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Leonidas Iza, presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, durante una conferencia de prensa en la sede de la Conaie, en Quito, el 6 de marzo.

Foto: Rodrigo Buendía, AFP

Un movimiento internacional contra el extractivismo

3 minutos de lectura
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La Conaie, principal organización indígena de Ecuador, y el Frente Nacional Antiminero aprobaron una propuesta para empezar a construir un amplio frente internacional contra la minería y otras industrias extractivas.

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La principal organización indígena de Ecuador, la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), junto con el Frente Nacional Antiminero (FNA), aprobó una propuesta para empezar a construir un amplio frente internacional contra la minería y otras industrias extractivas. Se trata de una de las 14 propuestas formuladas en el II Encuentro Nacional del FNA, y se produce en un momento en que el movimiento consiguió una importante victoria contra una empresa minera canadiense.

Más de 800 delegados de 77 organizaciones indígenas y de otro tipo de las tres regiones de Ecuador (Amazonia, Sierra y Costa) se inscribieron en el II Encuentro Nacional del Frente Nacional Antiminero (FNA) del pasado 22 de marzo. La semana anterior se había producido un nuevo brote de violencia policial y resistencia comunitaria en Palo Quemado, en la sierra central, en torno a un proyecto de extracción de cobre de la empresa canadiense Atico Mining Corporation.

Al menos 20 miembros de la comunidad resultaron heridos y 70 fueron procesados, después de que primero un grupo de paramilitares y luego 500 efectivos de choque de la Policía irrumpieran disparando gases lacrimógenos y perdigones. Intentaban impedir que la comunidad bloqueara el acceso a la empresa minera que, junto con el gobierno, tenía previsto celebrar una “consulta medioambiental” el 27 de marzo, como forma de despejar el camino para iniciar las obras de la mina.

No es de extrañar que esta cuestión se convirtiera en uno de los temas centrales de la reunión del FNA, añadiendo una nueva nota de militancia a la reunión, a menudo festiva. Una serie de acciones en solidaridad con Palo Quemado fueron algunas de las resoluciones finales. Tres días después, se produjo un gran avance. Un juez local ordenó suspender la consulta ambiental porque, como venían argumentando la comunidad y el movimiento indígena, no se habían cumplido todos los pasos exigidos por la Constitución. El magistrado convocó una nueva vista para inicios de abril y ordenó que se retiraran de la zona todas las fuerzas militares y policiales no esenciales. Sin embargo, al momento de redactar este texto llegan noticias sobre el despliegue de más soldados en Palo Quemado y de una nueva ronda de enfrentamientos, con más heridos.

El objetivo central del II Encuentro Nacional era aprovechar el trabajo realizado durante los tres últimos años por el FNA para unir la fuerza del movimiento indígena a la de otros movimientos campesinos y sociales, en una resistencia combinada contra la destrucción de las comunidades y el medioambiente que causan las industrias petrolera y minera. El objetivo inmediato apuntaba al nuevo gobierno del presidente Daniel Noboa y su giro, no del todo sorprendente, hacia el desarrollo de la minería del cobre y el oro a gran escala.

Noboa es hijo de uno de los magnates bananeros más ricos de Ecuador. Ganó las elecciones presidenciales del año pasado presentándose como una cara nueva, joven y moderna y, al menos en parte, pronunciándose, apenas unas semanas antes de los comicios, a favor de una campaña que se estaba haciendo viral entre la juventud ecuatoriana, para votar sí en un referéndum que proponía dejar el petróleo en el subsuelo del Parque Nacional Yasuní. En aquel momento, Noboa ya había indicado que desarrollaría nuevas minas para compensar los ingresos perdidos por el petróleo del Yasuní.

La crisis de seguridad que estalló en Ecuador a principios de año –después de que un importante capo de la droga escapara misteriosamente de prisión– le dio al presidente Noboa la oportunidad de declarar el estado de emergencia y justificar así el uso de tropas para hacer frente a una serie de problemas de “seguridad”. Independientemente de que la crisis en sí fuera fabricada o no, como sugieren algunos de sus críticos, el gobierno de Noboa aprovechó la situación para impulsar una serie de sus principales reformas neoliberales, como la relajación de las leyes laborales y el aumento del IVA.

También puso un nuevo énfasis en el desarrollo de las industrias extractivas y está buscando formas de pasar por alto los resultados del referéndum del Yasuní y continuar, “por el momento”, con la extracción de petróleo en el parque nacional, que es un punto crítico de biodiversidad. Apenas dos semanas antes de que estallara el conflicto con la minera Atico en Palo Quemado, Noboa estaba con tres de sus ministros en Canadá, en la reunión anual de la asociación minera PDAC, para promocionar al Ecuador como uno de los destinos mineros más “atractivos” del mundo.

Todo esto ha llevado a la Conaie y al FNA a concluir que la cooperación internacional es más importante que nunca para su lucha. Lo más apremiante es la necesidad de expresiones inmediatas de solidaridad con Palo Quemado y otras comunidades que se resisten a la minería depredadora en sus tierras y que, como resultado, se enfrentan a una severa represión.

Más estratégicamente, como explicó el presidente de la Conaie Leonidas Iza en la conferencia de prensa al final del II Encuentro Nacional, se ven en la necesidad de desarrollar lo antes posible esta red internacional contra la minería y las industrias extractivas, buscando reunir a todos los que se resisten a estos ataques contra sus comunidades y su medioambiente.

Este artículo fue publicado originalmente en Jacobin.

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