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Las reformas del miedo

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El pensamiento filosófico y ético de Occidente nace en Grecia y nutre la tradición judeocristiana. Se construyó en el debate, recogido en La República de Platón, en el que Sócrates, con sus diálogos, ajusta cuentas con los sofistas. Estos eran artistas de la retórica que, por dinero, fundamentaban tanto una afirmación como la contraria. Pensaban que no había verdad absoluta y que el hombre era la medida de todas las cosas. La mayéutica socrática exponía con lógica implacable la búsqueda de la verdad y la virtud.

Julio María Sanguinetti no se parece a los sofistas. Es uno de ellos. En el caso de la reforma constitucional, luego de especular retóricamente, en cálculo electoralista, intenta ahora aparecer como el que define. Fundamentó lo contrario y, ahora, lo contrario de lo contrario.

El afán de disputar la derecha del espectro político con Guido Manini Ríos lo inclina a apoyar la reforma engañosa de Vivir sin Miedo. Apoya involucrar a militares en tareas policiales, anular el sagrado inviolable del hogar, promover la cadena perpetua como castigo. En una palabra: aplastar el sistema de derechos y garantías apelando al miedo. Triste historia de pseudobatllistas que nuevamente se bordaberrizan y entierran todo aroma liberal.

Los centuriones, los pretorianos, los mercenarios

El subtítulo alude a una trilogía del autor francés Jean Lartéguy. Forma parte de la biblioteca y el pensamiento de muchos militares que se sienten combatientes impolutos. Que absorbieron la doctrina francesa de Indochina y Argelia, incluidas torturas y desaparición forzada como arma de lucha. Se autoadjudican la misión moral de salvar la civilización occidental. La que los políticos corruptos han entregado. Espíritu que acompañó a la Doctrina de la Seguridad Nacional que vuelve a alimentar a algunos extraviados.

“Lartéguy hace filosofar a sus personajes, que se ven como ‘guerreros puros’ que se ‘rebajan’ a disgusto a ejercer la tarea policíaca a la que son convocados por los ‘políticos corruptos’. Después aceptan “ensuciarse” porque la guerra hay que ganarla ‘sea como sea’. La narración termina con los militares rumiando su rabia ante las citaciones que les cursan desde el Estado francés por las atrocidades cometidas, cuando al principio este les había dado carta libre. De noche, frente al fuego, un capitán exclama con rabia: ‘Que tenga cuidado Roma con la cólera de las legiones’.1 Atención a sus émulos: estos “centuriones” recibieron una paliza descomunal cuando cayó la plaza fuerte de Dien Bien Phu, propinada por un ejército popular vietnamita, inspirados en otra filosofía, desplegando un arte de guerra mucho más inteligente, sabio y humano.

Se promueve la pena de muerte bajo el título de “presunción de legítima defensa”. Tanto Cabildo Abierto como el Partido Nacional la quieren para policías retirados, guardias privados y propietarios rurales.

La reforma y otras formas del miedo

¿Hasta cuándo se admitirá arrasar derechos en nombre de la seguridad? Porque ya lo vivimos. Sabemos a dónde conduce. No hay necesidad de ir a México, Guatemala, El Salvador, Perú.

Es fácil promover odio, venganza y mano dura. Lo difícil es volver. Hay líneas que si se cruzan, lejos de aventar el miedo, lo cristalizan. Además de la reforma, hay otras formas que van en el mismo sentido.

Se promueve la pena de muerte bajo el título de “presunción de legítima defensa”. Tanto Cabildo Abierto como el Partido Nacional lo quieren para policías, retirados, guardias privados y propietarios rurales. Otra: la propuesta de ley de derribo de aviones es la aplicación de la pena de muerte sólo bajo presunción de actividad narco, sin proceso ni prueba.

Otras medidas prontas de seguridad

No se animan a decirlo: desprecian la acción de los y las policías, que son los que están poniendo el cuerpo. No hay interés en reforzar su tarea, sino en ponerlos bajo mando militar. Antes de la dictadura, también tuvimos militares como carceleros y custodios del “orden”. Con Jorge Pacheco Areco tuvimos 1.117 días de Medidas Prontas de Seguridad.

El artículo 168 literal 17 le da herramientas excepcionales al Poder Ejecutivo. No se necesita reformarla: es provisorio y se utiliza bajo control de la Asamblea General. Fueron usadas reiteradamente por gobiernos blancos y colorados. Casi siempre contra el sindicalismo, el movimiento estudiantil y acompañando medidas de ajuste. La noche previa a decretarse eran allanados los domicilios de cientos de sindicalistas y activistas conducidos a disposición del Poder Ejecutivo en diversos cuarteles. Las hubo en 1952 contra la huelga de los gremios solidarios que defendían la fundación del sindicato de ANCAP; en gobiernos blancos, de 1959 a 1963, se decretaron en tres oportunidades; también se emplearon durante la presidencia de Óscar Gestido, en 1967. Pacheco Areco las mantuvo aun cuando la Asamblea General votó levantarlas. Sanguinetti debe de acordarse.

Larrañaga dice que tenemos prejuicios ideológicos contra las Fuerzas Armadas. ¿Tienen otra mentalidad? Los hechos son tercos: predomina la cultura de la impunidad. El general Guido Manini Ríos no sólo apañó y encubrió a José Gavazzo; en un nuevo alarde, no se presentó ni se piensa presentar ante los estrados judiciales.

Un tribunal especial de honor del Ejército, en enero de 2005, descalificó por “falta gravísima” al general retirado Óscar Pereira a raíz del contenido de su valiente libro Recuerdos de un soldado oriental del Uruguay, en el que denuncia el silencio y hace autocrítica de su fuerza. El fallo fue homologado por Jorge Batlle y Yamandú Fau. Modificado luego por el presidente Tabaré Vázquez. Lo expulsaron del Círculo Militar. La doctrina del general Martín Balza, del Ejército argentino, que asumió las responsabilidades del pasado, no parece cuajar en Uruguay.

Wilson Ferreira: Ley de Estado de Guerra Interno

En 1972, Juan María Bordaberry envió al Parlamento la Ley de Estado de Guerra Interno, que recortó garantías constitucionales y habilitó a la Justicia Militar para procesar civiles. Fue la antesala del golpe de Estado. La autocrítica que hicieron luego Wilson Ferreira Aldunate y Carlos Julio Pereyra por haberla votado debería estar presente en los que promueven esta reforma liberticida. “No fue un pecado votar la Ley de Seguridad del Estado, fue un error. Nunca debimos autorizar a militares a juzgar civiles. Era doloroso, pero para el uruguayo medio la tranquilidad se había transformado en algo más importante que la libertad”, sostuvo Ferreira en su momento. Sanguinetti, que fue ministro de Bordaberry cuando se promovió esta ley; no hizo nunca autocrítica alguna.

Mi padre, en aras de cultivar mi futuro como “jefe de familia”, me leía ese artículo de la Constitución. Ser jefe o jefa de familia de un hogar era, es, un valor cultural importante. Quieren arrasarlo bajo la hipótesis de las presuntas bocas de drogas. El hogar es un sagrado inviolable. En la noche la autoridad sólo puede entrar con orden judicial y autorización del jefe de familia. Si hay orden de allanamiento es porque se procura no sólo detener, sino obtener prueba de que es, efectivamente, una boca de venta de drogas. Reducir la problemática de las drogas a este escollo, arrasando garantías ancestrales, es un desatino. Proponer cadena perpetua, cuando nuestro Código prevé penas de hasta 45 años, es otro desatino.

Tan necesario como combatir las bocas es combatir el lavado de dinero. Pero para eso no se aprecian medidas del mismo tenor. Todo lo contrario. Luis Lacalle Pou insiste en volver a las sociedades anónimas innominadas. Es decir, que no puedan ser identificadas. Armas societarias como las Sociedades Anónimas Financieras de Inversión, ideales para operaciones ocultas. Lo oculto parece ser una vocación, un rasgo del lacallismo.

Miedo, lo que se dice miedo, es lo que generan esta reforma y sus similares. No repitamos el error. Está en nuestras manos. No cambiemos libertad por tranquilidad. Derechos por punitivismo errático.

Milton Romani Gerner fue embajador ante la Organización de Estados Americanos y secretario general de la Junta Nacional de Drogas.


  1. https://brecha.com.uy/los-centuriones/ “Los centuriones”, Ruben Olivera, en Brecha, 5/6/2015. 

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