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Víctor Pizzichillo.

Foto: Camilo dos Santos

Según el presidente del CFE, postergar cambios curriculares implicaría “desconocer” el trabajo que se viene haciendo desde gobiernos anteriores

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Víctor Pizzichillo explica que en los nuevos planes las materias se definen en función de si aportan “al desarrollo de competencias profesionales del educador”

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Se la suele llamar “la madre de todas las reformas” en educación, porque derrama en el resto del sistema. Los cambios en la formación de educadores son de suma relevancia y, en un proceso de transformación como el que impulsa actualmente la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), están siendo pensados en conjunto con el resto del sistema. Esta semana, el Consejo Directivo Central (Codicen) del organismo aprobó seis planes de estudio que el Consejo de Formación en Educación (CFE) comenzará a aplicar en primer año a partir de 2023. Sobre el contenido de la reforma, las críticas que recibe y la viabilidad de llevar adelante los cambios en el actual contexto de conflictividad, la diaria conversó con el presidente del CFE, Víctor Pizzichillo.

¿De qué manera estos planes servirán para formar a los docentes que apliquen el Plan de Educación Básica Integral (EBI)?

Ningún plan de formación docente forma para un plan en la educación media, porque con ese criterio ninguno de los que nos formamos en los planes anteriores podríamos estar trabajando en este plan que se crea. Los planes apuntan a las formaciones generales de un educador, en cuanto a los contenidos disciplinares, a las destrezas y las actitudes. Los planes de formación en educación están en función de las necesidades que tienen los procesos educativos de la educación básica y el campo profesional donde se van a desempeñar, pero no condiciona.

Sin embargo, estos nuevos planes ponen el foco en las competencias, igual que en la EBI.

Sí, porque se parte de la base de que el estudiante es la misma persona que transita por el sistema, no es que los sistemas transiten por la persona. Eso hace que se piense en una secuencia de tránsito que tenga cierta homogeneidad en cuanto al modelo en el que estamos trabajando, que no quiere decir que el modelo no admita otras opciones. En un modelo competencial justamente se apunta al desarrollo de la competencia para que la persona sea crítica, pueda abordar las diferentes opiniones, teorías, paradigmas, y adoptar después su propia posición. Es a lo que hay que contribuir en el acto educativo.

¿Cuáles son las principales competencias que se buscará desarrollar en los educadores?

Los nuevos planes definen nueve competencias generales de los educadores, no importa en cuál carrera uno se desarrolle. Se anclan en tres columnas: los contenidos disciplinares, los contenidos procedimentales, y los actitudinales. Hemos optado por este modelo teórico -hay otros modelos de planes competenciales- que es más cercano a lo iberoamericano, por la propia historia que tenemos en la educación. Venimos acostumbrados a diseños curriculares por objetivos y contenidos que están prescriptos en una lista muy extensa, por lo general. Eso no asegura que no se traten ni que se traten igual en cada ámbito. Según las características del centro y de los estudiantes, la formación del propio docente, se le da un enfoque.

Sin embargo, hay cuestiones estructurantes que sí o sí se abordan desde el punto de vista de los contenidos. Un plan competencial apunta a que a través de esos contenidos se desarrollen destrezas o habilidades y valores. No es una cuestión nueva, en primera infancia venimos trabajando competencialmente hace más de 25 años; en la administración anterior trabajamos para un marco nacional que estaba esbozando competencias. En la formación docente la propuesta curricular estaba más vinculada a un modelo más francés o canadiense que a uno iberoamericano; esa es la diferencia. Una de las dificultades que teníamos era cómo se aterrizaba al aula. Esta modalidad hace que sus abordajes sean más entendibles.

Algunas de las resistencias tienen que ver con asignaturas del Plan 2008 que dejan de estar o se fusionan. ¿A qué se deben esos cambios?

Esto es el resultado de diez años de trabajo, es un proceso continuo. En 2011 el CFE convocó a que en todos los centros de formación docente se hicieran jornadas de autoevaluación. Estudiantes y docentes se expresaban sobre desafíos y oportunidades que presentaba el diseño curricular vigente en ese momento. Los estudiantes manifestaban que tenían un alto número de asignaturas por año; que entendían que no había interrelación, estaba compartimentado; que tenían demasiadas instancias de evaluación; que necesitaban abordar algunos otros contenidos indispensables para su actividad profesional. Los docentes hablaron de las dificultades para tener un número de horas en un centro, otros reclamaban volver a la hora de 60 minutos en vez de la de 45.

Hubo distintos trabajos de investigación sobre la formación docente de los que surgieron distintos elementos y con eso en 2016 se empezó a trabajar, salió la propuesta que después el Codicen no aprobó en 2019. De ahí surge la propuesta que hoy estamos aprobando. En muchas cuestiones no es una eliminación de asignaturas. Hay contenidos que tienen cierta caducidad, fruto del proceso evolutivo del conocimiento, y hay otros que se hacen indispensables y tal vez antes no lo eran o no existían. Ninguna carrera docente aborda la totalidad de conocimiento, eso es imposible. Siempre se abordan las cuestiones estructurantes. Cuando los planes tienden a ser más interdisciplinares se da la integración de espacios curriculares sin que eso signifique menoscabo en el proceso formativo, porque el enfoque con el cual se abordan los contenidos es distinto. Ni mejor ni peor, es distinto.

En este caso hay algunas unidades curriculares que se han integrado, porque tenemos un límite de créditos para la carrera. En el diseño hay que preguntarse por qué existe una determinada unidad curricular, si es por algo en sí mismo o porque está aportando al desarrollo de competencias profesionales del educador. Dentro de la unidad, los contenidos que tendrá se piensan en vínculo con esas competencias profesionales.

¿Qué tan condicionado estuvo el CFE en este proceso de cambio por las reglas que definió el Ministerio de Educación y Cultura para el reconocimiento universitario de los títulos?

El CFE resuelve sus cosas en el marco de su autonomía, como cualquier institución de educación superior. En el sistema terciario uruguayo hay experiencias por las que instituciones deben adecuar sus diseños curriculares a los parámetros que establecen los marcos de reconocimiento, ya sean internacionales o regionales. En este caso hay un parámetro de calidad que a nosotros no nos cambia en las concepciones de lo que es un docente. Son más bien cuestiones de formalidad las que deben cumplirse para la presentación del requisito. En torno a las cargas horarias, nosotros hemos tenido planes de 4.500 horas reloj. No es un condicionamiento.

Nosotros tenemos nuestros trayectos históricos y el de lenguajes diversos es una innovación, sí, que ya existió en nuestros planes de formación con la misma fundamentación que hoy tenemos. Estamos convencidos de que el fortalecimiento de las cuestiones comunicacionales es lo que favorece el acto educativo, que es un acto de comunicación. Si uno como docente no logra comunicar, es muy difícil que el estudiante logre tener aprendizajes potentes. También implica favorecer lo que corresponde al uso de las tecnologías, al manejo de la lengua española. El dominio del lenguaje es lo que estructura el pensamiento y quien domina mejor su lengua materna seguramente llevará un ­handicap en el proceso de aprendizaje. Hay que fortalecer el uso de la tecnología, que es parte del nuevo ser ciudadano, no sólo de los docentes. Tenemos que potenciar que los mejores sean los docentes.

Más allá de la aprobación de los programas, ¿qué queda por definir antes de que empiecen los cursos?

Es la sexta transformación curricular en formación docente en la cual participo. Todas tienen algunas características similares, generan ciertas ansiedades y preocupaciones, y es natural. En este momento estamos en el proceso de elección de horas, que empezó con la docencia indirecta, en algunos lugares está en marcha la de docencia directa para el lunes y los días siguientes. Luego vendrán las inscripciones de los estudiantes para primero. Después, a los colegas que opten por grupos de primer año les vamos a brindar la oportunidad de tener cursos de actualización en materia formativa, para abordar el desafío que implica un nuevo diseño curricular. Eso no quiere decir que los colegas no estén formados; uno como docente, así como otras profesiones, necesita actualizarse. Pensamos en instancias presenciales para capitalizar las muy buenas experiencias y profesionales que tenemos en la formación docente, también con la participación de algunos invitados internacionales. Que todo eso permita tener un trabajo común. Si uno inicia solo, se encuentra perdido, le cuesta más. Es distinto cuando existe la oportunidad de compartir esas dudas con otros y pensar cómo puedo planificar el desarrollo del curso por el cual opté, y hacerlo de forma integrada. Eso va en beneficio del estudiante.

¿Es posible empezar la elección de horas y las inscripciones a los cursos sin programas completos?

Técnicamente, en un diseño competencial es suficiente con que esté la fundamentación de la unidad curricular y cuáles son las competencias específicas que aspira a desarrollar. La selección de los contenidos debería hacerla el docente. Así sucede en modelos nórdicos, algunos europeos. El tema es que nosotros tenemos una fuerte tradición por la que estamos acostumbrados a que tenemos que tener el listado de contenidos. Ahí hay que encontrar un sano equilibrio. Vamos a hacer un avance más en desarrollar algunos ejes estructurantes de contenidos para cada unidad curricular.

Toda la vida se han hecho elecciones de horas sin programas. En el Plan 2008, en el 2005, en el 1997 de los Centros Regionales de Profesores, y elegimos sin problemas. Incluso los programas muchas veces se van construyendo después. Hay que ver cómo funciona la implementación del primer año y qué es necesario readecuar. Lo que el estudiante sabe cuando se inscribe es que, de primero a cuarto, en este plan tiene las unidades curriculares que están descritas y que apuntan a desarrollar tales o cuales competencias. De hecho nosotros tenemos algunos planes que no tienen programas. No lo digo como algo bueno, estoy dando una explicación.

Un plan de estudios es el 50%, después está la implementación y cómo se va construyendo. Este es un proceso continuo, dinámico y flexible. Los cambios vertiginosos del mundo del conocimiento obligan a que no puedan existir planes fijos; en algunas universidades el plan de estudios es una carilla y ahí está todo, hay diferentes modelos. Eso tiene sus bondades y sus desafíos, no existe el plan de estudios ideal. Como todo plan va a tener sus fortalezas, esperemos que muchas, y cuestiones que habrá que ir mejorando. Seguramente, dentro de diez u ocho años lo dan vuelta todo, porque las necesidades de la sociedad son otras y no todo se puede prever.

¿Qué pasará con los docentes efectivos cuyas materias fueron eliminadas?

Los cursos están asociados a la estructura de las secciones y subsecciones por la cual los docentes elegimos las horas. Por ejemplo, para quien es efectivo en el ámbito pedagógico, si Teorías Pedagógicas está incluida en ese ámbito, la puede elegir perfectamente, como ha pasado siempre en la ANEP. Si es efectivo y la materia está dentro de su campo, la va a poder elegir. Si es una asignatura que no tiene vinculación porque es un aspecto del conocimiento universal que se pretende incluir, se harán los llamados que correspondan, como históricamente sucedió. Nadie va a perder su efectividad.

La semestralización tiene un aspecto pedagógico para el estudiante, porque en una sociedad de la inmediatez los jóvenes pretenden ver rápidamente un logro.

¿Cuál es el plan para que la semestralización de los cursos no afecte las condiciones laborales de los profesores que hoy dan cursos anuales?

La semestralización no es un tema nuevo en ANEP, aparece ya en el Plan 2005 con un grado similar al de ahora, que no todo está semestralizado y no todo es anualizado. La semestralización tiene un aspecto pedagógico para el estudiante, porque en una sociedad de la inmediatez los jóvenes pretenden ver rápidamente un logro. Se concentra el desarrollo de la unidad curricular y permite en corto tiempo tener la posibilidad de aprobar eso. Funciona como algo motivador, que también le permite transitar de una carrera a otra, algo que es muy normal, así como en el mundo laboral es común la rotación.

Desde el punto de vista laboral, trabajamos en una propuesta que el consejo ya tenía desde cuando trabajaba en las carreras de Educador Social, Maestro en Primera Infancia y Maestro Técnico, hay un mecanismo instaurado. Le hemos hecho algunas mejoras para prever el desarrollo de las horas y que la persona tenga un vínculo con el organismo durante todo el año, lo que le da una estabilidad desde el punto de vista funcional y económico. Capaz no está resuelto de la forma perfecta, puede ser, es mejorable, pero creo que hemos hecho un avance interesante en ese proceso que ya venía iniciado.

Hay más horas para los docentes que en el plan anterior. Es mínima la diferencia, pero la destaco de la misma forma que del otro lado se destacaba que era recorte.

Algunos actores del CFE se oponen al contenido y a la forma en que se plantearon los cambios, ¿tener a docentes y estudiantes disconformes no conspira contra la aplicación de los cambios?

Hay algunas cosas que ya están quedando claras. Cuando se decía que era una transformación curricular que iba al recorte de las horas, ha quedado más en evidencia que, al contrario, implica más horas de trabajo docente. El diseño curricular tiene un fundamento académico, pero también cuidó cuestiones laborales, profesionales y atendió a los equilibrios. Es imposible atender lo que cada uno de los sectores quiere. Si todo el mundo va a pedir el doble, no hay currículum que lo abarque, ni aunque tengamos 700 créditos. Hay más horas para los docentes que en el plan anterior. Es mínima la diferencia, pero la destaco de la misma forma que del otro lado se destacaba que era recorte.

Nosotros siempre estamos abiertos a escuchar, a dialogar y a trabajar. La gente va a ser convocada nuevamente como siempre. El plan no lo hicieron externos, lo hicieron docentes que pertenecen a las salas del CFE, se desempeñan en la ANEP. Al menos desde la restauración de la democracia, ninguna transformación curricular ha concitado unanimidades. Estuvo el ámbito de las jornadas institucionales en las que muchos colegas dijeron que no iban a participar. Yo entiendo que no es lo adecuado. Más allá de las diferencias que se puedan tener, a todos nos une que queremos lo mejor para la educación desde diferentes lugares. Las puertas están abiertas para seguir trabajando y hay muchos temas sobre los cuales trabajar.

La metodología de trabajo es una, eso sí. Es participativa, pero hay una dirección. Hay cuestiones que las va a definir la administración como las ha definido, porque necesariamente hay que hacerlo.

Uno de los aspectos que los distintos colectivos han planteado es la necesidad de postergar la aplicación de los cambios para llegar a mayores acuerdos, algo que fue rechazado. ¿Por qué no es viable esperar un año más?

No es viable porque esta concreción es la capitalización de un proceso que viene de diez años. Decir que el tiempo no fue suficiente es negar todo el trabajo que hemos venido haciendo con anterioridad. En las características que tiene el plan, lo competencial estaba definido, la semestralización también y había sido aceptada por diferentes actores, incluida la ATD; la creditización estaba definida de antemano; que se basaba en tres patas -enseñanza, extensión e investigación- también; que teníamos 370 créditos estaba definido. Hay un campo que es nuevo, que es la construcción de la didáctica de la educación superior. También es distinto que se incorpora un trayecto nuevo, donde hay espacios que estaban antes en el equivalente y pasaron a fortalecer el trayecto de lenguajes diversos.

Fortalecimos que exista un curso potente en una segunda lengua, procurando que el estudiante que egrese de la formación docente tenga la posibilidad de certificar un nivel básico de lengua extranjera. Si no les damos esa oportunidad, muchos de nuestros estudiantes no lo pueden hacer por sus medios, porque eso tiene costos. Nuestros estudiantes a veces provienen de los quintiles más desfavorecidos. Acceder a una certificación en segunda lengua les abre nuevas puertas, es un elemento que asegura cierta continuidad en el desarrollo profesional posterior, porque hoy 70% del conocimiento nuevo se publica en inglés inicialmente, y a veces que llegue a traducirse lleva entre siete y ocho años.

Nosotros no preveíamos una unidad curricular vinculada a la didáctica práctica en el primer año, fue un planteo unánime de muchos lugares y fue incorporado. Hemos atendido a diferentes grupos y personas, cada uno hace planteos en su ámbito y algunas cuestiones es posible atender, hay otras que no, porque si se atiende esa situación afecta a otros. Es evidente que a veces no se quede conforme, pero el plan sintetiza el trabajo que hemos hecho los docentes y las salas. Entiendo que a veces no se quiso participar, se pensó que no se iba a concretar. Lo hemos concretado, se va a implementar y el año que viene hay que seguir trabajando; todos van a ser convocados nuevamente.

El año que viene hay que diseñar el segundo año.

Claro, y ahí hay que pensar el tema de la didáctica práctica. Seguramente hay que constituir un grupo de seguimiento de la implementación, donde se vayan recabando elementos de la visión de los estudiantes, los docentes y los equipos de gestión. Eso permite retroalimentar el proceso, mejorar hacia adelante y rectificar lo que sea necesario.

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