Ingresá

Ilustración: Ramiro Alonso

Decrecer a tres bandas

3 minutos de lectura
Contenido exclusivo con tu suscripción de pago
Contenido no disponible con tu suscripción actual
Exclusivo para suscripción digital de pago
Actualizá tu suscripción para tener acceso ilimitado a todos los contenidos del sitio
Para acceder a todos los contenidos de manera ilimitada
Exclusivo para suscripción digital de pago
Para acceder a todos los contenidos del sitio
Si ya tenés una cuenta
Te queda 1 artículo gratuito
Este es tu último artículo gratuito
Nuestro periodismo depende de vos
Nuestro periodismo depende de vos
Si ya tenés una cuenta
Registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes
Llegaste al límite de artículos gratuitos
Nuestro periodismo depende de vos
Para seguir leyendo ingresá o suscribite
Si ya tenés una cuenta
o registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes

Editar

No es un verbo que suela estar en el discurso de los gobernantes. Quizá por eso, cuando lo usó la ministra de Minas y Energía de Colombia, Irene Vélez, estalló el escándalo. O quizá el escándalo estalló porque también en Colombia está seca la pólvora del odio. Podría comenzar aquí una digresión sobre qué tanto importa, a efectos de su efecto, que quien haya pronunciado el verbo herético haya sido una ministra y no un ministro. Y aquí la digresión golpea como taco de billar en el marfil esférico y va a dar al paño aterciopelado de la cámara de diputados de Argentina, donde un Javier Milei tan dentro de sí1 recalcó la e final cuando nombró “presidente” a la presidenta del cuerpo, Cecilia Moreau, recibiendo la respuesta rápida de la aludida: “Gracias, diputada”.2 Aunque se rompa con votos, los pedazos del techo de cristal quedan con el filo en punta y hay que caminar a diario por ese campo erizado.

La violencia verbal de Milei, y el ranversé con el que Moreau hizo que la bola blanca regresara por la misma banda, van más allá de la dialéctica viralizable, casi festiva en el deporte preapocalíptico de las redes. Si bien fue una raya más en la gastada pelambre misógina de este libertario de derecha, no se registró en cualquier debate. Ocurrió en una sesión especial por el atentado contra la vicepresidenta de ese país, Cristina Fernández, frente a la cual se gatilló un arma de fuego que falló y no llegó a dispararse.

El intento de magnicidio ocurrió el 1o de setiembre, pero había comenzado bastante tiempo atrás. “Muchas cosas tienen que pasar antes para que una cosa así pase, aunque la relación entre el clima social y el episodio criminal nunca es automática ni lineal”, escribió José Natanson.3 Se refería a “la polarización social extrema, el aumento de la intolerancia y el recurso al odio como discurso dominante” que caracteriza el momento político de su país. Para Daniel Feierstein, esto no es nuevo. Se trata de un músculo neofascista que nunca dejó de ejercitarse desde el fin de la última dictadura.4 Es Argentina, pero no solamente.

En la otra frontera las noticias no son mejores. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA alertó sobre un “crecimiento sustancial de la violencia por motivaciones políticas” en Brasil. Se basan en datos del Observatorio de Violencia Política y Electoral de la Universidad de Río de Janeiro: en lo que va del año ya hubo 214 casos de violencia política, incluyendo 45 homicidios.5 Particular difusión tuvo el crimen cometido por un guardia penitenciario bolsonarista que irrumpió en un cumpleaños en Foz de Iguazú y mató a un militante del Partido de los Trabajadores, quien, a su vez, logró dispararle desde el piso y evitar que cometiese una masacre entre los demás invitados.6

***

Pero tiene que volver a Colombia la bola de billar y caer de nuevo en la mesa de la polémica sobre el verbo decrecer. Desde que la ministra Vélez fue confirmada por Gustavo Petro como titular de la cartera de minería, la oposición comenzó a cuestionar su idoneidad. Como si no fuera problema que, desde siempre y en casi todas partes, un abogado se recicle en experto en seguridad pública, o un ingeniero en políticas de turismo, pero sí que una “activista ambiental” esté al frente del Ministerio de Minas y Energía.7 Se olvida el detalle de que la “activista” tiene un doctorado por la Universidad de Copenhague.

“Nosotros necesitamos exigirles también en el marco de esta geopolítica global a los otros países que comiencen a decrecer en sus modelos económicos [...] De ese decrecimiento depende que nosotros logremos un equilibrio mayor y que los impactos del cambio climático nos afecten menos”, dijo Vélez al abrir el jueves 1º de setiembre el Congreso Nacional de Minería. Y comenzó a funcionar la fábrica de memes. El presidente Petro salió en su defensa desde su cuenta de Twitter: “Cuando entré a estudiar mi especialización de desarrollo y medio ambiente, en la Universidad de Lovaina, lo primero que me enseñaron fue la ‘Teoría del decrecimiento’ de Serge Latouche”. Y agregando un link los mandó a leer.

Conviene hacerle caso. En la lectura y en la postura. A un mes de su toma de mando, Petro no sólo ha venido desmontando barreras (es literal), esquivando atentados a sus comitivas (también) y atragantando a locutores que experimentan inéditas dificultades para nombrar como presidente al presidente, sino que también ha colocado el tema ambiental como uno de los ejes más renovadores de una izquierda que venía rezagado en esa temática. Hay una perspectiva que se puede emparentar –tercera banda– a la que recoge la nueva perspectiva constitucional chilena. Más allá del resultado del domingo 4, es claro que hay una voluntad de transformar la carta magna y de hacerlo en una dirección transformadora, en un proceso que el presidente de ese país, Gabriel Boric, tendrá el desafío de conducir.

Decrecer, porque progreso no es siempre una idea que deba abrazarse sin cuestionar. Pero, sobre todo, decrecer para que las sociedades que menos tienen, crezcan. Es decir, decrecer para evitar la trampa al solitario del “desarrollo sostenible”8 y así lograr un planeta que, de verdad, pueda tener las condiciones para empezar a ser una casa sin excluidos, una vez que a la cuestión ambiental se le adicione la redistributiva (en un virtuoso viceversa). Parados ahí, los gobiernos de esta tercera ola progresista –que hasta que llegue “el octubre de Lula” no se sabrá qué tan ola es– podrán mirar mejor hacia el futuro.

Roberto López Belloso, director de Le Monde diplomatique Uruguay.


  1. Para una caracterización del “fenómeno Milei” ver “Derecha pop”, cobertura de tapa de Le Monde diplomatique Uruguay, junio de 2022

  2. “‘Gracias, diputada’, la ironía de Cecilia Moreau para frenar a Milei”, sin firma. Página/12, 3-9-2022. 

  3. “El discurso y el acto”, Le Monde diplomatique edición Cono Sur, www.eldiplo.org 

  4. “El quiebre del consenso pos dictadura”, Le Monde diplomatique edición Cono Sur. 

  5. “CIDH llama a Brasil a prevenir, investigar y sancionar hechos de violencia en el contexto del próximo proceso electoral”, www.oas.org, 29-7-2022. 

  6. “Asesinado a tiros un dirigente del PT brasileño a manos de un bolsonarista”, Joan Royo Gual. El País, Madrid, 10-7-2022. 

  7. “Irene Vélez, ¿una ministra que actúa como activista?”, sin firma. El Colombiano, 4-9-2022. 

  8. Ver “La cara oculta de las cumbres de la Tierra”, Aurélien Bernier. Le Monde diplomatique Uruguay, junio de 2022. 

¿Tenés algún aporte para hacer?

Valoramos cualquier aporte aclaratorio que quieras realizar sobre el artículo que acabás de leer, podés hacerlo completando este formulario.

Este artículo está guardado para leer después en tu lista de lectura
¿Terminaste de leerlo?
Guardaste este artículo como favorito en tu lista de lectura