Una investigación del diario The New York Times desarrollada en Haití intentó reconstruir una trama sobre el asesinato del presidente Jovenel Moïse, sucedido en julio, cuando un grupo de mercenarios entró a la residencia oficial. El informe, elaborado por María Abi-Habib, jefa de la corresponsalía del periódico para México, Centroamérica y el Caribe, afirma que antes de morir, Moïse elaboró un expediente con información sobre narcotraficantes vinculados con figuras políticas y empresarios del país. Según sus fuentes, entre las que se cuentan quienes trabajaron en ese archivo, el documento iba a ser entregado a la DEA, la agencia antinarcóticos estadounidense.
“El presidente les ordenó que no perdonaran a nadie, ni siquiera a las poderosas personalidades que lo ayudaron a llegar al poder. Los funcionarios aseguran que la medida forma parte de una estrategia contra presuntos narcotraficantes y eso podría explicar el motivo del asesinato”, señala el periódico.
Un elemento que coincide con esta hipótesis es el testimonio de Martine Moïse, la esposa del presidente asesinado, quien resultó herida durante el ataque y dijo que los asesinos registraron la casa buscando documentos, desordenaron los papeles en la oficina del gobernante y parecían haber encontrado algo antes de dejar el lugar. También algunos de los mercenarios contratados que fueron apresados dijeron que debían recuperar una lista de narcotraficantes de Moïse, según las fuentes del diario neoyorquino.
“En los meses previos a su asesinato, Moïse tomó medidas para limpiar el departamento de aduanas de Haití, nacionalizar un puerto marítimo con antecedentes de contrabando, destruir una pista de aterrizaje utilizada por narcotraficantes e investigar el lucrativo comercio de anguilas, que recientemente ha sido identificado como un mecanismo para blanquear capitales”, señala The New York Times.
El informe recuerda que el anterior presidente, Michel Martelly, tenía una fuerte influencia sobre Moïse, de cuya candidatura fue artífice, y señala que por eso el gobernante asesinado tenía a cargo de su seguridad a Dimitri Hérard, que fue un integrante destacado de la custodia de Martelly, aunque desconfiara de él. La noche del ataque a la residencia presidencial, no hubo resistencia de parte del equipo a cargo de la seguridad de Moïse. Según el testimonio de la esposa del presidente, este llamó a los encargados de protegerlo, pero no obtuvo respuesta.
De acuerdo con las fuentes del periódico, entre ellas el asesor de Moïse Gabriel Fortuné, en enero, Hérard había encargado unas 260 armas a un proveedor en Turquía como si se tratara de una compra oficial, y después las vendió. “Cuando Moïse se enteró de las armas que ordenó Hérard, no estaba sorprendido, estaba asustado”, dijo Fortuné. La confianza que se quebró entonces se recuperó poco después, cuando Hérard informó en febrero que había evitado un supuesto golpe de Estado contra Moïse. Según el diario, por entonces el presidente, que había culpado a los poderosos de Haití del supuesto golpe, pasó a elaborar el expediente que los involucraba en redes de tráfico de drogas y armas.
La última detención por su asesinato fue la del empresario haitiano Samir Handal, arrestado en Turquía en noviembre, en un vuelo procedente de Miami, informó la agencia Efe. En octubre había sido detenido en Jamaica otro hombre, el colombiano Marco Antonio Palacios.
En total fueron detenidos 44 hombres, entre ellos 12 policías, por el asesinato de Moïse. De ellos, 18 son colombianos, la mayoría militares retirados. Según la investigación, el ataque fue llevado a cabo por 26 mercenarios. Los otros involucrados son sospechosos de haber participado de otros modos en el magnicidio.