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Escuela rural 73, de Puntas de San Pedro, en Colonia (archivo, abril de 2020).

Foto: Daniel Rodríguez, adhocFOTOS

Laura Duschatzky, especialista argentina en educación, llama a pensar el entorno virtual sin compararlo con el presencial

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Cerró el Foro Nacional de Maestros Comunitarios y Ceibal con una invitación a “hacer una pausa para reflexionar” sobre lo aprendido este año.

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Algo positivo que deja este año de pandemia es la participación de muchos referentes internacionales en distintos ámbitos educativos a través de las ya nada novedosas videoconferencias. Fue el caso de Laura Duschatzky, especialista argentina en educación, que participó con su conferencia “Pensar las escuelas hoy, los desafíos del porvenir”, en el primer foro nacional del Programa Maestros Comunitarios y Ceibal, que se realizó en línea la semana pasada.

Duschatzky es magíster en Educación de la Universidad Nacional de Entre Ríos, licenciada (y profesora) en Ciencias de la Educación de la Universidad de Buenos Aires y docente de Pedagogías de las Diferencias en FLACSO Argentina.

Durante su intervención en el foro organizado por Plan Ceibal y la Administración Nacional de Educación Pública, la especialista señaló que a su entender “enseñar implica enseñar a pensar”, y para eso es necesario, “este año tan difícil y extraño”, convertir “la vivencia” en experiencia. Esto implica pensar en lo que se hizo y darse el tiempo necesario para que la respuesta no sea automática.

Si se piensa rápidamente sobre el impacto de este año en la educación, se suelen “emitir algunas ideas que van a buscar el correlato con las imágenes previas que tenemos. Por ejemplo, vivimos comparando el entorno virtual con el presencial; eso no es pensamiento, pensar es poder hacer un ejercicio con nosotros mismos para no tender a comparar entornos totalmente diferentes”, destacó.

“Los docentes debemos detenernos a pensar en el entorno virtual, si lo comparamos con el entorno presencial no nos damos cuenta de todo lo que nos puede ayudar a desplegar, nos centramos sólo en lo que le falta a uno con relación al otro”, dijo la especialista.

Duschatzky propuso que al finalizar este año lectivo, cada docente “haga una pausa y se deje recorrer por las sensaciones que toman este momento para pensar cuál es el mejor modo de potenciarnos” de cara al año que viene, pero sobre todo como práctica para la vida profesional. Consideró importante que los docentes no olviden que su función es enseñar con un “plus” que no se puede “obtener de ninguna computadora”, y que es eso lo que tiene que llegar a los estudiantes, que se note la diferencia entre pasar o no por una escuela.

“Muchos docentes se sentían realmente agobiados al comienzo de este año, había demasiada necesidad de responder con acciones al momento que nos atravesó. Ahora debemos separarnos de ese momento para no sentirnos agobiados y recuperar el deseo de enseñar. Como docentes debemos legitimar que tenemos algo para ofrecer para el alumno en un mundo lleno de información, legitimemos que estamos para enseñar, y eso implica abrir mundos”, reflexionó.

Duschatzky retomó la metáfora de Friedrich Nietzsche que postula que enseñar es “retirar escombros”: “este es un trabajo permanente, tenemos que poner el acento en lo que podemos hacer nosotros y en lo que el estudiante puede, y en el camino, aceptar las frustraciones. Debemos correr los escombros para ver a nuestros alumnos como paquetes de potencia, que sientan que con nosotros hay algo que se les despliega, el deseo de aprender, crear e investigar, que valga la pena ir a la escuela”.

Para la especialista, entre los desafíos que quedan por delante este año, más allá del contenido por ajustar, está incorporar que es necesario para la práctica docente “leer lo que pasa y ponerlo en palabras; conversarlo con los demás ayuda a reconocer las fortalezas y aceptar las frustraciones”. En este sentido, destacó el trabajo de la red de maestros comunitarios, que permite “sostenerse para animarse a retirar escombros, equivocarse, pensar”.

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