Casarse con una cafetera exprés
La fiebre de los uruguayos por el café está cada vez más alta. Cafés italianos, colombianos, nigerianos, de especialidad y de autor. Era cuestión de tiempo para que muchos compatriotas terminaran prefiriendo compartir el resto de su vida con una cafetera exprés que con otro ser humano. Es cierto que la vida útil de una cafetera exprés a veces puede ser de apenas unas décadas, pero lo mismo ocurre con las personas que ya entraron en la madurez. Los psicólogos no catalogan este tipo de relaciones como una parafilia, aunque debe aclararse que la mayoría de ellos también están enfermos con la cultura del café. Los ginecólogos y los urólogos, en cambio, desaconsejan enfáticamente el sexo con estos aparatos.
Devolver un hije
Lo de extender la posibilidad de aborto hasta los 12 años le sigue pareciendo un poco cruel a gran parte de la población. En cambio, la idea de poder entregar hijes antes de que cumplan la mayoría de edad seduce cada vez más, sea por motivos económicos o simplemente porque las personas no soportan a sus niñeces. Además, este deseo desafía algunos estereotipos sobre la ciudadanía uruguaya, como el de su excesiva confianza en el Estado: a la mayoría de la gente le da lo mismo si la criatura pasa a cuidado del INAU, de otra familia o de alguna entidad sobrenatural.
Poder votar a un fascista psicópata
En realidad, este no es el sueño de los uruguayos, sino del pequeño fascista que acecha oculto en el interior de sus conciencias. En general, los habitantes de este país son personas respetuosas de la institucionalidad, pero, ante un arrebato en la esquina de casa, un paro sorpresa del transporte o un aumento en la factura de UTE, este duendecito indignado se hace presente en la conciencia para reclamar la emergencia de una versión charrúa de Bolsonaro, Milei o Trump, con frases como “La democracia plena que se la metan en el orto, la gente de a pie quiere alguien que la entienda y esté de su lado y no del de las corporaciones”.
Cambiar a su pareja por vales de compra durante un año
Encontrar a la persona perfecta para compartir la vida, tener proyectos en común, disfrutar las alegrías pero también capear el temporal codo con codo en los momentos difíciles es una de las principales aspiraciones de los uruguayos. De los uruguayos solteros. En el caso de los que ya consiguieron pareja, el entusiasmo se esfuma luego de cierta cantidad de tiempo, que los estadísticos estiman en un año y medio. Después de ese lapso, el interés por la vida en pareja entra en un declive cada vez más pronunciado. La seducción por el consumo, en cambio, no hace sino aumentar. Por eso, la perspectiva de poder llenar un formulario en la web que automáticamente otorgue vales de compra durante un año a cambio de entregar a la pareja a algún otro incauto es una aspiración compartida por un porcentaje más que significativo de los compatriotas.
Ganar un premio Nobel sin tener que estudiar
Hay un Uruguay trabajador, pujante, que coloca el esfuerzo varios escalones arriba del descanso. Es el Uruguay de las publicidades de créditos bancarios para emprendedores. En la mayoría de los casos, sin embargo, los uruguayos adoran conseguir cosas sin esfuerzo. Pero al mismo tiempo, y quizás relacionado con esto último, son amantes de la cultura. Por esto no es raro que entre sus aspiraciones aparezca una que quizás en otros países podría verse como contradictoria: ser galardonado con un Nobel sin tener que haber cursado una carrera universitaria antes. Entre los Nobel que más interés generan están los de Física, Química, Matemáticas, Economía y Medicina. El de la Paz no porque obliga a seguir realizando actividades en todo el mundo luego de recibirlo.
Que Argentina comience una guerra civil muy sangrienta
Una de las principales fuentes de ansiedad es vivir en la inminencia de un acontecimiento que no sucede. Los uruguayos hemos asistido a una escalada prebélica de irracionalidad y miseria del país vecino a través de sus canales de noticias, un pasatiempo que nos habilita otros pasatiempos apasionantes, como sentirnos superiores, explicar las razones de la problemática cultura política peronista o sólo reír. Sin embargo, este regocijo comienza a tener gusto a poco. En el sueño más profundo de todo uruguayo anida el comienzo de una guerra civil entre las tropas de Axel Kicillof y las de Karina Milei, para poder sonreír por dentro y solidarizarnos falsamente por fuera: el pasatiempo insuperable.
Vivir en el Uruguay de antes
La falta de certezas que conlleva el futuro es motivo de temores en una parte de la población. Por eso, muchos eligen vivir en el mundo que conocieron cuando eran niños. Son cada vez más los uruguayos que desean creer en un país con empleos fabriles y chimeneas humeantes, casas sin teléfono por falta de borne y almacenes sin autoservicio. Un país sin AFAP y con amigos que salían de testigos. Un Uruguay en donde la principal preocupación era nacionalizar la banca y el comercio exterior. Ese Uruguay en donde los técnicos estaban al servicio del dirigente elegido en el Congreso. Era más fácil todo, sin maldad.