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En defensa de la financiación innovadora de la Caja Bancaria

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Recientes expresiones del presidente de la Comisión de Expertos en Seguridad Social (CESS) para el estudio de la reforma previsional, Rodolfo Saldain, ponen en debate la idea de que algunos conjuntos de la sociedad financian “beneficios de sectores que no están en situación de carencia de ingresos”. A partir de este enunciado, Saldain ingresa en el concepto de los subsidios y se pregunta a quién subsidiar, cómo y por qué vía. Más adelante afirma que “no es lo mismo una jubilación mínima de personas con carreras laborales incompletas que una de colectivos de ingresos medios o medios altos”. Estas afirmaciones se suman a mensajes que indican la existencia de situaciones de privilegio subsidiadas socialmente.

Atentos a que los objetivos planteados por la CESS buscan alcanzar a todas las instituciones paraestatales, sería apropiado analizar la situación de cada una de ellas con el “mayor rigor técnico posible” –como él afirma–, circunstancia que permitiría analizar las especificidades de cada una y respetar los procesos de transformación en curso.

Con este propósito y en atención a las condiciones específicas de la Caja de Jubilaciones y Pensiones Bancarias (CJPB), sería necesario incluir en el análisis tres aspectos resultantes de la implementación de su reforma del año 2008. Estos le han otorgado sustentabilidad de largo plazo, suficiencia en sus prestaciones y un mecanismo de adecuación a la evolución del mercado de trabajo en el sector financiero para otorgarle equilibrio.

El primer aspecto se refiere a la relación entre lo aportado por el trabajador en su vida activa y la jubilación que recibe al retirarse de la actividad laboral. Estudios presentados tanto por la CJPB como por el Centro de Investigaciones Económicas demuestran que los trabajadores bancarios acceden a una jubilación proporcionalmente menor que la mayoría de los jubilados del régimen general.

Estos trabajos indican que en la Caja Bancaria las prestaciones de cada generación han sido costeadas por las aportaciones efectuadas en su etapa activa, de forma que el régimen se encuentra totalmente financiado. Por lo tanto se trata de un sistema de capitalización completa, capaz de cubrir con sus reservas reales la diferencia entre egresos e ingresos esperados.

El análisis de los rendimientos jubilatorios muestra que los de los afiliados a la CJPB, tanto de las viejas como de las nuevas instituciones incorporadas, son menores que los promedios del régimen general. Esto permite concluir que los niveles de las prestaciones bancarias están en una situación menos privilegiada y guardan una relación mucho más ajustada y equilibrada con los aportes realizados durante la etapa activa.

El segundo concepto importante incorporado al régimen de la CJPB es la creación, a partir de 2009, de un aporte patronal basado en dos fuentes diferentes: uno igual al régimen general sobre los puestos de trabajo del sistema y otro establecido sobre la actividad financiera, con el nombre de Prestación Complementaria Patronal (PCP).

A diferencia de lo expresado en el ámbito de la CESS, la PCP no es un recurso fiscal ni un impuesto trasladado a toda la población. Su naturaleza jurídica está claramente definida por la Ley 18.396. Esta prestación patronal complementaria no se cobra directamente sobre los consumidores de productos financieros ni afecta el cálculo de las rentas de seguro previsional, sino que es uno más de los costos que integran la actividad de la empresa.

El PCP es parte del aporte patronal y compone, igual que en toda la actividad económica del país, los precios de los productos y los servicios. Específicamente esta prestación –por su función complementaria– permitió desde su incorporación reducir en cinco puntos y medio el porcentaje de aportes sobre la nómina y, como prevé el artículo 27 de la Ley 18.396, habilitará nuevas rebajas cuando la caja alcance cierto nivel de reservas.

Asimismo, desde la perspectiva de los costos de la seguridad social trasladados al conjunto de la economía, hemos realizado algunos estudios sobre su incidencia en los ingresos y los servicios que ofrecen los bancos.

Debatir seriamente el futuro de la seguridad social requiere mucho más que meras adecuaciones a la baja de determinados parámetros. Implica analizar cómo profundizar la equitativa distribución de los recursos generados.

Como primer concepto, habida cuenta de los subsectores integrantes de la actividad financiera, se puede constatar que las tasas de interés más elevadas se encuentran en aquellas instituciones que pagan menos contribución a la CJPB, ya sea por la PCP o por el aporte patronal de nómina. Por el contrario, las empresas bancarias tradicionales ven diluidos los costos de seguridad social en el volumen de su negocio y mantienen las tasas más bajas.

Como segundo concepto, observemos que el conjunto de los aportes patronales (sumando el aporte básico más la PCP) equivale a alrededor de 13,5% de los gastos operativos de los bancos privados. Esa magnitud de aportes va en línea con el hecho de que 60% de los costos de funcionamiento de los bancos se explica por los recursos humanos, al tratarse de un sector intensivo en mano de obra que ha incrementado muy fuertemente su productividad laboral en los últimos diez años y duplicado el volumen de negocios por trabajador.

Cuando se atendió el peso de los aportes patronales en los ingresos que los bancos privados obtienen por intereses y comisiones, estos representaron apenas 6,9 % del total. Esto implica que, aun con tasas de aportación elevadas respecto del resto de la economía, el nivel de ganancias obtenido por las instituciones financieras hace que ese esquema de aportes patronales no alcance el 10% de sus ingresos.

Desde este aspecto, el nuevo componente de aporte patronal resulta una contribución de baja incidencia en el costo de los servicios bancarios y de ninguna manera es una tributación que paga el conjunto de la sociedad para financiar la CJPB.

Un tercer concepto merece ser mencionado a la luz de los desafíos reconocidos por la CESS para adecuar el régimen de seguridad social a las tendencias demográficas de Uruguay, signadas por una extensión de los años de vida y la baja en la tasa de fecundidad. Se trata de la incorporación al debate de mecanismos para independizar el financiamiento de la seguridad social de la cantidad de trabajadores aportantes al sistema.

En entrevista publicada por la diaria el 31 de diciembre pasado, el doctor Saldain mencionó el “achicamiento de la población en edad de trabajar y el crecimiento en términos absolutos y relativos de la población de mayor edad”. A ello sumó los factores tecnológicos que promueven una transformación profunda de la estructura del trabajo en el país en “un contexto laboral presuntamente más inestable y precario”, realidades que requieren respuestas nuevas, para reducir “el peso o el tamaño de la mochila que vamos a poner sobre los trabajadores de las próximas décadas”. Un ejemplo de respuestas innovadoras fue la creación de la Prestación Complementaria Patronal en la CJPB, estabilizadora de los ingresos del instituto frente a la evolución del empleo. Dicha prestación tiende a adelantarse a la problemática de la sustitución de puestos de trabajo por tecnología. La evolución de esta partida en la financiación de la caja ha confirmado plenamente lo acertado de su creación. Esta solución –que hoy tiene sus resultados probados– constituye una innovación respecto de los sistemas de previsión social del país. Es el único fondo jubilatorio que recibe aportes crecientes, aunque el número de trabajadores descienda.

Por ello estamos convencidos de que la búsqueda de nuevas fuentes de financiación para la seguridad social, que resguarden de los efectos demográficos y tecnológicos a las prestaciones jubilatorias y pensionarias futuras, debe pasar por la desgravación del puesto de trabajo y asociarse a la evolución de la productividad económica. Hoy el mundo discute nuevas fuentes de aportación, que van desde la contribución asociada a la explotación de los recursos naturales hasta las derivadas de las transacciones electrónicas o digitales. Desde los bits hasta las fuentes de energía alternativa. Desde el complejo del software hasta los robots, como propone Bill Gates.

Debatir seriamente el futuro de la seguridad social requiere mucho más que meras adecuaciones a la baja de determinados parámetros. Implica analizar cómo profundizar la equitativa distribución de los recursos generados por la sociedad.

Pablo Andrade es dirigente sindical de la Asociación de Bancarios del Uruguay e integrante del Consejo Honorario de la Caja Bancaria en representación de los trabajadores activos.

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