“Aumentar los centros educativos con extensión del tiempo pedagógico fomentando articulaciones con instituciones, públicas y privadas, de forma territorial, de acuerdo a las características socio-regionales”, es una de las propuestas planteadas por el Frente Amplio (FA) en sus bases programáticas de cara a un eventual nuevo gobierno. En el último debate presidencial, el candidato Yamandú Orsi sostuvo que, en concreto, se plantea duplicar la cantidad de centros educativos con propuestas de tiempo completo y extendido, con la idea de, en un futuro, llegar al 100%.
La propuesta de extender el tiempo educativo en la escuela y el liceo es uno de los puntos en común con la Coalición Republicana ―aunque mantienen sus diferencias― y uno de los anuncios educativos que más colmaron la agenda durante la campaña electoral.
Gabriel Quirici, profesor de Historia y asesor en Educación del candidato a la presidencia por el FA, Yamandú Orsi, dialogó con la diaria sobre los pormenores de la propuesta y, antes que nada, aclaró: “No quiere decir que los chiquilines van a estar ocho horas todos los días, sino que va a haber una posibilidad de que tengan diferentes formatos escolares: uno de cuatro horas, otro de seis y otro de ocho, pero un tiempo en su centro educativo y también en otros centros articulados con el territorio y el barrio”.
De acuerdo con Quirici, no se trata de un “formato de guardería, sino de un formato creativo”, en el que se genere “un entramado donde cualquier familia pueda saber que la educación pública le ofrece la posibilidad de cubrir saberes, deporte, socialización, arte y ciencia, de calidad, no librado a la oferta privada ni a facilitadores de muy baja formación”.
Para el profesor, “es doblemente un derecho el acceso a todas esas experiencias formativas brindadas por el Estado y es un deber que sea hecho por profesionales de la educación, de la recreación, la educación social, la psicología, o sea, en carácter interdisciplinario”.
¿Qué plantea la propuesta?
La extensión del tiempo pedagógico supone, según Quirici, “que el Estado se haga cargo” de que “la escuela y el liceo sean espacios para que los estudiantes tengan más tiempo para estar acompañados, no necesariamente en horas de clase, sino en espacios formativos, pedagógicos, con profesionales de la educación, para tener la posibilidad de cubrir un espacio que muchas veces las familias lo precisan y hay que recurrir al ámbito privado y pagarlo”.
Quirici explicó que en la actualidad los deportes, las lenguas extranjeras, las actividades de arte y ciencia suelen ser aprendidas fuera del centro educativo público. Por eso, pretenden que todo ello pueda estar incluido en el horario de tiempo extendido y que sea posibilidad de todas las escuelas, liceos y escuelas técnicas de UTU del país.
La base de la propuesta tiene raíz en Carlos Vaz Ferreira y Pedro Figari, entre otras figuras de la pedagogía uruguaya: la perspectiva es, según el profesor, “que los centros sean fortalecidos para que los chiquilines tengan experiencias formativas que van a estar buenas, que no es sólo estar sentados en un aula de la manera tradicional, sino actualizar los formatos pedagógicos, la recreación, la ciencia y el deporte, como clave de la experiencia educativa”.
Aun así, Quirici subrayó que para el FA es importante que la propuesta de extensión horaria sea “opcional” y, por lo tanto, prevén regular “que el currículum sea flexible y que haya algunas cosas obligatorias y otras no”, pero que la oportunidad sea universal.
De una manera similar se comportarán con la alimentación: Quirici aseguró que las diferentes comidas, dependiendo de los horarios del centro educativo, tienen que estar “garantizadas para todos”, pero “con el cuidado de que sea opcional”. “La base tiene que estar, no podemos tener chiquilines que vengan sin desayunar cuando la clase arranca a las 7.00, y después se irá viendo quién precisa y quién no”, afirmó.
En ese sentido, mencionó que ya hay experiencias que tuvieron lugar durante la gestión de gobierno del FA en las que estudiantes de UTU iban a comedores. “En todos los barrios” hay “capacidad de generar una red educativa y mejorar las políticas alimentarias”, sentenció.
La universalización y el trabajo conjunto
Días atrás, el actual decano de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Pablo Martinis, dijo a la diaria que sobre las iniciativas de extensión del tiempo pedagógico la Coalición Republicana plantea una propuesta “focalizada en los quintiles de mayor dificultad social”, donde “parecería estar el techo” de la medida. Sin embargo, concluyó que en el programa del FA “hay una mayor tendencia a plantearlo en términos universales, no solamente en las poblaciones con mayor vulnerabilidad, aunque claramente el comienzo debería ser por ahí”.
Justamente, Quirici remarcó que “la idea es que sea una política global y universal”; “hay un principio vareliano y republicano de que la educación pública tiene que llegar al hijo del doctor y al hijo del peón, de la peluquera y el almacenero, o sea, que va a haber oferta de tiempo extendido pedagógico para los liceos de clase media, las UTU rurales y agrarias y las escuelas de zonas vulnerables”, manifestó.
En ese marco, aclaró que el proyecto tiene “cierto grado de flexibilidad”. Por esa razón, algunos centros educativos que están ubicados en un barrio céntrico quizás no “precisen” que el tiempo extendido sea dentro de la escuela, sino, por ejemplo, en un club deportivo o teatro de la zona.
Por otro lado, agregó que parte de la iniciativa es “reconocerles” a los niños, niñas y adolescentes que hacen actividades deportivas por fuera de la escuela o el liceo, y acreditarlos como parte de la formación. De manera similar se actuará con otras actividades, como robótica o estudios vinculados a la tecnología. “Que puedan desarrollar esas cosas maravillosas y que sean parte acreditable de la formación”, resumió.
Explicó, por otra parte, que la idea es que los vínculos con otras instituciones sean “supervisados y guiados” por referentes comunitarios y un equipo multidisciplinario que siga el proceso de cada estudiante.
Según subrayó, “la ampliación del tiempo pedagógico, del tiempo educativo, no es sólo un tiempo horario, es un derecho para las familias y chiquilines a que tengan mejor experiencia formativa, pero también cambia la calidad del trabajo docente”. Para Quirici, “este es el gran punto, porque en la medida en que tengamos centros educativos con un mayor tiempo pedagógico, tendremos a los docentes no sólo dando clase, sino teniendo tiempo de estar con los chiquilines para acompañar proyectos, campeonatos, salidas didácticas o para resolver una situación de convivencia”.
En este contexto, el esquema que propone el FA es que, además de deportes y talleres, también haya “espacios de tutorías” en dos áreas: “Vinculadas a los saberes y aprendizajes, como idioma español, ciencia e historia, pero también de proyectos de vida, para acompañar al chiquilín un par de horas, ver cómo se siente con un evento deportivo o un escrito en el que le está yendo mal”.
La propuesta de tutorías no sólo será para docentes, sino también para psicólogos o educadores sociales, específicamente en las escuelas y liceos que tengan tiempo extendido. “Esto va a mejorar el ritmo de trabajo: los docentes van a poder elegir una buena cantidad de horas y no sólo de clase”, aseguró. Además, especificó que esto condice con una línea de “profesionalización docente”, en la que también plantean la creación de la Universidad de la Educación, entre otros puntos.
¿Cómo se implementará?
En términos presupuestales, Quirici esgrimió que la duplicación del tiempo pedagógico para el inicio requerirá una inversión del 0,5% del producto interno bruto (PIB), que también incluye otras “políticas sociales de impacto inmediato”, como becas educativas y bonos para los escolares al inicio de las clases.
“Después hay que estudiar cómo se articulan estos nuevos tiempos pedagógicos para abrir la oferta de trabajar más tiempo en las escuelas y liceos a diferentes protagonistas de lo educativo, que sin duda son los docentes y profesores, pero también los dinamizadores de talleres educativos, los psicólogos, profesores de Educación Física y educadores sociales que van a poder sumarse a esto”, dijo.
Asimismo, señaló que desde el FA han mantenido conversaciones con distintos actores de la Universidad de la República (Udelar) para que estudiantes de ramas vinculadas puedan cursar una pasantía u obtener créditos para trabajar con los estudiantes. “Si los jóvenes colaboran con sus viejos liceos y escuelas, trabajando como tutores, se incorpora lo intergeneracional a la dinámica educativa”, explicó.
Por otro lado, especificó que esta perspectiva “supone ampliar la cantidad de centros que se abran”. En concreto, Quirici dijo que si bien “es un número a afinar, dependiendo de la economía”, prevén construir 50 centros educativos de educación media. “Hay que ver en qué barrios y en qué departamentos, aunque seguro Rivera, Salto, Paysandú, Maldonado, Montevideo y Canelones” estarán entre los territorios seleccionados. Además, sostuvo que también habrá que evaluar “si serán nuevos liceos o mix de liceo y UTU”.
A su vez, aspiran a que el diseño arquitectónico de los nuevos centros educativos sean “del siglo XXI, para que los docentes tengan tiempo para las tutorías, una parte comunitaria y espacios técnicos para la parte educativa”.
En cuanto a los Centros María Espínola, Quirici aclaró que “en su gran mayoría ya eran de tiempo extendido en la época del FA” en el gobierno y que “la cantidad de nuevos centros es muy poca”. En ese sentido, dijo que si bien “el formato tiene cosas muy valiosas en esto de dar diferentes opciones pedagógicas que complementan la clásica formación”, de ser gobierno analizarán a partir de la mirada de los propios docentes “qué viene funcionando bien y qué hay que corregir”. Es que, de acuerdo con Quirici, “no hay una mirada negativa” sobre los centros, “pero hay que darles un impulso para que no se conviertan sólo en un espacio de tiempo extendido”.
En este contexto, aseguró que “la perspectiva conservadora de la educación ha retaceado mucho la inversión” y que desde el FA tienen la intención de alcanzar el 6+1% del PIB para educación e investigación, lo que supondrá “una plataforma de desarrollo”.