgo para contraer estrés y síndrome de burnout, según especialistas.

Contenido no disponible con tu suscripción actual
Exclusivo para suscripción digital de pago
Actualizá tu suscripción para tener acceso ilimitado a todos los contenidos del sitio
Para acceder a todos los contenidos de manera ilimitada
Exclusivo para suscripción digital de pago
Para acceder a todos los contenidos del sitio
Si ya tenés una cuenta
Te queda 1 artículo gratuito
Este es tu último artículo gratuito
Nuestro periodismo depende de vos
Nuestro periodismo depende de vos
Si ya tenés una cuenta
Registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes
Llegaste al límite de artículos gratuitos
Nuestro periodismo depende de vos
Para seguir leyendo ingresá o suscribite
Si ya tenés una cuenta
o registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes

Editar

40% de las inasistencias de docentes en 2017 fueron certificaciones por enfermedad, según los datos del último Informe del Estado de la Educación en Uruguay del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineed). Según el informe, en el caso de los maestros 28,7% de los días de certificación por enfermedad se debió a motivos psíquicos, mientras que 12,8% correspondió a padecimientos relacionados con los huesos, articulaciones y músculos; el Ineed señala que “las certificaciones por afecciones psíquicas y osteomioarticulares aumentan con el transcurso del año lectivo, lo que evidencia el desgaste producto del avance del año”. En la Facultad de Psicología de la Universidad de la República trabajan con los docentes de primaria, tratando de prevenir y reducir el estrés. Darío de León, docente del Instituto de Psicología, Educación y Desarrollo Humano de la facultad, está a cargo de un curso de educación permanente que actualmente reúne a 30 profesionales de la educación, para analizar el desarrollo de su profesión y brindar herramientas de manejo del estrés. Sobre estos temas conversó con la diaria.

“La función docente genera mucho desgaste, está expuesta a muchos riesgos psicosociales, como el estrés o el síndrome de burnout”, comentó De León. El profesional explicó la diferencia entre ambos términos: “Todos tenemos estrés, y eso no es de por sí malo, es algo que genera una respuesta psicofisiológica a un determinado estímulo. El problema es cuando ese estímulo desborda la capacidad de respuesta. El estrés es entendido como un desbalance entre las demandas del medio y la capacidad de respuesta frente a esos estresores. Hablamos de burnout cuando esta situación se cronifica, es decir, cuando los síntomas perduran por lo menos seis meses, y esto no es algo que le pasa a cualquier trabajador, sólo sucede en los casos de personas que trabajan en relación con otros, por eso es muy común en la educación y la salud”.

Desde 2008 el equipo de la facultad investiga por qué los maestros se enferman y contraen el síndrome de burnout en una proporción tan alta. Comenzaron su trabajo con una hipótesis: “Los maestros que trabajan en contexto crítico tienen mayor riesgo de contraer este síndrome que aquellos maestros que trabajan en contextos altamente favorables”, pero esa idea se derrumbó. “Todos los docentes que participaron en un estudio cualitativo que hicimos comparando instituciones de contexto altamente favorable públicas, como las escuelas de práctica, y aquellas instituciones que se llamaban de contexto crítico, demostraron lo que la literatura expresaba: el ejercicio de la profesión docente es complejo, genera múltiples demandas y no importa tanto el contexto”, afirmó el psicólogo.

Dimensiones del burnout

  • Alto cansancio emocional: “Esa sensación de agotamiento crónico; todos tenemos un día en el que no podemos más, pero básicamente si lo tenemos por seis meses, ir a trabajar se vuelve una angustia”.
  • Alta despersonalización: “Se relaciona a un desgaste por empatía. Cuando vemos maestros con comportamientos no empáticos, que describen al niño como una cosa desafectivizada, estamos ante una despersonalización”.
  • Baja realización personal: “Es cuando los docentes sienten que su trabajo no vale para nada, que sin importar lo que hagan no van a cambiar nada”.

Uno de los factores que hace que los docentes sean una población de riesgo para el estrés y el burnout es que “en Uruguay el magisterio está muy asociado al apostolado: el maestro todo lo tiene que dar, tiene que servir y tiene que aguantar. La categoría de trabajador queda por fuera”, según De León, y agregó que “el mito del apostolado está reforzado por la perspectiva de género. Ningún ser humano puede con tres cosas a la vez, aunque sea mujer, pero es algo que las maestras tienen aprendido”.

¿Por qué se estresan los docentes?

“El maestro es el que padece el estrés, pero no es el responsable de esa situación”, detalló De León. Hay varios riesgos a los que están expuestos los docentes en su ejercicio laboral y entre ellos hay cuatro dimensiones que se analizan desde el campo de la psicología laboral. “Estas dimensiones tienen que ver con las condiciones y medioambiente de trabajo. No es una causa individual, es sistémica. Es cierto que cada persona interpreta un determinado estímulo, pero ese estímulo parte de las condiciones generales en las que se desarrolla la tarea”.

La primera dimensión que deteriora las condiciones de trabajo es la desvalorización social del rol docente: “Es una profesión que está devaluada, no sólo por el salario, sino también por el imaginario social. Eso impregna al docente”, señaló De León. Otra dimensión son las condiciones ergonómicas: “A los maestros no se les forma ni se tiene elementos para evaluar cómo manejar sus cuerpos, cómo manejar la voz, cómo levantar a niños pequeños. Gran parte de las inasistencias tiene que ver con esta dimensión de aspectos invisibilizados; se cree que el docente enferma porque es débil, porque no tolera el estrés, pero hay una serie de condiciones que hacen al medioambiente de trabajo y entre ellas las ergonómicas no suelen ser consideradas”, precisó.

La tercera dimensión que afecta el trabajo de los docentes es el diseño de la tarea. Esto se ve reflejado principalmente en las horas no pagas por las tareas extra aula, como la planificación, pero también en otras situaciones. “Tiene que ver con cómo se distribuyen las cargas del trabajo: un maestro que trabaja a tiempo completo, ocho horas, almuerza con los niños, por lo que sigue trabajando: ¿cuándo tiene la media hora?”, reflexionó De León. Otro factor que hace a la organización es la falta de autonomía para tomar decisiones relacionadas con su trabajo: “El sistema latinoamericano está estructurado de una manera jerárquica, los maestros sienten que no tienen la libertad de usar la opción didáctico-pedagógica que quieran. La autonomía docente es algo que escasea y es un estresor más en las prácticas cotidianas”.

La cuarta dimensión es psíquica: “El docente tiene que poder empatizar con el niño o adolescente con el que está trabajando. Hay determinados aspectos a nivel psicológico que despliegan una serie de mecanismos de regresión, el maestro tiene que, de alguna manera, intentar leer la emoción y el afecto de ese niño de tres o cuatro años. Eso hace que se genere un mecanismo de vulnerabilidad”, explicó De León. Al igual que en las dimensiones anteriores, la formación profesional no es suficiente: “Está circunscrita a aspectos didácticos y pedagógicos, pero estas otras dimensiones necesarias para cubrir la función, como es lo emocional, no están contempladas”, precisó.

Sobre la formación docente, De León dijo que sus expectativas están puestas en la Universidad de la Educación: “Estoy convencido de que se incorporarán estos temas. La educación emocional debe ser un contenido para que el maestro trabaje con los niños, pero también para que reflexione sobre su propio trabajo, porque él es su herramienta. Las estrategias de autocuidado y visualización de los riesgos psicosociales deben ser parte de la nueva malla curricular”.

Factores protectores

Para prevenir el burnout se tiene que dar una conjunción de herramientas “individuales, organizacionales y colectivas”, comentó De León, y agregó: “No hay recetas. El estrés se despliega y desarrolla en función de los estímulos y de las personas, pero lo que sí sabemos es que el docente que puede analizar su práctica en equipo y puede entender su función no solamente dentro del aula, sino también como trabajador, tiene menos elementos para poder contraer cualquiera de estos riesgos”. “El trabajo en equipo es la mejor herramienta de autocuidado que puedan desplegar”, resumió.

En el curso de educación permanente que trabaja estos temas, los psicólogos tratan de “desmitificar el rol, decirles que son trabajadores que tienen derechos y resaltarles las características y exigencias de su profesión”. La primera herramienta que presentan es justamente un espacio para poder reflexionar sobre esta condición de trabajador docente, para desde allí evaluar las experiencias de cada uno y analizar el contexto organizacional en el que están.

Luego se concentran en identificar dónde está el desgaste: puede estar en el vínculo con la tarea, con los compañeros, con los niños, con las familias o con el propio sistema educativo. “Cuando identificamos el desgaste lo podemos empezar a caracterizar, y a partir de allí evaluamos cuáles son las estrategias que despliega el colectivo para trabajarlo”, puntualizó De León.

Mindfulness: herramienta de autocuidado

En el curso de este año decidieron incorporar el mindfulness como una herramienta para trabajar en la atención plena. “Mindfulness significa prestar atención de forma deliberada al momento presente, elegir prestar atención a la realidad, con aceptación y sin juzgar”, explicó en diálogo con la diaria la licenciada en Psicología y en Educación Inicial Andrea Mihura, que trabaja en este curso junto a De León. “Planteamos esta herramienta como parte de los recursos a los que pueden apelar los docentes en situaciones de estrés, que sabemos que suceden regularmente”, destacó Mihura.

De León definió esta práctica como “una herramienta de reducción de estrés, que utiliza técnicas de meditación con el objetivo de desarrollar la atención plena en una sola cosa”. Según señaló, trabajan con los docentes para que puedan usar la concentración plena en reconocer sus emociones sin evadirlas y responder a ellas.

En pocas palabras, la práctica de mindfulness implica tomar conciencia de lo que se está haciendo y pensando. Normalmente la mente pasa por distintas imágenes de un momento a otro; cuando las personas son conscientes de lo que están pensando pueden aislar esas imágenes y reflexionar sobre ellas, una a una. Los efectos de esta práctica son la concentración, la serenidad y el aumento de la comprensión de lo que está sucediendo. Se trabaja con la respiración y con estrategias de meditación que lleven a la atención plena de lo que está pasando.

Mihura aclaró: “Para los docentes hay muchos beneficios, porque tienen la particularidad de tener que estar en muchas cosas a la vez. A través del mindfulness enseñamos otra manera de responder a situaciones de estrés: cuando estamos en piloto automático reaccionamos, mientras que con el mindfulness respondemos. Es una herramienta para anclarnos en el momento presente y poder responder a nuestras tareas”.

¿Tenés algún aporte para hacer?

Valoramos cualquier aporte aclaratorio que quieras realizar sobre el artículo que acabás de leer, podés hacerlo completando este formulario.

¿Te interesa la educación?
Suscribite y recibí la newsletter de Educación en tu email.
Suscribite
¿Te interesa la educación?
Recibí la newsletter de Educación en tu email todos los jueves.
Recibir
Este artículo está guardado para leer después en tu lista de lectura
¿Terminaste de leerlo?
Guardaste este artículo como favorito en tu lista de lectura