La presidenta de la Cámara de Diputados estadounidense, Nancy Pelosi, dejó el miércoles la ciudad de Taipéi, después de afirmar que su país “no abandonará a Taiwán”, y puso fin así a una visita que aumentó las tensiones preexistentes entre Washington y Pekín. Durante su estadía en la isla que China reclama como propia, pero que de hecho funciona como un estado independiente, Pelosi visitó el Parlamento y se reunió con la presidenta taiwanesa, Tsai Ing-wenk, que la condecoró por su “apoyo” a la isla.
Según informó la agencia de noticias Efe, la legisladora demócrata también mantuvo un encuentro con tres activistas: Wuer Kaixi, dirigente del movimiento estudiantil que protagonizó las protestas de 1989 en la plaza de Tiananmén, en la capital china; Lam Wing-kee, un librero de Hong Kong arrestado por vender textos prohibidos por Pekín; y Lee Ming-che, quien estuvo preso por “subversión” de 2017 a 2022.
En un comunicado emitido este miércoles y citado por el periódico británico The Guardian, Pelosi dijo que “lamentablemente, a Taiwán se le impidió recientemente participar en reuniones globales [...] debido a las objeciones del Partido Comunista Chino”. Pelosi agregó que “si bien pueden evitar que Taiwán envíe a sus líderes a foros globales, no pueden evitar que los líderes mundiales o cualquier otra persona viaje a Taiwán para rendir homenaje a su floreciente democracia, resaltar sus muchos éxitos y reafirmar nuestro compromiso de colaboración continua”.
China repudió enfáticamente el viaje de la jerarca parlamentaria estadounidense. Aunque el gobierno de Estados Unidos insiste con que no defiende la independencia de Taiwán, para China esta visita fue una muestra de respaldo a la secesión de la isla. Según un comunicado de la cancillería citado por la agencia Xinhua, el viaje fue “una seria violación al principio de una sola China”, “ha impactado severamente la base política de las relaciones sino-estadounidenses” y ha “enviado una señal muy equivocada a las fuerzas secesionistas”.
En respuesta, Pekín prometió “consecuencias”. El ministro de Relaciones Exteriores chino, Wang Yi, calificó la visita de “completa farsa” y dijo que “quien ofenda a China será castigado”.
Una primera medida adoptada por Pekín fue una prohibición de la importación de cientos de productos alimenticios de Taiwán, bajo el argumento de que violaban “regulaciones importantes” sobre registro de empresas. A esos productos se sumaron el miércoles los cítricos, los brotes de bambú congelados y dos tipos de pescado que exporta la isla hacia el territorio continental de China, informó Efe.
Por otra parte, el martes el gobierno chino que lidera Xi Jinping comenzó a implementar un amplio despliegue militar en torno a Taiwán y tiene previsto realizar a partir del jueves maniobras militares con fuego real, que fueron anunciadas cuando Pelosi aterrizó en la isla y continuarán hasta el domingo. A su vez, la Marina de Estados Unidos mantiene al portaaviones USS Ronald Reagan navegando por el mar de Filipinas y sigue con atención los movimientos de Pekín.
Las medidas de China serán “las que tengan que ser” y tendrán una naturaleza “contundente y efectiva”, dijo la portavoz de la cancillería china, Hua Chunying. La funcionaria agregó que las fuerzas que “apoyan la independencia” de Taiwán “notarán” esas medidas.
Este miércoles los ministros de Relaciones Exteriores de los países que integran el G7 llamaron a China a evitar el uso de la fuerza en Taiwán. “Estamos preocupados por las amenazas de China, en particular por las maniobras con fuego real y las represalias económicas”, manifestaron en un comunicado los ministros de Estados Unidos, Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón y Reino Unido, y agregaron que “no hay justificación alguna para utilizar la visita como pretexto para llevar a cabo acciones militares agresivas en el estrecho de Taiwán”.
Por su parte, el presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado estadounidense, el demócrata Bob Menéndez, propuso el miércoles designar a la isla como aliado estratégico no miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte y aumentar la ayuda militar que ya le brinda Estados Unidos a Taiwán.