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Socorro Venegas y Juan Casamayor

Foto: S/D autor

Con Socorro Venegas y Juan Casamayor, editores de Vindictas. Cuentistas latinoamericanas

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El libro reúne cuentos de 20 autoras que no hay que olvidar.

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Editar

Vindictas es una colección editorial creada en la Dirección General de Publicaciones de la UNAM en 2019. Dirigida por la escritora mexicana Socorro Venegas, se propone reeditar novelas de autoras latinoamericanas del siglo XX que han sido olvidadas a pesar de la altísima calidad literaria de sus obras. A cada reedición –en su mayoría de textos imposibles de encontrar en catálogos de grandes sellos– se le suma un texto introductorio de una autora contemporánea, con la idea de reunir escritoras jóvenes con sus madres literarias. Esta más que necesaria vindicación literaria, surgida desde un planteo en principio académico, presentó los primeros cinco títulos en la Feria de Guadalajara de ese mismo año, y fue en esa misma feria que se concretó un acuerdo entre la UNAM y el editor español Juan Casamayor, del sello Páginas de Espuma, para ampliar el campo de batalla al terreno del cuento y el relato corto.

Socorro Venegas y Juan Casamayor trabajaron juntos durante un año, coincidiendo con los respectivos confinamientos en México DF y Madrid, en la antología Vindictas. Cuentistas latinoamericanas. En la contraportada de la coedición entre la UNAM y Páginas de Espuma, un texto de Jorge Volpi da cuenta del valor de esta publicación que se distribuye en todo el continente: “Esta antología de cuentistas latinoamericanas surge para cuestionar la convicción de que conocemos los grandes cuentos del siglo XX. Su apuesta es desestabilizar nuestra historia literaria, intervenir en la lucha contra el olvido mediático y muy especialmente contra la extensa serie de obstáculos, prejuicios y reparos con que se han topado estas autoras a lo largo de la historia, entre otros, la normalización de su invisibilidad”.

¿Cómo fue la tarea de investigación para la selección de Vindictas. Cuentistas latinoamericanas? ¿De qué manera se fueron complementando ustedes desde sus distintas experiencias como editores?

Socorro Venegas: Yo venía de la experiencia con las novelistas que hemos publicado en la colección Vindictas, y puedo decirte que en el caso de las cuentistas ha sido ir de una sorpresa a otra, encontrando verdaderas joyas. Ustedes en Uruguay probablemente conozcan muy bien a Armonía Somers, pero es increíble cómo autoras como ella, en otros países de América Latina, se quedaron muy dentro de las fronteras, aun cuando tenían una obra que justificaba un conocimiento mucho más amplio en todo el mundo.

Juan Casamayor: Socorro ha dicho algo sustancial y es el hecho de que las escritoras estaban dentro de las fronteras, lo cual termina siendo una de las conclusiones de nuestro trabajo de investigación y edición. Pero eso también está en la semilla del trabajo que hicimos a distancia, porque de alguna manera nosotros nos vimos obligados a romper fronteras: ella desde México y yo en España; ella desde el ámbito universitario, con toda la capacidad que tienen para crear análisis, debates y diálogos, y yo con la mecánica de una editorial independiente que mantiene una línea combativa en la difusión del cuento. Lo que no nos esperábamos en diciembre de 2019, cuando planeamos el proyecto, fue que en marzo de 2020 el mundo se partiera y las fronteras se establecieran de una forma bastante sádica. No sólo eran las fronteras de nuestras naciones, de nuestras ciudades, sino que eran las fronteras de nuestros domicilios. Y esta situación, de fronteras cerradas, nos llevó paradójicamente a potenciar una red de escritoras y de académicas jóvenes que nos han nutrido de nombres, de obras, de cuentos, que fuimos leyendo y releyendo, y todos los domingos quedábamos para charlar sobre nuestras lecturas. La investigación que hicimos ha sido lo más apasionante que a mí me ha pasado a lo largo de 2020: la capacidad de abrir una ventana y poder leer durante todo un año como no había leído desde que era adolescente.

Socorro Venegas: En cuanto a la investigación, se trabajó con la misma metodología de Vindictas, y a eso se sumó el bagaje de Juan como editor especializado en cuentos.

Juan Casamayor: Sí, llevo 20 años editando cuentos en Páginas de Espuma, pero tengo que confesar que de las 20 autoras que elegimos, una por país, todas con una obra destacadísima, yo conocía –de antemano– solamente a cuatro de ellas. Y este es otro de los síntomas y de las conclusiones a las que llegamos: hasta qué punto están invisibilizadas y silenciadas. Hubo en todo momento un dolor siempre presente, una rabia enorme, por no haber podido leer antes a estas escritoras.

El nombre de la colección, Vindictas, remite directamente a venganza. Es un concepto fuerte, que siento que se vincula también con ese dolor que acaba de mencionar Juan, que es el correlato directo de la invisibilidad de tantas autoras y de sus obras.

Socorro Venegas: Es cierto: Vindictas a lo primero que remite es a la noción de venganza. Y es precisamente el centro conceptual de la antología y de toda la colección: hay que poner las cosas en orden, hay una necesidad de hacer justicia por escritoras que no tuvieron las mismas oportunidades que sus colegas hombres en un ámbito literario eminentemente machista. Pero también es una palabra, y yo simplemente me enamoré de la palabra, por supuesto que en plural, para mantener y potenciar otra acepción del término, también fundamental, que tiene ver con resguardar y proteger. La escritora ecuatoriana María Fernanda Ampuero ha señalado, sobre la colección Vindictas, que es un proyecto de escritoras exhumando escritoras. Y es así. Y es una imagen dolorosa, que no es precisamente fácil de procesar porque, como decía recién Juan, nos perdimos de autoras que nos hubiera encantado conocer. A mí me pasó con Armonía Somers, con Mimí Díaz Lozano. Me hubiera gustado leerlas antes, cuando yo estaba adquiriendo mis armas como escritora. Me hubiera sentido menos sola escribiendo lo que yo quería escribir; a lo mejor me hubiera sentido menos insegura también, o hubiera sentido que no estaba mal de la cabeza, ¿no? Por eso también me gusta mucho decir, cuando hacemos estas ediciones, o en esta antología de cuentos, que no estamos dándoles voz a las autoras, sino que estamos acompañándolas, amplificando su voz. Estamos dándoles el espacio que su trabajo merece. En algunos casos lograron publicar con mucha dificultad, a veces con ediciones que ellas mismas pagaron, con ediciones que muchas veces fueron censuradas y retiradas por señores que se sentían ofendidos. Ahora mismo acabamos de publicar en la UNAM, en Vindictas, una novela de Lupe Marín, figura relevante de la cultura mexicana del siglo XX que estuvo casada con Diego Rivera y con un poeta también, con Jorge Cuesta, y en su novela ella habla de esos dos personajes que son fácilmente identificables. Y habla mal de ellos. ¿Qué crees que hicieron con esa novela, aparte de que ella sufrió el escarnio? Silenciarla. Y eso mismo pasó con algunas de las autoras que están en la antología de cuentos, como la boliviana María Virginia Estenssoro, a quien prácticamente la exiliaron de la escritura. Ella tuvo que dejar de publicar por la reacción tan terrible de una sociedad ultraconservadora. ¿Cuándo hemos visto que esto ocurra con escritores? ¿Cuándo hemos visto que en este mundo se hable de literatura de hombres, como sí se habla de literatura de mujeres? Siempre está esa impronta de irlas confinando, de irlas poniendo como en un corralito, como si no se pudiera comprender lo que ellas escriben como literatura, sin etiquetas, sin prejuicios, y sin todo este aparato que funciona para decir una vez y otra vez que lo que ellas producen es menor, para decirles que cuando surge un proyecto como Vindictas es condescendiente y que las publican porque son mujeres y no por el valor de su obra. Hay varios mensajes allí que, como decimos también en el prólogo, son manifestaciones machistas hacia la obra de las mujeres que no pueden ser leídas sólo como hechos históricos... porque lisa y llanamente no son del pasado y siguen manifestándose.

Juan Casamayor

Foto: Sin dato de autor

Al desafío de seleccionar a las autoras y un cuento que las represente se suma el armado de un posible guion, de cómo se encadenan los relatos, de las temáticas que narran. Una sensación que encuentra el lector de Vindictas. Cuentistas latinoamericanas es la de que se integran diferentes escrituras y sensibilidades. Esto lo aleja de una perspectiva superficial de reivindicación de género. ¿Qué tipo de decisiones tomaron en la elección editorial, en el armado del libro?

Juan Casamayor: Hay algo que nos pasó que se relaciona con esa idea de “guion” a la que refiere la pregunta. Posiblemente el guion de Vindictas. Cuentistas latinoamericanas, de la selección final, se vea y lo veamos a posteriori, porque te aseguro que cuando Socorro y yo empezamos, teníamos algunas claves y poco más. Estábamos a oscuras, como en la imagen de la portada, y tuvimos que empezar a iluminar todo el espacio para poder encontrar a estas escritoras silenciadas e invisibilizadas. En ese sentido, nos enfrentamos a un proceso de lectura y de selección que cubría casi un siglo y todo un continente, una cartografía del español, por lo que algo que rápidamente nuestro guion tuvo en cuenta era que hacer una antología era un fracaso de antemano. Esto iba a ser una selección, una puerta, una ventana abierta para poder leer a otras escritoras. Eso se estableció bastante claro cuando empezamos a trabajar. Y me gusta mucho que hayas sentido que se cubre en la selección muchas sensibilidades, muchos tipos de historias, distintas ópticas desde donde se trabaja la textura literaria, porque fue una idea que buscamos.

Socorro Venegas: Era muy importante mostrar que el mundo de las mujeres es tan complejo como el de los hombres, que no hay una temática que les es exclusiva. A lo largo de la historia hemos visto cómo se prefería que las mujeres escribieran poesía, porque eso estaba bien visto y parecía que les correspondía. O literatura para niños, que también les correspondía. Pero cuidado si querían hacer una novela, o cuentos experimentales. En fin. Entonces, creo que es un logro de Vindictas. Cuentistas latinoamericanas, precisamente, mostrar en toda su complejidad ese mundo de las escritoras, que no le debe nada al de los escritores. Al contrario, si hay una deuda, está de ese otro lado, porque eran sus amigos, eran sus colegas, porque las conocían y sabían que escribían, y no tuvieron la generosidad primera, que sería lo que uno espera de un amigo, que es que al menos te lean.

Me gustaría plantear el tema de la responsabilidad de los lectores, de los libros que tenemos o no en nuestras bibliotecas, de las decisiones que tomamos al elegir una lectura. ¿Qué piensan sobre esto?

Juan Casamayor: Yo no le pediría responsabilidad en primer grado al lector sobre esta situación. Creo que hay antes otros actores y otros interlocutores culturales que forman a los lectores. Si uno acude a los planes de estudio de primaria y secundaria de los niños, si uno acude a los programas universitarios de los distintos centros universitarios de Filología, de Letras, de estudios literarios, nos damos cuenta de que el canon de escritores, plural masculino, es el que sobresale y protagoniza la escena de la lectura. Si no tenemos alternativa de lectura, no les podemos exigir a los lectores que empiecen a buscar por ellos solos, porque no ha sido fácil, incluso para Socorro y para mí, que somos de alguna manera lectores especializados, armar esta muestra del siglo XX que plantea Vindictas. Cuentistas latinoamericanas. Lo que sí creo es que al lector se le puede ir pidiendo que haga un esfuerzo por leer y que tenga curiosidad, que abra las ventanas. Eso sí que se lo podemos pedir a los lectores y a las lectoras ahora, pero no les exijo responsabilidad ante lo que ha pasado. No sé Socorro qué opinará, porque esta pregunta la verdad es bonita porque nunca nos la habían hecho.

Socorro Venegas: Yo creo que Juan hace muy bien exculpando a los lectores, porque es verdad que funcionamos como lectores y estamos acostumbrados a las prescripciones de los suplementos culturales y de las escuelas, donde se sigue mostrando y enseñando la literatura como algo de hombres, y las mujeres escritoras siguen siendo una minoría de verdad escandalosa. Entonces, esas son las cosas que tenemos que ir detectando y encontrando como lectores: tenemos que empezar a preguntarnos al ver cualquier libro, sobre cualquier tema, si de verdad no había mujeres que podían tratar este tema con profesionalismo, con la altura que se necesita. Esa es una pregunta muy importante, porque la respuesta generalmente va a ser que sí había, pero que costaba trabajo llegar a ellas. Sí, es así, siempre nos va a costar más trabajo llegar a las escritoras. Muchos de los libros con los que trabajamos para Vindictas. Cuentistas latinoamericanas, o para la colección de novela, son libros que conseguimos en librerías de viejo, algo de lo que Juan sabe muy bien, porque él tiene todo un mercado negro allí, secreto, en el que consiguió los libros de una manera de verdad increíble. No debería ser tan difícil encontrarlas, llegar hasta ellas, pero es así. Entonces, es allí donde tenemos que trabajar los lectores, pidiendo a los editores y a los críticos que amplíen la mirada. No se trata de ganar espacios ni de quitar a los escritores hombres del escenario, pero sí se trata de que haya equidad, y de que se pueda también leer lo que ellas están escribiendo. Ahora parece que hay más espacios, pero yo creo que estamos en un escenario un poco engañoso. Todavía hay un trabajo largo por hacer, y hay una tarea que entendemos y que hemos asumido, tanto en Páginas de Espuma como en la UNAM, con estos proyectos, porque no queremos que en unos años se tenga que reivindicar a las escritoras que hoy aparentemente son muy conocidas y difundidas, porque poco a poco la dinámica de una sociedad que sigue siendo heteropatriarcal vaya sumando capas y capas de olvido sobre esas obras.

Socorro Venegas.

Foto: S/D autor

Juan Casamayor: Hay que subrayar esto porque es algo muy importante: las escritoras de la colección Vindictas no fueron necesariamente escritoras de la periferia y marginadas. En el momento de desarrollo de su vida intelectual, muchas de ellas eran escritoras plenamente asentadas en sus discursos, en sus escrituras, en sus hallazgos, y compartían su dedicación a la literatura con otras disciplinas: el arte, el cine, la diplomacia, la enseñanza, la universidad. Estaban en los foros donde había que estar, y en un momento algo se fracturó y fueron olvidadas. Por eso, yo como editor espero que estos sean los últimos retazos donde sea necesario hacer este tipo de antologías. Sería terrible que dentro de 50 o 60 años hubiera que hacer nuevas antologías para recuperar a las escritoras del primer tercio del siglo XXI, porque han desaparecido del canon y no sabemos muy bien cómo sucedió o se dejó que sucediera.

De alguna manera han respondido algo que quería preguntarles, sobre cómo analizan el actual boom de escritoras como Mónica Ojeda, Samanta Schweblin, Mariana Enriquez, Ariana Harwicz, Alejandra Costamagna y tantas otras autoras a nivel iberoamericano. Todo indica que es bastante más que una movida comercial o una moda, pero al mismo tiempo los vaivenes políticos y sobre todo el empoderamiento de pensamientos e ideologías conservadoras son bastante preocupantes.

Socorro Venegas: Sobre esto que acabas de decir, los lectores de mujeres jóvenes, contemporáneas, deben saber que hay unas madres literarias que abrieron puertas muy importantes, y que estas autoras de hoy se ven motivadas a honrar a esas madres literarias. Por ejemplo, ya que tú has mencionado a Mónica Ojeda, ella escribió el prólogo de la reedición de La mujer desnuda, de Armonía Somers, que es un libro increíble, inclasificable. Armonía es una escritora importante en la formación como lectora, como escritora, de Mónica. Samanta Schweblin siempre se refiere a Liliana Hecker, escritora argentina, hablando de ella como una maestra. Entonces, yo creo que hay allí un magma, una riqueza que no podemos perdernos los lectores, que estamos descubriendo a estas escritoras enormes, y que tenemos la posibilidad de saber cuál es el linaje de ellas, a qué linaje pertenecen, y que no demos por hecho o por sentado, como sí dan por hecho las antologías y los planes de estudios, que solamente se alimentaron de escrituras hechas por hombres. Y aunque quizás esto haya sido así en algunas épocas en las que ha sido difícil tener acceso a la obra de las autoras, pues es algo que precisamente un proyecto como Vindictas ha buscado reparar. Que nuestro acceso a estas escritoras importantes nos haga cuestionarnos como lectores, y esa sí es una responsabilidad del lector: preguntarnos, por lo menos dudar, si de verdad conozco la mejor literatura latinoamericana.

Juan Casamayor: Yo quería sumar a esto que otra de las conclusiones que sacamos en la investigación de Vindictas. Cuentistas latinoamericanas es que hay un rumor constante de boom que pasó en otras décadas. Y que justamente por eso a las escritoras de ahora, cuando se les pregunta si “hay un boom literario de escritoras”, lo niegan. O sea, si tú esto se lo comentas a Samanta, que es autora mía, o a Mónica, que es autora mía, lo niegan. Dicen que no, que las escritoras han escrito siempre, que siempre ha habido un boom de escrituras. Lo que ha habido es una implosión, no una explosión en la mercadotecnia. Entonces, por temas, por sensibilidades, por tejidos, por temáticas, todo eso ha sido como un mismo río. Ha sido un mismo grito. Y el sustantivo “grito” es muy importante en las poéticas de todas estas escritoras. Finalmente, has hecho una lectura política, y creo que este libro también la tiene. Cabe la lectura política dentro del libro, desde el momento en que las escritoras reflexionan sobre la centralidad del cuerpo, sobre distintos conceptos de las maternidades, sobre la relación propia y ajena de una sexualidad. A partir de ahí se crea un debate político en este libro. Y por este mismo debate político, algunas de estas escritoras fueron absolutamente orilladas, silenciadas e invisibilizadas... Lo bueno de todo esto es que yo creo que vamos a descubrir más escritoras y algunas de estas escritoras, gracias a la labor de la UNAM o de Páginas de Espuma, van a tener otra oportunidad, porque algunas nos han cautivado tanto que vamos a seguir impulsando su trabajo.

Vindictas. Cuentistas latinoamericanas. Socorro Venegas y Juan Casamayor (editores). Con relatos de Marta Brunet, Mimí Díaz Lozano, Hilma Contreras, Silda Cordoliani, Susy Delgado, Pilar Dughi, Mercedes Durand, María Luisa Elío, María Virginia Estenssoro, Rosario Ferré, Mercedes Gordillo, Gilda Holst, María Luisa de Luján Campos, Marvel Moreno, Bertalicia Peralta, María Luisa Puga, Ivonne Recinos Aquino, Armonía Somers, Mirta Yáñez, Magda Zavala. México, UNAM - Páginas de Espuma, 2020. 278 páginas.

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