Una de las patas más importantes de la transformación educativa que promueve la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) es la reforma curricular. Dicha política ya cuenta con una propuesta de Marco Curricular Nacional (MCN), actualmente en etapa de discusión luego de que lo aprobara el Consejo Directivo Central (Codicen) de la ANEP. El documento, que propone que el sistema educativo forme a sus estudiantes en diez competencias, fue cuestionado por los representantes docentes en el Codicen y por algunos sindicatos, que entre otras apreciaciones plantearon que limita el pensamiento crítico en favor de que los jóvenes logren una rápida inserción en el mercado laboral.
La dirección ejecutiva de Políticas Educativas de ANEP está a cargo de Adriana Aristimuño, quien es la que diseña los cambios. Entrevistada por la diaria, Aristimuño señaló que el enfoque de competencias “obliga a los docentes” a pensar su trabajo en función de los logros de sus estudiantes. Según explica, primero se piensa en las metas y los resultados que se quieren lograr en el proceso de enseñanza y luego en “cuáles son los mejores métodos y contenidos”, además de qué aspectos mirar para estar seguro de que “el aprendizaje ocurrió”. “El centro es lo que le pasa al estudiante y no tanto lo que al docente le gusta enseñar”, resumió.
Además, Aristimuño destacó que el enfoque de competencias permite observar el progreso que un estudiante hace a lo largo de toda su trayectoria en el sistema educativo, y por ello el equipo que lidera está trabajando en la elaboración de progresiones de aprendizaje con los logros que se esperan en cada etapa formativa. En suma, la jerarca señaló que dicho enfoque también “obliga forzosamente a sintonizar más con la realidad circundante”, lo que hace a la enseñanza y la didáctica “más dinámicas”.
¿De qué manera se espera que el enfoque de competencias disminuya la desvinculación de estudiantes?
La desvinculación obedece a muchos factores, pero la propuesta curricular tiene mucho que ver, por ejemplo, por lo contextualizado que esté el currículo a la realidad social y de los estudiantes. Tenemos un problema de desvinculación que no ocurre de manera más o menos regular y permanente, sino que tiene empujes, se concentra mucho en los interciclos: en el pasaje de primaria a media; la repetición, que es un problema del fracaso, se produce muy fuerte en primero de escuela, después va bajando; la desvinculación y la repetición se reitera en primero de enseñanza media; y también hay repetición y desvinculación cuando comienza el ciclo de enseñanza media superior. Una de las expectativas que tenemos con este enfoque es trabajar esa continuidad a través de las competencias y las progresiones. Hay una expectativa de que con esta propuesta vamos a retener más a los estudiantes y a minimizar los escalones tan grandes en los interciclos.
¿Hay evidencia que lo respalde?
Tengo muy presente el ejemplo de Perú, hemos estudiado su reforma curricular, que fue larga y compleja, pero finalmente la concretaron. Ellos han tenido importantes mejoras en PISA, que como toda evaluación no tiene cambios muy abruptos en los resultados. Hay que esperar bastante tiempo para que los aprendizajes mejoren y, en cambio, Perú lo ha logrado en relativamente poco tiempo. Tenemos la expectativa puesta en esa evidencia. El caso de México es bastante similar, ya que ha hecho una transformación importante de la educación media, basada en competencias. El mundo también va en el sentido de las competencias.
¿El MCN tiene un desequilibrio en perjuicio de los contenidos, como ha planteado la representante docente en el Codicen, Daysi Iglesias?
El documento hace un planteo muy integrado entre competencias y contenidos. Hice un video en el que leo una parte que dice: “Los contenidos son fundamentales”. No sé de qué otra manera podemos decir que los contenidos son importantes en un documento en el que planteamos competencias. Es contundente y decimos por qué y cuáles son los contenidos importantes, el famoso STEAM (ciencia, tecnología, ingeniería, arte y matemática, por su sigla en inglés), al que se le van agregando iniciales de otras disciplinas. Los contenidos están en el enfoque, no es una oposición. De repente hay que leer el documento una segunda vez, con más tranquilidad y reflexión. En la segunda lectura quizás ves que los contenidos aparecen de manera bastante contundente y clara. No sé por qué llamarle mixto [como Iglesias reclama], diría que es un enfoque integrado entre competencias y contenidos. Obviamente, las competencias son las que lideran, y, en este sentido, planteamos cuáles son a las que queremos que el estudiante llegue; los contenidos van alimentando ese camino.
En Uruguay la relación entre educación y trabajo suele ser muy discutida, ¿qué implica el MCN al respecto?
El vínculo entre educación y trabajo es parte de pensar la educación de un país. No creo que haya una oposición. Pienso que la historia y la historia de la educación en Uruguay explican parte de los problemas que tenemos hoy. Lo decía Carlos Filgueira, hay una especie de matriz fundacional de la educación secundaria uruguaya que determina que se haya pensado como preuniversitaria y 100% propedéutica. Secundaria todavía no ha podido cambiar esa matriz. Afortunadamente, Uruguay avanzó socialmente, se incorporaron muchísimos sectores que antes no llegaban a esa élite que era secundaria, y son estudiantes a quienes no les interesa ir a la universidad. Porque no están en condiciones socioculturales de ver la necesidad, tienen otras expectativas, otras capacidades, o porque la familia tiene un negocio y precisa una cosa mucho más aterrizada. La educación secundaria no tiene sentido para ellos y es lógico y racional que la abandonen. Ese es el problema que tenemos. Por eso decimos que nuestro currículo es expulsor, creemos que es no pertinente para miles de estudiantes.
Que la enseñanza secundaria se plantee ofrecer algunas herramientas para el mundo del trabajo no va en contra de que luego ese estudiante pueda seguir estudiando, pero que pueda tener elementos de pensamiento computacional, herramientas mucho más potentes, completas, profundas. Hay muchísimos miles de estudiantes que trabajan y estudian, pero a veces tienen que trabajar en algo que no les interesa ni es cercano a sus intereses porque no les hemos ofrecido herramientas para eso. Es un terreno complejo, muy debatido, en el que hay muchos sectores para opinar: el mundo productivo, los sindicatos, la academia, la ANEP. Hemos tratado de tejer esos consensos y de escuchar a muchas personas, porque lo que la educación hace determina mucho el destino del país.
¿Mejorar la relación con el mundo del trabajo no implica renunciar a una educación crítica o liberadora, como se ha planteado?
¿Qué tiene que ver? Son unas oposiciones increíbles. Podés proponer una competencia de pensamiento crítico y a la vez ofrecer herramientas para trabajar, se puede hacer al mismo tiempo. Son posiciones desde una lógica marxista o neomarxista, con una fuerte presencia de lo crítico-liberador, y quizás se ve como que quienes preparan tempranamente a la gente para el trabajo le están cerrando la cabeza y no es así. Se puede hacer a la vez, no es fácil pero se puede.
Con relación a las diez competencias que propone el MCN, ¿no debería haber mayor referencia a dimensiones colectivas y una apuesta por transformar realidades sociales?
La competencia interpersonal es importante, porque empieza por registrar al otro, el tema de la empatía. Muchas de las cuestiones que tienen que ver con lo social empiezan por la empatía. Ojalá tuviéramos más gente empática. En una de las reuniones que tuvimos el año pasado estaba [el comisionado Parlamentario para el Sistema Penitenciario] Juan Miguel Petit, quien decía que en las cárceles se ven muchos de los fracasos del sistema educativo, y la violencia en esos espacios tiene que ver con la falta de empatía. Nadie nace con falta de empatía, se aprende en circunstancias muy críticas y dramáticas, familiares o sociales. La conversación con Petit nos nutre mucho, esos muchachos jóvenes que están ahí son parte del fracaso de la sociedad, no soy de las que piensa que son fracasos individuales. También tenemos una competencia que apunta a la ciudadanía, que es construir con el otro procesos colectivos. Hay varios lugares en las competencias que proponemos para la construcción colectiva.
Las diez competencias
Comunicación, pensamiento creativo, crítico, científico y computacional; una competencia metacognitiva para la reflexión sobre los propios procesos de pensamiento y una intrapersonal para la reflexión de la persona sobre sí misma; a las que se suman la iniciativa, la orientación a la acción, el relacionamiento con los otros y la ciudadanía local, global y digital. Esas son las diez competencias que define el documento del MCN para los estudiantes.
Imagino que debe haber sido difícil definir sólo diez.
Como cualquier documento o propuesta, llega un momento en el que decís “vamos a tratar de concretar y de proponer algo manejable”. A mí también me encantaría abrir [la propuesta] a más competencias, pero el grupo se tomó el trabajo de abrir y cerrar varias veces, llevó meses. Fue un trabajo arduo y una tremenda responsabilidad: decir en qué cosas vamos a formar a los estudiantes de un país. Creo que llegaron a una muy buena síntesis, estoy bastante conforme con el resultado. En mayo nos estamos tomando el trabajo de escuchar, empezamos una serie de reuniones con todos los inspectores del país. El jueves hicimos la primera, en la que recogimos insumos; ayer tuvimos otra con tres comisiones descentralizadas y vamos a seguir. También están las Asambleas Técnico Docentes, las consultas [en línea] a los estudiantes y a los docentes. Vamos a ver en qué sentido lo que llegue son reclamos y propuestas y sugerencias que no están atendidas en la propuesta inicial, para ver cómo las integramos.
¿Cómo se planteó la ANEP la participación docente en este proceso? ¿La estrategia tuvo que ver con la necesidad de que los cambios no se demoren?
Es un tema de estrategia política de cómo se va haciendo la cosa. El modelo de participación es un modelo en el que hay grupos técnicos que elaboran documentos borradores, luego la participación se abre y el documento se consolida. Es un modelo, como hay otros. Pensamos que abrir la participación al estilo congreso educativo no era afín ni a nuestra manera de trabajar ni a ir cumpliendo con plazos. Yo participé del primer congreso de educación y, la verdad, no le vi mucho sentido. No produjo lo que se dijo que iba a producir y muchísima gente que participó se sintió realmente muy poco tenida en cuenta. No es un modelo para nosotros. En este proceso que es tan complejo y tiene tantas aristas, creemos que un insumo técnico inicial es una mejor opción que construir el insumo entre todos desde el principio. Es el modelo que hemos elegido, es opinable, pero la participación está.
Desde la ANEP se ha planteado que la situación de la educación es dramática, alarmante e incluso se habla de fracaso, ¿ello no contribuye con que muchos docentes se sientan atacados y asuman una postura más defensiva hacia los cambios?
Yo diría que es al revés, estamos planteando darles la oportunidad a los docentes de trabajar de otra manera, en la que muchos ya están trabajando, pero en los márgenes de la propuesta curricular actual. Es una oportunidad de tener herramientas nuevas para lograr cosas diferentes. Nunca pensé que el fracaso se deba a los docentes; se debe a muchos factores. Justamente, la reforma curricular tiene mucho que hacer; los docentes están implementando una propuesta curricular que les es dada y hacen lo imposible. Los he visto, estuve muchos años investigando en las aulas viendo las cosas que se hacen. Me gustaba ir a los sectores donde había una conjunción de factores negativos para dar resultados negativos y, sin embargo, se lograban resultados muy positivos. Pero estamos tratando de que el sistema en su conjunto se convierta en algo así como ejemplar. El docente es un factor, pero lejos de estigmatizarlo y culpabilizarlo, lo que estamos tratando de hacer es ofrecerle nuevas herramientas.
Con la propuesta curricular estamos diseñando una formación para este año, que es un tremendo esfuerzo: formar a todos los inspectores, a todos los directores y a los docentes que van a estar implicados en 2023 en el enfoque de competencias. Creemos que vale la pena, justamente para no decirle al docente “esta es la propuesta curricular, hágase”, eso no tiene sentido.
¿De qué forma las definiciones del MCN se pueden llevar a planes y programas?
No hay nada definido ni una agenda oculta, hay algunas ideas. En este momento tenemos trabajando a dos grupos. Un grupo de progresiones [de aprendizajes], que está empezando a trabajar con las competencias iniciales provisorias y va a cerrar su trabajo con el marco definitivo. En julio espero que tengamos las progresiones aprobadas. En paralelo, hay otro grupo que está trabajando en los planes y que no va a decidir nada, está haciendo estudios y va a hacer recomendaciones que se van a presentar al Codicen. Ahí están implicados los directores generales [de Primaria, Secundaria y UTU], que son los directamente responsables de todo lo que viene para adelante, ya que es ahí donde se van a tomar las decisiones. Este equipo va a recomendar sobre los planes, las cargas horarias de los planes, las disciplinas, las formas de evaluación.
¿Se volverá por el camino de fusionar materias?
Tenemos un propósito, que luego se va a plasmar en una resolución, que es no tocar las asignaturas de educación media ahora. Si nos planteáramos discutir asignaturas nos meteríamos en un tema complejísimo, de muchísima presión, porque toca a muchas personas. Creemos que, a la larga, el enfoque de competencias va a determinar cambios en las asignaturas, pero confiamos en que este proceso esté suficientemente bien llevado como para que, madurándolo en el tiempo, ese tema llegue, se ponga sobre la mesa y sea entre deseable y natural hacerlo. Si lo acometemos en el comienzo es una torpeza estratégica y sólo nos vamos a quedar en esa discusión. Ese propósito está puesto sobre la mesa, creo que le va a dar tranquilidad a todo el mundo y el cambio va a poder ir por otro lado, por las metodologías, por las rúbricas, por desarrollar metodologías activas que apunten al logro de las competencias. En ese ensamble entre las asignaturas y las competencias, que es lo que va a pasar ahora, la gente va a trabajar mucho más a gusto y no se va a sentir amenazada, que es parte del problema.
Más o menos en julio, el Codicen se va a expedir sobre los planes, las cargas horarias, las indicaciones y los espacios curriculares abiertos, porque también queremos innovar. Luego viene el trabajo de las comisiones de programas, que ya estamos pensando instalarlas en julio para tener los programas prontos el 15 de octubre, que es el plazo que nos hemos puesto internamente. Los programas son potestad de los subsistemas, no los elabora el Codicen, pero vamos a trabajar de manera mixta entre los subsistemas y lo que se ha ido avanzando a nivel central, para que los subsistemas le planteen al Codicen los programas y finalmente este los apruebe.
Semanas atrás trascendió la renuncia de Isabel Varela, quien lideró el equipo de reforma curricular, ¿a qué respondió y cómo afecta este proceso a la interna de la ANEP?
Isabel decidió un cambió de rol, es todo lo que voy a comentar, ha sido complejo. Vino conmigo desde la Universidad Católica, nos conocemos desde hace muchos años y es de las personas que más sabe sobre currículo en el país. Es difícil prescindir de ella en ese rol, pero, afortunadamente, Isabel continúa vinculada al proceso; va a ser responsable de la formación de los directivos y los docentes en la transformación curricular. Es una desvinculación relativa, porque pasa a otro rol docente desde el que va a contagiar su entusiasmo por todo esto. Por ahora, no hay otra persona en su lugar, estamos fortaleciendo el equipo con diferentes personas que ya estaban integradas al MCN y a las progresiones. Después, andando, veremos cómo reconfiguramos la unidad.
Algunos actores plantearon reparos sobre el rol de organismos internacionales como el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial, ¿qué papel jugaron en este proceso?
El gobierno uruguayo ha estado trabajando con los organismos internacionales en los últimos 35 años, gobiernos de todos los signos. El rol que tuvo es el que le corresponde, ofrecer su apoyo técnico y económico y respetar lo que el país quiere; en todo momento lo hicieron. Ellos propusieron cosas que no quisimos hacer y no las vamos a hacer, nosotros pedimos cosas que queremos y en eso nos van a ayudar.
¿Por ejemplo, qué propusieron que se hayan rechazado?
Propusieron algunas cosas en el área de la evaluación de los centros con las que nosotros no estábamos afines y seguimos nuestro enfoque, pero no hubo problema en que eso cayera. Propusieron cosas con las que sí estábamos de acuerdo, como el tema de la conciencia ambiental en el currículo, que ya lo pensábamos y vino de la mano de la propuesta de uno de los bancos, que es algo totalmente pertinente y lo queremos para el país. No veo por dónde viene la suspicacia.
Se acerca la rendición de cuentas y desde la ANEP ya han planteado que se necesitan recursos para que los cambios funcionen. ¿Tienen estimado cuánto se requiere?
Hay algunas ideas que se manejan al máximo nivel, no es mi órbita, pero por supuesto que sí y enfáticamente necesitamos recursos.
Cambios en la evaluación y el estatuto docente
Además de cambios en planes y programas, desde la ANEP se promoverán modificaciones en la evaluación y los regímenes de pasaje de curso. Sobre los cambios que la pandemia produjo en ese sentido, Aristimuño afirmó que “llegaron para quedarse”. “Los que trabajan con competencias saben que el camino va por el lado de las rúbricas, que son un conjunto de postulados y una propuesta de los diferentes niveles a los que puede llegar el estudiante” en el área en la que se está trabajando, explicó. De todas formas, adelantó que las calificaciones no serán sustituidas por evaluaciones más cualitativas “de un día para el otro”, sino que será una transición. Aristimuño señaló que muchos de estos cambios se implementarán el año que viene en algunos grados y que se evaluará su impacto.
Además, un grupo de trabajo de la ANEP promoverá cambios en el estatuto que rige el funcionamiento de la carrera docente para que, por ejemplo, se valore la innovación que los profesionales de la educación apliquen a su trabajo. Según la jerarca, se buscará ir “hacia un estatus de docente cargo” y, de esa forma, “eliminar la famosa rotación docente”, que, según valoró, ha conspirado contra todas las iniciativas de innovación educativa que los distintos gobiernos han puesto sobre la mesa. “Llegó la hora de buscar una solución a esto y, respetando todos los derechos adquiridos, que los docentes trabajen de una manera más estable, por todas las consecuencias buenas de estar concentrado en un centro: construir una cultura integrada, un proyecto de centro, personalizar a los estudiantes, ir hacia una especie de sociedad compacta de colegas”, definió.
.