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El minarete de la mezquita en la Plaza del Pesebre se refleja en un crucifijo de oro durante la procesión de Nochebuena, en 2002, en la ciudad de Belén (Cisjordania). Millones de cristianos de todo el mundo celebran el nacimiento de Jesucristo, quien según la tradición bíblica, nació allí. Hoy Belén es predominantemente musulmana.

La tierra de los creyentes

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Jerusalén es el centro histórico de las tres religiones monoteístas y es sagrada para millones de creyentes. “Es sin duda un mundo mágico y místico, un lugar donde los colores, los sonidos y los olores te transportan en el tiempo”, dice el fotoperiodista Quique Kierszenbaum, que reside en la región desde hace más de dos décadas.

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Monjes armenios en el servicio del mediodía en la Gruta de la Iglesia de la Natividad, el 18 de enero de 2003, en Belén. Los cristianos ortodoxos celebran la Navidad en esta fecha.

Rhody Noura, de 21 años, es un libanés nacido en Israel que estudia para ser sacerdote. Representa el sufrimiento de Jesús en la Vía Dolorosa en la Ciudad Vieja de Jerusalén. Miles de cristianos de todo el mundo recrean la ruta que hizo Jesús hacia su crucifixión.

Un sacerdote ortodoxo cristiano en la ceremonia del Fuego Sagrado en la Iglesia del Santo Sepulcro en la Ciudad Vieja de Jerusalén, el sábado 29 de abril de 2000, en la Semana Santa de Pascua. La ceremonia se celebra de la misma manera desde hace 11 siglos.

Una monja cristiana en la Basílica de la Natividad, el 18 de junio de 2006. El edificio es compartido por la Iglesia Ortodoxa Griega, la Iglesia Apostólica Armenia y la Iglesia Católica, con derechos menores para los ortodoxos sirios y coptos.

A lo largo de los años, he tratado de comprender qué es lo que lleva a miles de creyentes cristianos, judíos y musulmanes a elegir un modo de vida gobernado por la religión en una forma estricta e inflexible, incluso en sus más mínimos detalles, hasta en la forma de vestirse y comportarse. Para un grupo sustancial de devotos de las tres religiones, la vida continúa como siempre lo ha hecho a través de la historia: cumplen el papel de preservar la liturgia, los lugares santos y las creencias religiosas nacidas en el lugar que, para ellos, marca el comienzo de todo.

He visto a peregrinos de todo el mundo acudir a la Tierra Santa para cumplir su sueño religioso. Vienen a ver con sus propios ojos y tocar con sus propias manos lugares que son una prueba viviente de su fe. Todos actúan en el nombre de Dios. Todos afirman poseer la verdad absoluta cuando se trata de fe y creencia. Todos ellos dedican sus vidas a la religión en la Tierra Santa.

Fotografiar ceremonias religiosas y lugares sagrados es un rito en sí mismo: para entenderlos, hay que volver año tras año, hay que aprender de qué trata cada celebración, hay que estudiar sus reglas; hay que hablar con quienes las conducen y con los devotos y peregrinos de las distintas religiones, y también prestar atención a los detalles, hasta los menores detalles. Y lo más importante es no juzgar los ritos. No soy una persona creyente pero, viviendo en el lugar que vivo, es un desafío interpretar en un idioma visual sus creencias llenas de una carga emocional que transmite una fuerza especial.


Un niño sirio ortodoxo en la ceremonia del Fuego Sagrado en la Iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén, el 4 de mayo de 2002.

Un creyente cristiano y la estrella de 14 puntas, que marca el sitio exacto, según la creencia cristiana, en el que Jesús nació en la Gruta de la Basílica de la Natividad en Belén.

Fieles cristianos etíopes en la ceremonia del Fuego Sagrado en la Iglesia Deir Al-Sultan, en el techo del Santo Sepulcro, en la Ciudad Vieja de Jerusalén, el 14 de abril de 2012.

Judíos ultraortodoxos, conocidos también como “temerarios de Dios”, revisan etrogs, cítricos usados en los rituales durante el festival de Sucot, el 30 de setiembre de 2001, en el barrio de Mea Shearim, en Jerusalén. El festival conmemora la larga caminata del pueblo judío por el desierto durante su su éxodo desde Egipto.

La historia nos muestra cómo parte de los conflictos y las guerras en la zona han tenido como base justamente la importancia de la Tierra Santa para las distintas religiones; con este trabajo no busco entrar en esa difícil coyuntura de la que se ha escrito y documentado tanto, sino enfocarlo en la vida diaria de sus creyentes.

En un mismo sitio geográfico se encuentran muchos de los lugares más sagrados para las tres religiones, como el Muro de los Lamentos, el Monte del Templo, el Santo Sepulcro, la Basílica de la Natividad, la Cúpula de la Roca y la Mezquita de Al Aqsa, entre tantos otros. Pero además, está lleno de caminos, monumentos y lugares de culto que son piedras fundamentales para las diferentes creencias.

Una madre ultraortodoxa junto a su hija en Mea Shearim. Popularmente conocidas como "las talibanes judías", forman un grupo religioso dentro del judaísmo Jaredí, concentrado principalmente en Israel, que afirma que la modestia requiere una cobertura de todo el cuerpo de la mujer, incluso la cara.

Un judío religioso Jaredí o temerario en la explanada junto al Muro de los Lamentos, el 18 de julio de 2002, en la Ciudad Vieja de Jerusalén. En Tisha Ve Av el pueblo judío reza y ayuna en memoria de los dos templos destruidos hace miles de años. También se duerme allí, como símbolo de luto por la destrucción.

Judíos ultraortodoxos celebran Purim, en Mea Shearim, que conmemora la salvación de los judíos de los antiguos persas hace unos 2.500 años, como se describe en el libro de Ester. Las celebraciones incluyen regalos, caridad, disfraces y actividades prohibidas en la vida diaria. Se consumen grandes cantidades de alcohol.

Ultraortodoxos antes de hornear la matzah o pan sin levadura, en la comunidad de Belz en Jerusalén. Judíos religiosos y observantes de todo el mundo lo comen durante la festividad de Pesaj de ocho días (Pascua) para conmemorar el éxodo de los judíos de Egipto hace unos 3.500 años y la difícil situación de sus antepasados al abstenerse de comer alimentos leudados.

Incluso en los períodos más violentos del conflicto, los adeptos a las distintas religiones mantienen su vida diaria regida por la idea de continuar y preservar la religión y sus ritos basados en la fe profunda.

El pilar de las religiones es la fe. Cuando uno cree en la existencia de una fuerza superior, acepta sus conceptos, sus valores, sus explicaciones y su simbolismo. Para una persona atea como yo, aprender ese simbolismo y plasmarlo en imágenes es una experiencia enriquecedora; es como aprender una nueva lengua y con ella transmitir esas experiencias milenarias.

Niños judíos ortodoxos en Mea Shearim, el 10 de setiembre de 2002. Yom Kipur, el Día del Perdón, es el más sagrado en el año judío. En este ritual se cree que los pecados del año a culminar se transfieren al ave, que luego será sacrificada y entregada a los más necesitados.

Fieles judíos ortodoxos en el Muro de los Lamentos, en la Ciudad Vieja de Jerusalén, con las cuatro especies que marcan el rito en el festival de Sucot: tallos de hojas de palmera, cítricos, mirtos y ramas de sauce. 23 de octubre de 2016.

Un joven musulmán en la Mezquita Al Aqsa en la Ciudad Vieja de Jerusalén, parte del complejo religioso de la Explanada de las Mezquitas. La tradición musulmana establece que el profeta Mahoma subió al cielo desde allí convirtiéndola en el tercer lugar más importante para el Islam.

Una mujer musulmana, el 27 de diciembre de 2000, en el cementerio de la ciudad de Ramallah en Cisjordania. Como parte de la tradición que marca el fin de Ramadán, los musulmanes visitan las tumbas de sus seres queridos después de las oraciones de la mañana al final del mes sagrado.

Un hombre en la Cúpula de la Roca, o el Domo de la Roca, un monumento islámico situado en Jerusalén. Según la creencia musulmana, es el punto exacto desde el que Mahoma ascendió a los cielos para reunirse con Dios, acompañado por el ángel Gabriel. En honor a ese episodio, el noveno califa, Abd al-Malik, construyó el edificio entre los años 687 y 691. Técnicamente, la Cúpula de la Roca no se considera una mezquita, pero es un lugar de culto para el Islam.

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