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Almudena Cid durante la final de gimnasia rítmica de los XV Juegos Mediterráneos 2005 en Almería, España.

Foto: Luis Gene, AFP

Los Juegos Olímpicos en la era de la pereza

8 minutos de lectura
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La paradoja parece clara: mientras por las pantallas se accede a un culto al cuerpo y al éxito, la obesidad afecta a más de 1.000 millones de personas en todo el mundo. A esta realidad contradictoria, que no es la única, contribuye el esquema de auspicio de los Juegos Olímpicos, liderado por algunas empresas que ofrecen productos que están lejos de ser saludables.

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Como espectáculo total, los Juegos Olímpicos ocupan un lugar particular en el imaginario colectivo que se forja a partir de un abordaje mediático consensuado. Sin embargo, la fuga hacia la exageración apenas esconde la lista de compromisos no cumplidos: el dinero pulverizó el amateurismo en todas las disciplinas; las sanciones discrecionales –contra Rusia, pero no contra Israel– reemplazaron a la antigua tregua; el Comité Olímpico Internacional (COI), órgano supraestatal, se revela de lo más opaco; beneficios económicos efímeros justifican enormes gastos públicos; las restricciones impuestas en nombre de la seguridad aplastan las libertades; las vociferaciones chauvinistas de los comentaristas aniquilan cualquier espíritu de fraternidad entre los pueblos...

Pero ¿qué pensar desde el punto de vista del deporte mismo? ¿No podrían estos Juegos Olímpicos poner en marcha un círculo virtuoso en favor de la actividad física? Nadie duda de que representan un momento al margen, único, para los atletas que se clasifican. Su abnegación para llegar al nivel más alto inspira respeto. Su alegría en cada victoria es verdaderamente auténtica pues cada medalla ganada les abrirá las puertas de una renta. Pero ¿sirven estos Juegos como ejemplo, cuando la exacerbación de la rivalidad empuja a todo tipo de excesos? ¿Pueden los grandes acontecimientos deportivos internacionales (GESI, por sus siglas en francés) generar un entusiasmo deportivo y repercusiones positivas para el bien público?

“Los Juegos insuflarán un impulso inédito a las prácticas deportivas de nuestros conciudadanos”, declaró la ministra de Deportes de Francia, Amélie Oudéa-Castéra, en un suplemento de Le Parisien el 18 de enero. Así, la jerarca sostenía la tesis del “efecto demostración” o “goteo” de los GESI mientras lanzaba la promoción de la actividad física y el deporte como la “gran causa nacional” de 2024. Muchas estrellas francesas (el exfutbolista Thierry Henry, la atleta Marie-José Pérec, la tenista Amélie Mauresmo, el exfutbolista Didier Deschamps) apoyan esta campaña de comunicación que incita a “moverse” al menos 30 minutos al día. “Con la organización de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos –declaró Oudéa-Castéra– tenemos la oportunidad única de convertir a Francia en la nación deportiva que tanto deseamos. Este encuentro será también una ocasión sinigual para colocar al deporte y sus beneficios en el centro de nuestra sociedad”.

Efecto no inmediato

El sedentarismo está llevando a la humanidad a un giro antropológico que todavía se subestima. La obesidad afecta ya a más de 1.000 millones de personas en todo el mundo: el 42 por ciento de los hombres en Estados Unidos, por ejemplo, casi el 50 por ciento en Perú o el 40 por ciento en Rumania, y más del 80 por ciento de las mujeres en algunas islas del Pacífico1. El riesgo inherente a la inactividad física se está convirtiendo en un imperativo prioritario dentro de la salud pública. Pero la investigación internacional que establece esta constatación concluye que “la mayoría de los esfuerzos para prevenir la obesidad se concentraron en el comportamiento individual o en modificaciones aisladas del entorno edificado o alimentario. Estos esfuerzos tuvieron poco impacto en la prevalencia de la obesidad, en parte porque los alimentos sanos y la práctica del deporte y otros estilos de vida activos no son accesibles o abordables para las personas de ingresos bajos y poco autónomas”2.

Los beneficios del ejercicio físico para la salud no necesitan ser demostrados. Todos los órganos, incluido el cerebro, se benefician de él y a todas las edades. Es un medio esencial para evitar la mayor parte de las enfermedades, pero también para contribuir a curarlas. “Promover la práctica de actividades físicas se presenta, entonces, como un desafío nodal para prevenir tanto el aumento de la incidencia de patologías crónicas como sus consecuencias”, observa, por ejemplo, un grupo de expertos, que recomienda prescribirla “en todas las etapas de una patología”3. Sin embargo, en Francia, el 47 por ciento de las mujeres y el 29 por ciento de los hombres son físicamente inactivos, y el 73 por ciento de los jóvenes de 11 a 17 años no alcanzan lo recomendado en la materia4. El país anfitrión de los Juegos Olímpicos ocupa el puesto 119 en un rango de 140 países clasificados según la actividad física de los adolescentes5.

Es una ilusión pensar que 15 días de entretenimiento bien condimentados con suspenso pueden ejercer una influencia en los comportamientos individuales. Se hicieron numerosos trabajos sobre la “herencia” de los Juegos Olímpicos y las repercusiones de los GESI en diversos ámbitos: infraestructuras, turismo, medioambiente, cohesión social, etcétera. En cuanto a los efectos sobre la actividad física en general, un análisis de todas las publicaciones de las dos últimas décadas concluye: “Nuestra revisión sistemática no mostró ningún efecto inmediato o diferido del hecho de alojar eventos deportivos, del éxito en los deportes o del rol de modelo del deporte de élite en el aumento de la actividad física de jóvenes o adultos. No se observó ningún beneficio ni a nivel local ni a gran escala. (...) La promoción del deporte de élite por sí sola no parece capaz de aumentar la práctica del deporte en la población. Por lo tanto, los responsables de la toma de decisiones y los responsables políticos deberían ser conscientes [de sus] efectos limitados (...) en la mejora de los modos de vida activos”6.

Aunque el éxito de algunos deportistas excepcionales –como Martin Fourcade en biatlón7 o las selecciones francesas de fútbol en 2021– puede mejorar, en el momento, el número de las adhesiones a las federaciones en cuestión, el entusiasmo no afecta sino a la población que ya es deportiva. “Sobre todo, el efecto es muy reducido a lo largo del tiempo, ya que, sin un esfuerzo sostenido, el número de personas que practican deportes en las distintas asociaciones cae unos meses después de realizado el evento”, constata un estudio francés8. Si se sigue la evolución de la población japonesa que había asistido a los Juegos de Tokio en 1964, se observa una práctica más regular que la de las generaciones posteriores. Pero las encuestas realizadas después de los Juegos de Sídney (2000), Pekín (2008), Vancouver (2010) y Londres (2012) no mostraron nada concluyente, a pesar de la campaña, en el caso de este último ejemplo, “Inspirar a una generación” que acompañó al evento deportivo. Más asombroso todavía resulta que los Juegos Paralímpicos de Londres “no tuvieron un impacto positivo en la motivación deportiva de las personas con discapacidades, e incluso se produjo una baja de su actividad física9” en los cinco años siguientes.

Contradicciones

El mensaje del gobierno francés sobre el “deporte-salud” es un mandato paradójico en la medida en que dos símbolos mundiales de la “comida basura” ocupan un lugar central en los dos principales espectáculos deportivos organizados en Francia: Coca-Cola en los Juegos Olímpicos y McDonald’s en los próximos cuatro años de la Liga 1 de fútbol. ¿La emergencia sanitaria no debería llevarnos a luchar contra el marketing alimentario, sobre todo si afecta a los niños? ¿No sería más eficaz un impuesto a la publicidad de productos azucarados o su directa prohibición que una medalla que se entrega entre dos eslóganes de semejantes patrocinadores? La intimación a “moverse” se choca de frente contra la intensificación del trabajo de las últimas décadas, contra la generalización de la posición sentada ante una pantalla, contra el hecho de que se haya frenado la reducción del tiempo de trabajo en los últimos 25 años, o incluso con que, a la inversa, se haya aumentado la edad jubilatoria mínima.

La contradicción más espectacular surge en el desprecio paralelo que expresan los poderes públicos y los medios de comunicación respecto de la educación física y deportiva (EPS, por sus siglas en francés). El 15 de marzo, los profesores de esta disciplina se manifestaban para recordar que “todo comienza en la escuela”. “Desde 2017, año en que se adjudicaron a París los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de 2024, el lugar de la EPS y el deporte escolar no dejó de deteriorarse en nuestro país”, lamentaba el Sindicato Nacional de Educación Física (SNEP) en una solicitada. Y agregaba: “Los dispositivos gubernamentales (dos horas en el primer ciclo de la secundaria, una actividad cotidiana de 30 minutos en la escuela primaria) no están a la altura de los desafíos y sólo alcanzan a una minoría de alumnos”. Los profesores reclaman cuatro horas semanales de EPS en todos los niveles –contra las dos horas que existen hoy en la escuela secundaria– y un plan de inversión en equipamientos deportivos. “Me voy a ganar algunos enemigos al decirlo, pero no somos para nada un país deportivo”, sintetizaba con amargura el nadador Florent Manaudou10.

Un colectivo promotor de la EPS en Seine-Saint-Denis señala que los profesores no reciben “los medios necesarios de parte del Estado para hacer respetar las leyes de la República en materia de práctica deportiva”11. En el departamento de Stade de France, donde profesores y padres de estudiantes se manifestaron esta primavera boreal para reclamar un “plan de emergencia para la educación”, el número de instalaciones deportivas no representa sino un tercio de la media nacional, con una antigüedad global de más de 40 años. Cerca del 40 por ciento de los alumnos que tienen alrededor de 12 años no sabe nadar. Los clubes rechazan socios por falta de espacio. El colectivo de promoción pide que, por cada euro que se gaste en los Juegos, se destine otro al desarrollo de la EPS...

Contra la mercantilización

El “efecto goteo” del deporte de élite no puede funcionar por razones que hoy identificamos con claridad. El espectáculo deportivo profesional celebra el culto al cuerpo y a la victoria. Fomenta el ritmo infernal, minimiza las lesiones crónicas e incluso el doping. Todos estos ingredientes son incompatibles con la dimensión lúdica y colectiva en la que se basa el deporte de masas. Para convertirse en olímpicas, varias disciplinas, como ocurrió hace poco tiempo con la escalada y el esquí de montaña, tuvieron que renunciar a lo que constituye su originalidad: la diversión, la confrontación con los elementos de la naturaleza, lo desconocido, los riesgos. Por el contrario, los Juegos Olímpicos imponen un marco que es expulsivo: “La obligación de un entorno artificial y estandarizado, una cultura del antagonismo, del automatismo y del individualismo”12.

“El primer paso hacia la actividad física consiste en tomar conciencia de la fuerza de atracción que tiene lo sedentario –observan dos científicos que estudiaron las raíces profundas y fisiológicas de la inactividad13–. “Al ‘deporte espectáculo’ se le asocia demasiada incomodidad, dolor, dominación y fracaso”. Y concluyen: “En cambio, si la actividad física se acompaña de placer, bienestar e incluso de un sentimiento de orgullo, entonces nuestro cerebro tratará de reforzar, por el contrario, nuestro compromiso con esta actividad. Estas emociones positivas experimentadas durante nuestras sesiones en alguna actividad física ayudarán a contrarrestar nuestra tendencia espontánea a hacer el menor esfuerzo”. Estas sensaciones serán mucho más positivas y duraderas si se producen en un entorno tranquilo, no mercantilizado, distinto, especialmente al aire libre.

Philippe Descamps, de la redacción de Le Monde diplomatique, París. Traducción: Merlina Massip.

Punto uy

En Uruguay, 65 por ciento de las personas adultas y casi 40 por ciento de los niños tienen sobrepeso u obesidad, según un estudio de 2019 del Ministerio de Salud Pública (1). Un reporte de Unicef de 2023 situó al país en el noveno lugar de las Américas en este problema y duplicando el promedio mundial (la diaria, 31-8-2023). En promedio, la obesidad pasó de afectar al 20,6 por ciento de la población uruguaya en 2000 a ser un problema de salud para el 27,9 por ciento dos décadas más tarde (El Observador, 1-12-2021). Las formas de prevenirla, más allá de las eventuales campañas de promoción deportiva, parecen asociarse, en Uruguay, con el etiquetado frontal de alimentos. Para la Organización Panamericana de la Salud (OPS), esta es una herramienta importante para la vida saludable en un país donde la venta de bebidas azucaradas y alimentos con exceso de azúcares se triplicó entre 1999 y 2013 (2). En agosto de 2018, Uruguay aprobó la implementación de un sistema de rotulado nutricional basado en advertencias, por medio del Decreto 272/18. La OPS destacó que, en el primer estudio posterior a esta medida, el 58 por ciento de los consumidores encuestados declaró haber cambiado su opción de compra al ver el nuevo etiquetado en las góndolas de un supermercado (3). Sin embargo, en 2021 el país aumentó los niveles de tolerancia entre un 25 y un 50 por ciento (EFE, 6-2-2021), generando polémica con la gremial médica.

(1): “Sobrepeso y obesidad”, Ministerio de Salud Pública, Uruguay 16-5-2019.

(2): paho.org/es/campanas/uruguay-etiquetado-alimentos

(3): “Efectos del etiquetado frontal de alimentos en Uruguay”, paho.org, 5-6-2020.


  1. Véase a Benoît Bréville, “Obésité, mal planétaire”, Le Monde diplomatique, París, setiembre de 2012. 

  2. NCD Risk Factor Collaboration, “Worldwide trends in underweight and obesity from 1990 to 2022: A pooled analysis of 3663 population-representative studies with 222 million children, adolescents, and adults”, The Lancet, 403, 10431, Londres, 29-2-2024. 

  3. Activité physique. Prévention et traitement des maladies chroniques, Institut national de la santé et de la recherche médicale (Inserm), EDP Sciences, Les Ulis, 2019. 

  4. “Les chiffres clés”, Observatoire national de l’activité physique et de la sédentarité

  5. Regina Guthold, Gretchen Stevens, Leanne Riley y Fional Bull, “Global trends in insufficient physical activity among adolescents: A pooled analysis of 298 population-based surveys with 1.6 million participants”, The Lancet Child & Adolescent Healty, 4, 1, Londres, 21-11-2019. 

  6. Alexis Lion, Anne Vuillemin, Florian Léon, Charles Delagarelle y Aurélie van Hoye, “Effect of elite sport on physical activity practice in the general population: A systematic review”, Journal of Physical Activity and Health, 20, 1, Champaign (Illinois), 2023. 

  7. N. de la R.: El biatlón es un deporte de invierno que combina el esquí de fondo y el tiro con carabina. 

  8. Mathys Viersac y Michaël Attali, “Discuter l’héritage social et culturel des grands événements sportifs. Une revue de littérature internationale”, Staps, 134, Brest, 2021. 

  9. Pengfei Shi y Alan Bairner, “Sustainable development of olympic sport participa­tion legacy: A scoping review based on the PAGER framework”, Sustainability, 14, 13, Bâle, 1-7-2022. 

  10. France 2, 11-11-2023. 

  11. Colectivo permanente de defensa y promoción del EPS, del deporte escolar y del movimiento deportivo en Seine-Saint-Denis. 

  12. Pierre Parlebas, “Jeux olympiques, jeux éducatifs? Les sports de Rio 2016”, Fré­déric Viale (director), Paris JO 2024. Miracle ou mirage?, Libre et Solidaire, París, 2018. 

  13. Boris Cheval y Matthieu Boisgontier, Le Syndrome du paresseux. Petit précis pour combattre notre inactivité physique, Dunod, Malakoff, 2020. 

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