Ingresá

Ilustración: Cristian Moreira (MiLoco)

Breve tratado sobre las pelusillas de los plátanos

3 minutos de lectura
Contenido exclusivo con tu suscripción de pago
Contenido no disponible con tu suscripción actual
Exclusivo para suscripción digital de pago
Actualizá tu suscripción para tener acceso ilimitado a todos los contenidos del sitio
Para acceder a todos los contenidos de manera ilimitada
Exclusivo para suscripción digital de pago
Para acceder a todos los contenidos del sitio
Si ya tenés una cuenta
Te queda 1 artículo gratuito
Este es tu último artículo gratuito
Nuestro periodismo depende de vos
Nuestro periodismo depende de vos
Si ya tenés una cuenta
Registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes
Llegaste al límite de artículos gratuitos
Nuestro periodismo depende de vos
Para seguir leyendo ingresá o suscribite
Si ya tenés una cuenta
o registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes

Editar

La transición del invierno a la primavera es más compleja que sacarte el único calzoncillo largo que tenés y que te pusiste a principios de mayo y no te sacaste más hasta la semana pasada, maceta y cortafierros mediante.

Entre otras cosas, esto es así porque las pelusillas de los plátanos comienzan, nuevamente, a ser protagonistas de la preocupación ciudadana y acaparan incluso la atención de los medios, desplazando al picudo rojo, a los bichos raros que aparecieron en el fondo del mar uruguayo y a las adecuaciones tributarias del ministro Oddone.

Año tras año, a esta misma altura del ídem todo el mundo siente el alivio que producen los fríos satánicos de julio y agosto cuando se retiran y el clima se pone agradable y la gente empieza a andar media flojita de ropa y con otro estado de ánimo.

Pero no hay felicidad completa.

Arrancan las pelusillas de los plátanos a andar por los aires y meterse en cuanto orificio tenga el ser humano, provocando toda clase de molestias, alergias, picazones, conjuntivitis, trancadera de pelotas y rompedera de ovarios.

Se meten en refuerzos y vasos de cerveza, y al final la gente las termina aceptando y se las traga igual. Total… no hay nada que hacer contra la pelusilla.

Los uruguayos, que no somos mucho de andar quemándonos la cabeza con nada, si nos suben la edad para jubilarnos, bueeeno, quévahacer, y cuando sube la yerba nos encogemos de hombros y compramos otra más barata y más fea, y si el gobierno baja 100 pesos el precio del gas no nos ponemos muy contentos, pero cuando lo suben 100 pesos un mes después tampoco nos calentamos mucho. ¡Total!

Pero con la pelusilla de los plátanos sí nos quejamos, nos recontracalentamos y sufrimos como si estuviéramos en Gaza. Así que es hora de que sepamos algo más de ella...

¿Qué son y para qué sirven las pelusillas?

Las pelusillas sirven para diseminar las semillas de los plátanos y así asegurar la reproducción de la especie. Es como que los plátanos andan alzados a esta altura del año y se les alborotan las hormonas y se la pasan meta tirar pelusilla para todos lados. Y a la vista de todo el mundo, ya que ese tipo de árbol no tiene pudor alguno. Son árboles promiscuos.

Lo curioso es que mucho no se reproducen, a juzgar por la ausencia de plátanos nuevos en la ciudad. No es que un buen día sacás a cagar al perro y te encontrás con uno chiquitito y decís “aaahhhh, qué tierno, un platanito bebé… este debe de haber nacido de la tormenta de pelusilla aquella cuando casi muero atragantado y me tuvieron que hacer una traqueotomía y me sacaron como medio kilo de los pulmones”.

La principal característica de las pelusillas, es que molestan a todo el mundo parejo. No hacen distingo de razas y joden tanto a hombres como a mujeres, a ricos como a pobres, a hinchas de Peñarol como a de Nacional, a personas LGTBQIetc+ como a cisheteronormativas.

Además, causan problemas a la hora de ir a un boliche: se meten en los vasos de cerveza y en la comida, lo que provoca incomodidades varias. Cuando la gente se da cuenta de que por tratar de sacar unas pelusillas de la pizza está sacando y tirando más muzzarella que otra cosa, opta por tragarse la muzza con pelusilla y todo. ¿Total? No hay más remedio...

¿Quién introdujo los plátanos en Uruguay?

A fines del siglo XIX seguramente un mercader avispado (un señor Temu de aquellos tiempos) le dijo a alguna de las autoridades de la época: “Mirá, tengo un montón de arbolitos que son el último grito de la moda en París, te hago un precio por todo el lote, cerramos trato y este sobrecito es para vos, ¿te sirve? Y el ornato público les va a quedar pipí cucú”.

Así se plantaron los primeros plátanos chiquitos, pero recién empezarían a tirar pelusillas cuando llegaron a la pubertad, ya comenzado el siglo XX.

Aquello fue un relajo, según dicen los historiadores, porque en un Uruguay que recién salía de las guerras civiles, las pelusillas de los plátanos colaboraron muy poco con el restablecimiento de un clima de paz y tolerancia.

¿Qué podemos hacer con las dichosas pelusillas?

Para sacártelas del culo y otras partes adonde suelen llegar nadie sabe cómo, no hay como un buen baño de agua caliente autodirigido con el telefonito de la ducha.

Pero también se puede aprovechar sus propiedades. Se puede hacer una mermelada hirviendo en partes iguales dos tazas de agua, dos de azúcar y dos de pelusillas de los plátanos, revolviendo con una cuchara de madera, sin batir y hasta que espese. Luego, dejar enfriar.

También se puede macerar una bebida espirituosa. Se pone en una botella de grappa un puñadito nomás de todas las pelusillas que te sacás del pelo, lo dejás estacionar dos o tres meses y obtendrás un exquisito aperitivo de pelusillas. Esa bebida estuvo muy de moda en los boliches donde paraba la Generación del 45. Es más, hay una foto de Mario Benedetti después de tomarse un vaso, sonriendo con una pelusilla entre los dientes.

¿Cómo resguardarse de las pelusillas?

Haciéndote un traje como el de El Eternauta. Nadie va a pensar que estás exagerando; a lo sumo, pensarán que sos un freaky. Con los lentes de natación de la gurisa, un tapabocas que te haya quedado de la pandemia y un overol viejo anaranjado que estaba por tirar ese amigo que trabaja en la construcción, ya estás pronto. Además, no hay vecino que te reconozca.

¿Tenés algún aporte para hacer?

Valoramos cualquier aporte aclaratorio que quieras realizar sobre el artículo que acabás de leer, podés hacerlo completando este formulario.

¿Te interesa el humor de la diaria?
None
Suscribite
¿Te interesa el humor de la diaria?
Recibí la newsletter de Humor en tu email todos los sábados.
Recibir
Este artículo está guardado para leer después en tu lista de lectura
¿Terminaste de leerlo?
Guardaste este artículo como favorito en tu lista de lectura