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Silvina Luna en el programa LAM de América en 2023. Foto: LAM, América TV, Grupo América / Wikipedia

Mala praxis y también violencia estética: lo que podemos aprender a raíz de la muerte de Silvina Luna

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Para el Colectivo Diversa, el caso de la actriz argentina refleja cómo los mandatos que la sociedad impone a las mujeres para alcanzar determinados ideales de belleza “no son nada saludables”, como a veces se quiere imponer, “e incluso nos matan”.

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Leído por Mathías Buela.
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Este jueves murió la modelo y actriz argentina Silvina Luna, a los 43 años, después de estar 79 días internada debido a complicaciones derivadas de una mala praxis por una cirugía estética a la que se sometió en 2011. Desde entonces, luchó para que la Justicia condenara e inhabilitara al cirujano plástico Aníbal Lotocki, el responsable de haberle inyectado en los glúteos metilmetacrilato, la sustancia que le deterioró la salud y la calidad de vida, hasta matarla.

Su fallecimiento generó conmoción tanto en Argentina como en Uruguay y reavivó los debates en torno a los mandatos que oprimen a las mujeres, las llevan a intervenir sus cuerpos de muchísimas formas para alcanzar determinados ideales de belleza y que constituyen formas sutiles de violencia. Silvina Luna fue víctima de la irresponsabilidad de un médico, pero también de lo que la socióloga venezolana Esther Pineda llamó “violencia estética”, y que define como el conjunto de “narrativas, representaciones, prácticas e instituciones que ejercen una presión perjudicial y formas de discriminación sobre las mujeres para obligarlas a responder al canon de belleza”.

“A Silvina la mataron la violencia estética, la falta de ética médica, la mala praxis, la presión mediática y la exigencia del patriarcado sobre nuestros cuerpos”, escribió la organización Actrices Argentinas en X (ex Twitter), sumándose así a mensajes similares de otros colectivos y referentes feministas. “El ideal de belleza mata”, apuntó por su parte la iniciativa Mujeres que No Fueron Tapa, que trabaja para “hackear estereotipos y mandatos”, y que señaló otro elemento que es crucial –y que, a juzgar por algunos comentarios que afloraron en las últimas horas, es importante destacar–: “No nos sometemos a los tratamientos de belleza por idiotas y superficiales, nos sometemos porque sabemos que para ser visibles, aceptadas, bien tratadas, hay que obedecer, hay que darle al cuerpo una forma que no tiene, hay que ocultar lo que somos”.

Mientras buscaba los mensajes que publicaron distintas referentes feministas, medios y organizaciones en Instagram, se colaron en mi feed: una publicidad sobre depilación definitiva, otra que exponía las ventajas de la “liposucción a mano” y una invitación a tener “las cejas perfectas”.

Cuestionar los mandatos

En Uruguay, una de las organizaciones feministas que se pronunció al respecto fue el Colectivo Diversa, que promueve el activismo por la diversidad corporal y ha trabajado en la visibilización de la violencia estética. “A Silvina Luna la mató la violencia estética y la mala praxis. Y hoy no tenemos ganas de poner en una balanza qué la mató más o qué la mató primero, porque Silvina no está y, de eso, no hay vuelta atrás”, escribieron las activistas en su página de Instagram, donde abogaron por la necesidad de “empezar a desmembrar esta narrativa cruel que se está llevando vidas o, ‘en el mejor de los casos’, está dejando secuelas irreversibles”.

En esa línea, aseguraron que “los estándares de belleza son tan rígidos y el castigo social es tan grande, que se hace lo que sea necesario para entrar en ellos”, al tiempo que enfatizaron que esa decisión no se puede juzgar, porque todas “sabemos lo que es estar ahí”. “Si no somos lo que se espera de nosotres, nos vulneran de la peor manera, nos niegan derechos fundamentales y nos aíslan”, agregaron.

Una de las reflexiones que debería instalarse tras la muerte de Silvina Luna es que “todos estos mandatos que tenemos que cumplir de la delgadez, de la cultura de la dieta, no son nada saludables”, como a veces se quiere imponer, “e incluso nos matan”, señaló a la diaria Norina Torres, integrante del Colectivo Diversa.

La activista dijo que obviamente no se trata de juzgar las decisiones que cada mujer hace sobre su cuerpo, sino de “cuestionar y reflexionar sobre qué nos lleva a hacerle esas cosas a nuestros cuerpos en pos de seguir todos estos mandatos que establecen la heteronorma y el patriarcado, que nos dicen que tenemos que ser cuerpos jóvenes, delgados y blancos”. Aclaró que, además, se trata en general de “objetivos inalcanzables”, porque “nada de lo que hagamos va a ser suficiente para llenar esas expectativas que nos imponen la cultura de la dieta, esta sociedad que es sumamente gordofóbica y la violencia estética”.

Torres recordó que Luna “habló muchas veces de que, para poder tener trabajo y seguir vigente en una industria que enfatiza tanto todos estos estereotipos, tenía que cumplir con determinadas cosas”. En ese sentido es que las activistas afirman que a la actriz argentina “la mató la violencia estética”: “Si estas presiones y estos mandatos sobre nuestros cuerpos no existieran, quizás no pensaríamos en modificar nuestro cuerpo para poder obtener un trabajo o para que la gente simplemente nos respete”, explicó la activista, y dijo que en el caso de la actriz argentina hay que tener bien claro que sobre todo hubo una mala praxis.

Por otra parte, invitó a “ver la foto mucho más grande”. “Estas decisiones no se toman porque sí, se toman porque te dicen que, para tener un espacio, tenés que tener tu cuerpo de determinada manera y que no podés envejecer –como ella misma dijo en muchas notas–”, resaltó Torres. A la vez, enfatizó que esto le pasó a la actriz, que era una figura pública, pero que es algo por lo que “pasamos todas, a nuestra medida”.

“Capaz que no llegás a una cirugía por las posibilidades [económicas] que tenés, pero todas hacemos modificaciones en nuestro cuerpo, en nuestra dieta, para sentirnos parte. Si vos modificás tu cuerpo, te sentís aceptada, porque, si no, hay una continua discriminación, hay una expulsión de los lugares, no encontrás ropa para ponerte”, enfatizó. “Es muy fuerte cuando sólo se pone el foco en lo personal; hay que abrir un poco más y darnos cuenta de que esto le pasa a muchas mujeres. Porque la violencia estética es a todo el nivel, pero recae sobre todo en los cuerpos feminizados”, puntualizó la vocera.

Por último, aseguró que, como colectivo, además de visibilizar estas cuestiones, les parece fundamental compartir información para que cada una tome la decisión que considere mejor “con todas las cartas sobre la mesa”.

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