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La brecha empresarial

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Como cada 8 de marzo, la conmemoración del Día Internacional de la Mujer sirve de excusa para repasar y visibilizar las desigualdades de género en todas las áreas de la sociedad. Un ejemplo puede ser el sector privado.

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En 2017, 48,1% de los cotizantes a la seguridad social eran mujeres, un porcentaje en ascenso desde 2006. Aun así, la presencia femenina en los ámbitos de toma de decisiones de este sector continúa siendo muy menor. De acuerdo a la Enterprise Survey 2017, estudio realizado periódicamente por el Banco Mundial sobre el sector privado, en Uruguay sólo 10,6% de las empresas tenía una mujer en un cargo gerencial, y esa cifra caía a 5,9% en las empresas más grandes. Estos porcentajes son inferiores a los de los países desarrollados y también a los del resto del continente latinoamericano.

Una forma particular de aproximarse a la brecha empresarial en Uruguay es por medio del Registro Único de Proveedores del Estado (RUPE). Allí, entre 2013 y noviembre de 2018 había 64.199 representantes legales registrados. De estos, 65,2% eran varones y 34,8%, mujeres.

Las organizaciones que integran el RUPE tienen distintas naturalezas jurídicas (unipersonales, SRL, SA, fundaciones, etcétera), y también diferente composición en materia de género (sólo representantes mujeres, sólo varones o mixtas). Por ejemplo, entre todas las cooperativas registradas, 25,6% tiene todos sus representantes hombres; 27,4%, todas mujeres; y 47,1%, mixto. En cambio, en las unipersonales de servicios profesionales, 66,5% tiene representantes sólo masculinos; 29,6%, sólo femeninos; y 3,8%, mixtos. De todas las empresas registradas en el RUPE, 57,3% tiene todos sus representantes hombres, frente al 25,5% que tiene todas representantes mujeres.

Otra de las características registradas en el RUPE es el rol de la persona de referencia –o las personas– en la empresa. Los roles se identifican con una jerarquía dentro de cada una de ellas (director, presidente, secretario, tesorero, etcétera). Los de mayor jerarquía son ocupados principalmente por hombres, mientras que los roles de tipo administrativos son más paritarios o integrados principalmente por mujeres. Cabe mencionar que una misma persona puede estar registrada para diferentes roles en una misma empresa.

Si bien estos datos son de las empresas registradas para ser proveedoras, no todas ellas llegan a serlo. ¿Qué sucede entre las que efectivamente salieron adjudicatarias de un procedimiento público? En 2017, las empresas representadas sólo por mujeres acapararon 3.406 millones de pesos en compras. En cambio, las representadas sólo por hombres ganaron 11.679 millones de pesos, y aquellas con representación mixta, 19.641 millones de pesos.

Lo más vendido en 2017 –en monto– por empresas representadas exclusivamente por mujeres fue “Servicio de recepción y admisión de usuarios”, seguido por “Contratación de servicios profesionales” y “Limpieza integral de locales”. En cambio, en el caso de las empresas representadas exclusivamente por hombres lo más vendido fue “Dieta, ración, comida preparada”, seguido de “Acondicionamiento de edificios” y “Limpieza integral de locales”.

En definitiva, las compras y contrataciones públicas también expresan desigualdades de género, ya que las empresas representadas por mujeres son las que tienen menos registros y a las que se les compra menos.

Para la realización de esta nota se hizo una aproximación al género de los representantes en el RUPE mediante su nombre, dado que no es un campo registrado por este sistema, entendiendo que esto no necesariamente es siempre representativo del género de una persona.

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