Salomón Azar nació en 1940 y falleció en 2023. Artista plástico, licenciado en Bellas Artes, formado en la Escuela de Artes y Oficios Pedro Figari, participante del Club de Grabado de Montevideo y, sobre todo, formador de formadores de talleres de artes plásticas. Fundó el Taller Barradas, Instituto Uruguayo de Educación por el Arte, y lo dirigió hasta su último día.
Azar fundó el taller en 1974, hace poco más de 50 años, junto con su esposa, la maestra María Teresa Esmoris; allí enseñó arte a niños, niñas y adolescentes, y a enseñar arte a adultos. Asimismo, fue fundador, miembro honorífico y posteriormente director del Consejo Latinoamericano de la Educación por el Arte (CLEA).
“El dibujo, la xilografía y la cerámica se fueron sucediendo de la mano de Salomón Azar; era un lugar de resistencia cultural al que asistían los hijos y las hijas de detenidos políticos, además de otras niñas y niños como yo, cuyos padres no sufrían esa situación, pero estaban comprometidos con aquella realidad sumergida en los años de dictadura”, narró Gustavo Fernández Cabrera, uno de sus estudiantes, en la revista del CLEA. “Un lugar de libre expresión bajo la atenta mirada de Salomón”, continuó.
La mirada de Azar también está presente hasta mitad de febrero en el edificio de la Fundación Banco República, en las calles Zabala y Cerrito, en una exposición habilitada para visitar de 13.00 a 18.00.
“La muestra reúne algunas de sus primeras producciones artísticas desde los años 60, en grabados y cerámicas, y sus últimas obras realizadas en arte digital y tapices”, además de otro espacio dedicado a las actividades que se llevaban a cabo en el taller, se explica en la página web de la fundación.
“El taller era su vida”
En diálogo con la diaria, Elizabeth Ivaldi, exconsejera docente en el Consejo Directivo Central de la Administración Nacional de Educación Pública, estudiante de Azar y posteriormente integrante del equipo docente del taller, contó que su fundador tenía como anhelo hacer una muestra por los 50 años de la existencia del espacio de creación. Por esa razón, junto con un equipo de docentes y allegados organizaron la muestra.
“Es una muestra interesante que, de alguna forma, homenajea una trayectoria de entrega hacia la educación en general y hacia la pública en particular”, manifestó. Según contó Ivaldi, el taller estuvo siempre en el barrio Buceo, al fondo de la casa de Azar. “Era un lugar muy acogedor con los vínculos, el espacio, su propia familia; uno llegaba allí y se sentía especial”, dijo.
Al igual que Fernández, la exconsejera docente resaltó la influencia de Azar durante el período dictatorial, ya que fue en ese marco, mientras la Escuela de Bellas Artes estaba cerrada, cuando abrió el taller. “Lo conocí en el Museo Pedagógico, haciendo un taller que me deslumbró, porque en momentos de opresión, de la dictadura dentro de las escuelas, me mostró un espacio de libertad, de creación, que para mí fue determinante”, recordó.
En relación con esto, dijo que la formación para ser talleristas que brindaba Azar se daba cuando la educación artística no formaba parte de la educación, pero no sólo durante la dictadura, sino también en democracia.
“Más allá del arte, hay una influencia en la educación trabajando desde lo no formal, pero formando para que se trabajara en lo formal, cuando la educación artística estaba quizás implícitamente proscrita por las políticas neoliberales”, opinó Ivaldi.
Para finalizar, la integrante del equipo docente del taller aseguró que tal y como lo apunta el pedagogo Paulo Freire, uno de los principales aportes de Azar fue una “educación liberadora”. “Resaltar su entrega total hacia una idea, una convicción con respecto a aunar por una educación humanística y humanizadora; el taller era su vida”, resumió Ivaldi.