Sin hacer alusión a los hechos de manera concreta, durante la misa que ofreció este domingo en el Vaticano el papa Francisco expresó su preocupación por la detención el viernes de varios integrantes de la iglesia católica nicaragüense, entre ellos, un obispo, quienes desde hacía tiempo estaban bajo la mira del gobierno del presidente, Daniel Ortega.
Según informó la agencia Associated Press, el clérigo argentino hizo un llamado a establecer “un diálogo abierto y sincero” en el país centroamericano, en el que fue su primer comentario sobre el arresto del obispo Rolando Álvarez. En medio de las crecientes tensiones entre el gobierno y sus opositores, en la madrugada del viernes la Policía allanó la Curia Episcopal de la Diócesis de la ciudad de Matagalpa –situada a 130 kilómetros al noreste de Managua–, donde se encontraban desde hace 16 días cercados por las fuerzas estatales el obispo Álvarez, cinco sacerdotes y tres laicos. Casi siete horas después de la acción policial, voceros del cuerpo informaron que Álvarez había quedado bajo arresto domiciliario en Managua y las otras ocho personas fueron trasladadas a la cárcel de El Chipote, informó el diario nicaragüense La Prensa.
Francisco dijo en la Plaza de San Pedro que estaba siguiendo de cerca, “con preocupación y dolor”, los eventos en Nicaragua que involucran a “personas e instituciones”. “Quisiera expresar mi convicción y mi deseo de que por medio de un diálogo abierto y sincero se puedan encontrar las bases para una convivencia respetuosa y pacífica”, dijo Bergoglio, citado por la agencia Europa Press.
“Preocúpense por llevar el traje de fiesta en el Reino de Dios”, fue lo último que escribió Álvarez en su cuenta de Twitter, pocas horas antes de su detención. De acuerdo a lo que recordó el portal France 24, el arresto del obispo y de quienes estaban con él representa un paso más en la presión policial que empezó hace dos semanas. Desde el 4 de agosto, la catedral San Pedro de Matagalpa estaba cercada por decenas de agentes policiales, quienes bloquearon con vallas todos los accesos al templo religioso.
“Sucedió lo que era evidente que iba a suceder. Es la detención arbitraria y abusiva del monseñor Álvarez”, comentó desde su exilio en la ciudad estadounidense de Miami el defensor de derechos humanos nicaragüense Pablo Cuevas.
Álvarez, de 55 años, había dicho durante los días previos a su detención desconocer por qué razón se lo estaba investigando. En un comunicado el gobierno acusó al obispo de la Diócesis de Matagalpa de “organizar grupos violentos”, con la supuesta finalidad “de desestabilizar al Estado de Nicaragua y atacar a las autoridades constitucionales”.
“Durante varios días se esperó con mucha paciencia, prudencia y sentido de responsabilidad una comunicación positiva del Obispado de Matagalpa, que nunca llegó a darse, y que, al persistir las actividades desestabilizadoras y provocadoras, hizo necesario el citado operativo”, comunicó la Policía en un texto emitido luego del arresto de Álvarez.
Por el momento, las autoridades nicaragüenses no aportaron pruebas para ampliar las acusaciones que se le imputan al obispo, pero el comienzo del acoso policial contra la iglesia de Matagalpa ocurrió días después de que Álvarez reclamara respeto al gobierno de Daniel Ortega por la “libertad” religiosa en el país.
Desde la curia, y a través de medios digitales, el obispo llamó en reiteradas ocasiones a la oración y al diálogo: “Tenemos que responder al odio con amor, a la desesperación con esperanza y al miedo con la fuerza”.