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Belén Méndez y Alfonsina Pintos, integrantes del colectivo Dos Mamás.

Foto: Alessandro Maradei

¿Madre hay una sola?: las barreras que enfrentan las familias de dos mamás y el colectivo que formaron para hacerles frente

6 minutos de lectura
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Para las integrantes del colectivo Dos Mamás, viven en “vacíos legales” dentro de una sociedad que no está diseñada para otras formas de maternidad que no sean la de mamá y papá, y en la que aún falta “bajar a tierra” muchas leyes.

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En 2021 Belén Méndez se convirtió en madre de trillizos: dos nenas y un nene. Para cumplir ese deseo, atravesó varios pasos. Por sugerencia de su ginecóloga, uno de los primeros fue casarse con su pareja. Es que, para familias constituidas por dos madres, es un requisito para asegurarse de que, al nacer, puedan registrar al bebé con los apellidos de ambas. Así, a principios de 2020, Belén y Daniela se casaron e iniciaron el tratamiento, que está diseñado como si siempre hubiera una situación de infertilidad.

La Ley 19.167 de reproducción humana asistida define la infertilidad como “la incapacidad de haber logrado un embarazo por vía natural después de 12 meses o más de relaciones sexuales”. “No hay una parte que diga: ‘Bueno, en realidad la razón es que son dos mujeres que quieren ser madres”, contó Belén a la diaria. Requirieron tres intentos de inseminación con donante anónimo –“del único banco de esperma que hay, que queda acá en Montevideo”– para que quedara embarazada, el máximo al que se accede con un copago del Fondo Nacional de Recursos (FNR) cuando no hay infertilidad.

En el caso de Alfonsina Pintos, sí existieron problemas de infertilidad. Ninguna de las tres inseminaciones resultó, y ahí se abrió la posibilidad de solicitar al FNR la cobertura para una fertilización in vitro, que consiste en la fecundación de los óvulos fuera del útero. “Esto suena muy sencillo, pero son un montón de papeles que implican desde la DGI [Dirección General Impositiva] hasta mucha plata”, dijo a la diaria. Dos transferencias de embriones y más de dos años después, quedó embarazada. Antes de que naciera su hijo, en 2023, se casó con Sofía.

Como para la gran mayoría de parejas del colectivo Dos Mamás, que nuclea a familias conformadas por dos madres, el motivo del casamiento “es meramente dentro de lo necesario para la legalidad”. “Algunos registros no tienen claro todavía cómo es la inscripción cuando son dos mamás”; exigen, por ejemplo, “que tienen que estar las dos” al momento de la inscripción; o preguntan “cuál es la gestante, cuál es la no gestante”, y “a la no gestante la ponen en el lugar del padre, entonces asumen que va a ser el primer apellido”, contó Belén, quien reconoció: “A veces, cuando voy a llenar el estado civil, tengo que pensarlo, porque no es algo que estaba en mi horizonte”.

Dos Mamás es un colectivo diverso en sí mismo. Para empezar, no se trata únicamente de “madres lesbianas”, ya que hay integrantes con otras orientaciones sexuales. Comenzó en setiembre de 2023 por la necesidad de encontrarse con familias iguales y colectivizar sus experiencias. Gianina Iglesias, una de las integrantes fundadoras, convocó en sus redes: a Alfonsina le pareció “súper productivo tener ese espacio”, y a Belén, si bien ya tenía relación con familias como la suya, le interesaba la idea de “pensar en algo más colectivo, que tenga más fuerza de movimiento”, porque “había un montón por hacer”, y lo hay. Hoy en día, lo conforman 130 familias: una mitad en el interior –Canelones, Maldonado, Artigas, Cerro Largo, Colonia, Durazno, Flores, Florida, Lavalleja, entre otros departamentos– y la otra mitad en Montevideo.

No todas son madres: 53% ya tienen hijos o hijas, 17% están en proceso, y 30% tienen el deseo. “En esto de que no hay claridad”, subrayaron la posibilidad de acercarse al colectivo desde temprano porque en él “se comparten dudas y se va guiando de acuerdo con lo que hemos vivido”. Los procesos son largos y emocionalmente complejos. Muchas veces están precedidos por un trabajo interno para poner la posibilidad de ser madre en el mapa, así como con las familias, que muchas veces asumen que, “si somos lesbianas, no podemos ser madres” y lo viven como un duelo, explicó Alfonsina. Además, las propias técnicas de reproducción implican cambios hormonales que “trastocan”. Por eso, “está bueno tener a quién preguntarle, en quién apoyarte”, señalaron.

Entre las que ya conformaron una familia, las vías para conseguirlo son variadas: por inseminación, por fecundación in vitro, por ensamble –con hijos previos de otras relaciones–, por adopción o por fecundación de recepción de óvulos de la pareja –conocido como método Ropa–. Este último fue el motivo del primer reclamo público del colectivo, luego de que el Ministerio de Salud Pública (MSP) entendiera que no había sustento legal para llevarlo a cabo basándose en informes de asesores legales, quienes interpretaron que constituía una forma de gestación subrogada.

El método Ropa, permitido por la ley pero no cubierto por el FNR, permite que ambas madres participen en la gestación del bebé. Consiste en que una de ellas aporte los óvulos y la otra lleve adelante el embarazo, tras la fecundación in vitro con espermatozoides de un donante anónimo. Para Belén, la inhabilitación de la práctica –que fue revertida tras los reclamos– es un ejemplo de que “vivimos en vacíos legales”. “Hay una cuestión de desconocimiento y de no incluir porque nadie se lo cuestiona”, sostuvo, al reconocer que, ante los reclamos, la recepción por parte de las autoridades ha sido buena. Una situación similar ocurrió en torno al certificado de nacido vivo del MSP, en casos en los que, al no haber un lineamiento claro, no se registraban los datos de ambas madres.

Los impedimentos para registrar a los hijos o hijas de parejas homosexuales que no están casadas también se deben a que la normativa no les incluye. Al tratarse del Código de la Niñez y la Adolescencia, “si eso no está reglamentado, no se puede hacer”, explicaron; es decir, no hay forma de entrar en un vacío legal. Desde Dos Mamás están abocadas a que se modifique el artículo 27 del código, que sólo contempla el registro del “hijo habido dentro del matrimonio homosexual” o del hijo adoptivo de “parejas homosexuales, cónyuges o concubinos entre sí”.

De hecho, el martes la Comisión de Derechos Humanos y Equidad de Género del Senado comenzó a tratar un proyecto de ley, aprobado por la Cámara de Representantes en la legislatura anterior, que busca aplicar cambios a dicho artículo. La redacción propuesta por el proyecto habla de los hijos habidos dentro o fuera del matrimonio, lo que abarcaría tanto a las uniones homosexuales como a las heterosexuales.

La Ley de Matrimonio Igualitario y la Ley de Reproducción Humana Asistida se promulgaron hace 12 años. Sin embargo, aún hace falta “bajarlas a tierra”, consideró Alfonsina, así como a “un montón de leyes que en realidad no fueron pensadas específicamente para algunas situaciones que están siendo parte de nuestra sociedad”, agregó. Para Belén, sin desmerecer el avance en leyes, ocurre que “la sociedad todavía no está preparada para las leyes que hay” y, por ejemplo, no se conciben “formas de tener hijos sin que sea mamá-papá”.

“Mis hijos, cuando escuchan padres, no nos identifican como padres”

Con los reclamos que tomaron carácter más público, surgieron en redes sociales cuestionamientos como “¿por qué no se casan?” o “¿por qué no adoptan?”. “Las personas que están en esa línea de no respetar muchas cosas, entre ellas la diversidad familiar, están y son parte de nosotros. La discriminación la siento como latente siempre”, sostuvo Alfonsina.

Consideraron que hacen falta espacios de diálogo donde se escuchen las dificultades de sus familias y se trabaje en la inclusión a nivel social, para poder avanzar en cuestiones más sutiles que surgen en el relacionamiento: cuando se habla de “los padres” en ámbitos educativos; cuando se insiste en saber quién es la madre o se cuestiona si no hará falta una figura paterna; cuando cada formulario tiene los campos “madre” y “padre” (“llega un punto en que te cansás de estar todo el tiempo tachando con corrector”); o cuando los médicos se dirigen sólo a la madre gestante. El trato diferencial a la madre gestante “es uno de los prejuicios con los que te chocás”, afirmaron Belén y Alfonsina al recordar que, cuando nacieron sus bebés, los médicos sólo les hablaban a ellas, mientras que por parte de sus compañeras “hay una reivindicación constante de la maternidad” y “tienen que –todo el tiempo– defender que son las madres”.

Otra de las concepciones comunes que Belén y Alfonsina han recibido con sorpresa gira en torno a la idea de que, al ser dos madres, la crianza será igualitaria y más llevadera. “Nos han dicho muchísimas veces: ‘Trillizos, ah, qué suerte que son dos madres’”, contó Belén.

Reconocen, al ver las dinámicas de familias heterosexuales, que en las suyas hay un “involucramiento totalmente par de los cuidados”. Para Alfonsina, hay algo de que “no hay tantas dudas de que vamos a estar las dos siendo responsables de este ser”. Belén consideró que las experiencias de las familias de dos madres demuestran que existen otras formas de vinculación entre el bebé y la madre no gestante o el padre. Si bien en los primeros meses la conexión con la madre gestante suele ser mayor, no exime de responsabilidad a la otra madre. La configuración de la familia “rompe con la idea de que ‘como vos sos la mamá, claro, va contigo porque lo pariste’”, porque “en los cuidados diarios, en todo lo demás, criamos a la par y eso es algo pensado, elegido como forma de crianza”.

Aunque falta mucho y cansa “estar todo el tiempo tachando con corrector”, “si no habitamos, si no transitamos los lugares, en realidad no existimos”, defendieron. Tanto Alfonsina y Belén como las otras familias integrantes de Dos Mamás valoran que les toca vivir “esos primeros momentos” y “abrir camino” para las familias diversas que seguirán. “Es un poco duro, pero bueno”, reconoció Belén.

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