Como un grito contra todas las violencias y las desigualdades de género. Así sonaron las manifestaciones en el Centro de Montevideo por el Día Internacional de la Mujer. Las principales convocatorias partieron desde distintos puntos de la zona, recorrieron la avenida 18 de Julio y terminaron en la explanada de la Universidad de la República (Udelar).
La jornada del 8M encontró a miles de mujeres y disidencias en las calles, juntas en la lucha frente a las opresiones del sistema patriarcal y para plantear sus reclamos, demandas y deseos. Además, este año estuvo marcado por la definición de un paro sólo de mujeres de 24 horas por el PIT-CNT, que en algunas convocatorias fue destacado como una conquista feminista en el país.
La plaza Libertad fue el punto de partida de la principal convocatoria, que lideraba la Plataforma 8M, que nuclea a cerca de 50 organizaciones y colectivos. Allí, desde temprano en la tarde estuvo dispuesta la Femiferia, de emprendimientos feministas. Poco a poco, el lugar se fue colmando de mujeres y disidencias con pañuelos, prendas y rostros pintados de color violeta. En el medio de la plaza, Florencia, de 31 años, sostenía un cartel que decía: “¿Qué edad tenías cuando te sentiste acosada por primera vez?”, en el que se podían ver un montón de números. La propuesta era que las mujeres se acercaran a marcar una respuesta. “El 8M es un día movilizador para todas las mujeres. El feminismo es el movimiento más grande que tiene el Uruguay, crece cada año y tenemos que estar más juntas siempre”, señaló la manifestante a la diaria.
“Feliz será el día que podamos maternar con un Estado que acompañe”, “harta de avisar que llegué viva” y “una se vuelve feminista por su propia historia” fueron otros de los mensajes que se leían en pancartas. En otras se repetían las frases contra los abusos y todas las manifestaciones de violencia de género.
Ya no sorprende –afortunadamente– la presencia de una enorme cantidad de jóvenes, e incluso niñas y niños, que llegaron al lugar entre pares o con personas adultas. Entre la multitud, Martina y Paula, de 15 y 16 años, respectivamente, se “animaron” a venir a marchar juntas por primera vez sin sus madres. En diálogo con la diaria, las adolescentes apuntaron que no se plantearon si venir o no; “tenemos que estar”, dijo Martina. “Voy a todas las marchas desde hace algunos años. Empecé a venir a los 12 para acompañar a mi mamá. Ahora es algo que también me convoca a mí”, agregó. Por su parte, Nicole, de 19 años, vino con tres amigas y sostuvo en diálogo con la diaria que si no es por las mujeres que luchan “nadie va a pelear por nuestros derechos”.
Tampoco eran pocas las mujeres adultas. Silvia tiene 79 años y, aunque consideró que ahora las “protagonistas de la lucha son las mujeres jóvenes”, “las viejas no van a dejar de estar” mientras existan motivos por los que seguir manifestándose. A su lado estaba Graciela, de 75 años, que destacó la “emoción” de presenciar un nuevo 8M. “Sí hay cansancio de tener que repetir todos los años las mismas cosas, pero mirá esto”, dijo mientras señalaba a su alrededor.
En tanto, Rosana, de 61 años, integrante de la Federación Uruguaya de Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua, vino a la marcha con otras mujeres integrantes de la organización. “Nos movilizamos porque las mujeres son las que más construyen a nivel de la cooperativa, entre 85% y 90%”, aseguró a este medio. Además, consideró que “la mujer no es que sea igual o sea mejor, [sino que] tiene que tener los mismos derechos y las mismas oportunidades que el hombre”, agregó. Personalmente, Rosana participa en las movilizaciones del 8M desde hace muchos años y afirmó que lo seguirá haciendo. “Siempre peleé por la igualdad”, expresó.
Mientras aguardaban para marchar, en la plaza hubo algunas intervenciones artísticas. En una de ellas, un grupo de activistas invitó a las participantes a tomar un megáfono y gritar la denuncia, deseo o reclamo que quisieran. “Fui abusada y mi familia no me cree”, manifestó una joven, y a su alrededor todas respondieron: “Te creemos”. “Quiero caminar y que no me griten más”, dijo otra, y las demás la aplaudieron. Además, las activistas propusieron a las manifestantes escribir en su cuerpo un mensaje. “Ahilén presente”, “siempre libres”, “por el arte y las pibas”, “libre y sin miedo” y “no más abusos” fueron algunos de ellos.
La caminata comenzó alrededor de las 18.30. Al frente iban integrantes de la coordinadora de ollas populares, en línea con la consigna de la convocatoria de la Plataforma 8M, que era “Lucha feminista contra el hambre y la opresión”. Varias mujeres concurrieron con cacerolas, ollas y utensilios de cocina, bidones de plástico con tapitas dentro, y vuvuzelas que hicieron sonar durante casi todo el recorrido. “En las ollas estamos en lucha, somos vida, somos muchas”, iban cantando.
Un poco más atrás iban las integrantes de la Coordinadora de Feminismos. Algunas llevaban megáfonos y a cada ratito entonaban alguna canción y el tradicional grito de “alerta”. También encendieron algunas antorchas, a tono con su convocatoria: “Fuego al patriarcado”. Muy cerca iban las activistas del colectivo ¿Dónde Están Nuestras Gurisas?, que sostenían en alto fotos en blanco y negro de las mujeres desaparecidas. La marea feminista seguía por cuadras y cuadras; la vista no alcanzaba para ver el final.
“Más explotación y más precarización”
Como estaba anunciado, el recorrido terminó en la Udelar, donde las participantes continuaron con el baile, el toque de los bombos, los cantos y festejos por unos minutos. Luego representantes de la Plataforma 8M leyeron la proclama. Las activistas apuntaron que, ante el “abandono” y la “ausencia” del Estado, han sido las mujeres las que han cubierto “todos los retrocesos a costa de más explotación y precarización”.
Entre otros puntos, denunciaron “el desmantelamiento de las políticas públicas” del Ministerio de Desarrollo Social, que implicó que las mujeres asumieran “tareas de atención de mujeres e infancias que sufren violencias” y que se hicieran cargo de “garantizar la comida a cientos de miles de familias que comen en ollas populares”.
Además, la proclama apuntó que los “últimos años algunas respuestas estatales hacia las mujeres en situación de violencia se han debilitado”, así como “los subsidios de alquiler para mujeres que se atienden en servicios especializados”. También se pronunció en contra del proyecto de ley que amplía la gestación subrogada, la reforma social planteada por la coalición de gobierno y la “explotación extractivista de los cuerpos de las mujeres” en los megaproyectos de empresas multinacionales como UPM.
Las activistas reclamaron, una vez más, presupuesto para la ley de violencia basada en género y la implementación de los juzgados multimateria. Asimismo, denunciaron que en lo que va del año ya fueron asesinadas cinco mujeres y que en 2022 hubo 45 femicidios, y además, ocho niñas y niños fueron asesinados por sus padres el año pasado. “Aún esperamos justicia por las mujeres trans asesinadas”, agregaron, y manifestaron: “Seguimos en emergencia nacional sin una estrategia del Estado y siendo constantemente revictimizadas”.
Cuidado, goce y rebeldía
En el espacio verde de Santiago de Chile y La Cumparsita la manija feminista empezó desde temprano. En ese punto, frente a la rambla, Tejido Feminista llamó a concentrar a partir de las 15.00. La propuesta era sencilla pero imprescindible: aprovechar el tiempo previo a la marcha para encontrarse, compartir un rato juntas, terminar de pintar carteles, y ponerse en la cara y en el cuerpo todo el glitter posible.
Decenas de consignas emergían, como gritando, en los carteles que estaban desperdigados en el pasto. “No somos histéricas, somos históricas”, “Mi cuerpo no justifica tu violencia” o “Marchamos juntas por los caminos que abrieron las que marcharon solas” eran algunas de ellas.
Pasadas las 17.30, las mujeres y disidencias formaron filas en la calle detrás de la pancarta que sostenía la consigna principal –“Frente al saqueo de la vida, tejemos cuidado, goce y rebeldía”– y comenzaron el recorrido por Ejido hasta 18 de Julio. Una vez en la avenida principal, esperaron a que pasara la marcha que partía desde la plaza Libertad mientras decenas de mujeres tocaban tambores. Una vez que llegó la multitud, se unieron y, como bloque, enfilaron hacia la Udelar.
Antes de llegar a la explanada, leyeron de manera colectiva la proclama de este 8M, con una lista de deseos –y no reclamos–, en la que las activistas se definieron como una “marea que desborda calles, plazas, camas, aulas, canchas, normas y lenguas”.
“Volvimos al mar para conectar con lo vivo, para decir que no nos falta el agua, nos sobra UPM y todo el extractivismo. No es sequía, es patriarcado y saqueo”, leyeron. “Queremos agua limpia, sana y accesible. Que no sea un lujo comer alimentos que nos nutran de verdad. Que la olla común y popular no sea una necesidad sino un deseo”, agregaron.
Por otra parte, aseguraron querer “maternar desde el deseo, sin imposiciones ni mandatos patriarcales. Desplegar nuestros sentires diversos y contradictorios, libres de la culpa y del deber ser. Construimos maternidades y crianzas libres y en manada. Deseamos compartir y encontrarnos en el cuidado porque sostener la vida es un acto político y no queremos hacerlo en soledad”.
Además, reivindicaron el derecho a “decidir sobre nuestros cuerpos y vidas sin culpa ni violencias” y “que no existan objeciones sobre nuestras decisiones y cuerpos”. “Deseamos educación sexual integral que cuestione la existencia de identidades sexuales rígidas e inmutables, que priorice el cuidado de sí y les otres. Queremos una educación donde desborden el arte, la creatividad y el deseo”, apuntó la proclama.
Las integrantes de Tejido Feminista también aseguraron “abortar” el “mandato de la productividad”, para que los “esfuerzos y energías dejen de ser fuente de riqueza para otros, que todos los trabajos sean para cuidar y sostener vidas dignas y gozosas”.
“Ante las múltiples formas de violencia y saqueo, nosotras/es hablamos desde la dignidad, desde la pluralidad que somos y hemos construido, desde el amor y el goce de saber juntas/es”, cerró el texto, que fue antesala de más cánticos y abrazos.