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Foto: Marcelo Casacuberta

Testigo de tres siglos

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Se dice que en Fray Bentos, departamento de Río Negro, es donde empieza la Revolución Industrial de este lado del mundo. La icónica chimenea del ex Frigorífico Anglo continúa contemplando desde su altura la ciudad que supo ser la base de la alimentación aliada durante dos guerras mundiales. “Londres se está ahogando y yo vivo junto al río”.*

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Alemanes y británicos, ingenieros e inversores. Pasando la segunda mitad del siglo XIX, la Villa Independencia, un paraje con un puerto donde se podría navegar con barcos de gran porte, fue el lugar elegido para instalar una industria pionera en esta orilla del hemisferio, por su tamaño y por su plan de negocios. Es así que en 1866 llega desde Gran Bretaña, el corazón comercial del mundo, una impactante maquinaria que un año después ya estaba en funcionamiento. La innovadora industria se dedicaría a fabricar extracto de carne.

Justus von Liebig fue el químico alemán que desarrolló la fórmula. Su hallazgo fue publicado en varias revistas científicas en la década de 1840. Por su alto contenido proteico, muchas de las publicaciones la consideraban un preparado medicinal más que un alimento.

Por el Anglo pasaron miles de empleados de 40 nacionalidades. De allí provenía el corned beef que alimentó a las fuerzas aliadas en la Primera y en la Segunda Guerra Mundial. En este gran complejo industrial de inspiración inglesa fue donde se encendió la primera lamparita eléctrica. ¿Para confort de las familias o para poder tener turnos de trabajo más allá de la puesta del sol? Desde la sección de etiquetado, se contrabandeaban frases escritas a mano que llegaban en las latas alentando a los soldados. Este lugar fue la cocina del mundo.

Fueron 100 años de nutrir expedicionarios, científicos, soldados y poblaciones civiles que sufrían escasez de alimentos. ¿Qué podíamos esperar de una maquinaria que trabajó sin descanso durante un siglo? Sí, el Estado lo compró en 1968, casi obsoleto, y 11 años después, crisis institucional y económica mediante, se cerraron sus puertas. Quedó la nostalgia: Fraybentinos pasaban por allí contando lo que recordaban, algunas historias reales, otras algo más fantásticas.

Hoy el ex Frigorífico Anglo luce orgulloso su rol de Museo de la Revolución Industrial. Sus amplios espacios refaccionados, la maquinaria testigo suspendida en el tiempo, latas originales que contenían el mítico alimento, fotografías de la plantilla variopinta, crónicas e instalaciones sonoras y hasta souvenirs. En 2015 fue declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco.

(*): The Clash, “London Calling”, London Calling, CBS, 1979.

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