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Graciela Fabeyro y Robert Silva, este lunes, en el Centro de Investigación y Experimentación pedagógica.

Foto: Alessandro Maradei

Directora de Primaria hizo un balance “totalmente positivo” del programa Escuelas de Verano

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Participaron 3.000 niños menos que el año pasado; autoridades atribuyen la baja a la pandemia.

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Leído por Andrés Alba
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Este jueves culminó el programa Escuelas de Verano, que en esta oportunidad convocó a 9.200 escolares. “Hacemos un balance totalmente positivo”, valoró en una rueda de prensa Graciela Fabeyro, directora general del Consejo de Educación Inicial y Primaria (CEIP), y añadió que se cumplieron varios objetivos.

Fabeyro destacó que se logró mejorar los “niveles de equidad a la interna del sistema”, ya que se pudo atender a las poblaciones más vulnerables, pero también señaló que se fortalecieron los aprendizajes que pudieron haber sido comprometidos en el marco de la emergencia sanitaria de covid-19. Si bien el programa estaba orientado a niños de primero, segundo y sexto año, Fabeyro valoró que la institución pudo acoger a todos los niños que se acercaron.

“Toda familia que se acercó a la escuela de verano tuvo su lugar, tuvo su participación. Incluso podemos decir que encontramos muchos niños que ya habían egresado, que no tenían sus aprendizajes comprometidos en sexto y, sin embargo, sintieron que tenían que estar en la escuela, con los distintos apoyos, mejorando el inglés, sus aprendizajes en las áreas de lengua, de matemática, pero sobre todo vivenciando todo lo que implica los espacios escolares”, manifestó.

Para la directora de Primaria, la escuela pública es un lugar “simbólico” y “fundamental” en la construcción de identidades y subjetividades y, en ese sentido, destacó el compromiso de las escuelas y de los equipos que llevaron adelante la iniciativa. “Yo creo que hay que reconocer lo profesional y humano, porque son actos de solidaridad, de ciudadanía, porque sabían que en esos espacios estaba la posibilidad de acoger, contemplar, estar”, apuntó.

Fabeyro explicó que la concurrencia de los niños muchas veces es intermitente, algo común en verano. De todas formas, dijo que las inspectoras de Montevideo, unas de las zonas más comprometidas en la asistencia, reconocieron que en esta oportunidad se pudo mantener de mejor manera los niveles de presencialidad.

Cuando comenzó el programa, el 12 de enero, la Federación Uruguaya de Magisterio-Trabajadores de Educación Primaria manifestó su preocupación por la baja asistencia en las escuelas. Mientras que en esta oportunidad se llegó a 9.200 niños inscriptos, el año anterior habían participado 13.600 estudiantes de la experiencia de Verano Educativo, como se llamaba la iniciativa anteriormente. Fabeyro había explicado en esa oportunidad que la disminución de la asistencia respondía a la pandemia. “La pandemia que estamos viviendo genera ciertas ansiedades, ciertos temores; hay muchas familias que también están sin trabajo en este momento, trasladar a los chiquilines a veces les insume algún costo, y además, si tengo trabajo, recurro a la Escuela de Verano, pero si estoy en casa y puedo ocuparme de ellos, y capaz que hasta me altera la dinámica tener que traerlos hasta la escuela, no lo hago... son decisiones múltiples”, dijo en esa oportunidad a la diaria.

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