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Manifestantes antigubernamentales exhiben la bandera nacional de Bangladesh mientras asaltan el palacio de la primera ministra Sheikh Hasina, el 5 de agosto, en Dhaka.

Foto: KM Asad, AFP

Bangladesh: la primera ministra renunció y huyó del país después de semanas de protestas

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Sheikh Hasina, de 76 años, hacía 15 que gobernaba el país asiático, y las recientes manifestaciones en su contra dejaron casi 300 muertos.

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Leído por Joaquín Fernández.
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Luego de semanas de protestas populares contra un sistema de cuotas para empleos gubernamentales que desembocaran en numerosos episodios de violencia, la primera ministra de Bangladesh, Sheikh Hasina, presentó este lunes su renuncia y huyó del país mientras miles de personas irrumpieron en su residencia causando todo tipo de destrozos.

La inesperada partida de Hasina amenaza con crear aún más inestabilidad en la nación en la que viven aproximadamente 173 millones de habitantes, fronteriza con India, que ya enfrenta una serie de crisis, desde el alto desempleo y la corrupción hasta el cambio climático.

De acuerdo con lo que informó Associated Press, horas después de que la asediada líder fuera vista en la televisión local subiendo a un helicóptero militar con su hermana, el jefe militar del país, general Waker-uz-Zaman, dijo que buscaría la orientación del presidente para formar un gobierno interino.

Zaman prometió además que el ejército iniciaría una investigación sobre la letal represión de las protestas encabezadas por estudiantes que alimentaron la indignación contra el gobierno.

“Mantengan la fe en los militares, investigaremos todos los asesinatos y castigaremos a los responsables. He ordenado que ningún ejército ni policía efectúe ningún tipo de disparo”, expresó el jefe militar en su mensaje a la población. Antes de hacer su declaración, Zaman se reunió con políticos de la oposición, incluido el líder del ahora prohibido partido Jamaat-e-Islami, y miembros de la sociedad civil.

Las protestas en el país, en el que el 90% de la población es musulmana, comenzaron pacíficamente cuando estudiantes exigieron el fin de un sistema de cuotas para puestos gubernamentales que, según decían, favorecía a aquellos con conexiones con el partido Liga Awami de la primera ministra saliente, pero desde entonces las manifestaciones se convirtieron en un desafío sin precedentes para Hasina y su partido.

La mujer de 76 años, que fue la jefa de gobierno con más años en el poder en Bangladesh, fue electa para un cuarto mandato consecutivo en las elecciones de enero, que fueron boicoteadas por los principales partidos de la oposición. Miles de integrantes de estos sectores políticos fueron encarcelados en el período previo a las elecciones, y varios países, entre ellos Estados Unidos y Reino Unido, denunciaron que el resultado no fue creíble.

Hasina llegó el lunes a una ciudad de India en la frontera con Bangladesh en un helicóptero del ejército, según un oficial militar que habló bajo condición de anonimato porque no estaba autorizado a revelar la información a los medios. No estaba claro cuál será el destino final de la política renunciante.

En el marco de un creciente descontento popular, las protestas contra el gobierno prosiguieron incluso después de que el mes pasado la Corte Suprema dictaminara que el sistema de cuotas, que reservaba hasta el 30% de los empleos gubernamentales para familiares de veteranos que lucharon en la guerra de independencia de Bangladesh contra Pakistán, debía reducirse drásticamente. El gobierno intentó sofocar las manifestaciones por la fuerza, dejando cerca de 300 personas muertas desde mediados de julio.

Al menos 95 personas, entre ellas al menos 14 agentes de policía, murieron en enfrentamientos en la capital, Daca, el domingo, según el principal diario en lengua bengalí del país, Prothom Alo. Además, se informó que centenares de personas resultaron heridas.

Al menos 11.000 personas fueron arrestadas en las últimas semanas. Los disturbios también provocaron el cierre de escuelas y universidades en todo el país, y en un momento las autoridades impusieron un toque de queda para intentar contener las protestas.

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