Opinión Ingresá
Opinión

Ilustración: Ramiro Alonso

Hay dinero para vacunas contra la covid-19, pero no para combatir el hambre

1 minuto de lectura
Contenido exclusivo con tu suscripción de pago
Contenido no disponible con tu suscripción actual
Exclusivo para suscripción digital de pago
Actualizá tu suscripción para tener acceso ilimitado a todos los contenidos del sitio
Para acceder a todos los contenidos de manera ilimitada
Exclusivo para suscripción digital de pago
Para acceder a todos los contenidos del sitio
Si ya tenés una cuenta
Te queda 1 artículo gratuito
Este es tu último artículo gratuito
Nuestro periodismo depende de vos
Nuestro periodismo depende de vos
Si ya tenés una cuenta
Registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes
Llegaste al límite de artículos gratuitos
Nuestro periodismo depende de vos
Para seguir leyendo ingresá o suscribite
Si ya tenés una cuenta
o registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes

Editar

Relativizar la realidad ayuda a poner las cosas en contexto. El hambre en el mundo lleva tres años sin disminuir y la obesidad sigue creciendo. Los últimos informes de la Organización de las Naciones Unidas advierten que más de 820 millones de personas padecen hambre en el mundo, y que 2,3 millones de menores y más de un millón de mujeres embarazadas o lactantes sufrirán graves deficiencias nutricionales como consecuencia del conflicto en Yemen y la falta de financiación para la respuesta humanitaria. Por otro lado, se calculó que un niño menor de 15 años muere cada cinco segundos por causas en su mayoría prevenibles, según las nuevas estimaciones de mortalidad publicadas por Unicef, la Organización Mundial de la Salud (OMS), la División de Población de las Naciones Unidas y el Grupo del Banco Mundial.

Y urge una pregunta necesaria: ¿qué estamos haciendo como humanidad para prevenir esta otra pandemia? ¿Cómo es posible que en pleno siglo XXI todavía mueran niños de hambre, con la inmensidad de recursos de los que disponemos y el dinamismo que demostraron la OMS y los gobiernos de todo el mundo cuando decidieron abocarse a un problema común, como la pandemia covid-19, fomentando el trabajo conjunto que llevó a generar vacunas en tiempo récord y a instaurar una nueva normalidad de comportamiento en tan sólo unas semanas? Tal vez sea bueno recordar que la letalidad por covid-19 es muy baja en relación a la muerte por desnutrición infantil y que afecta principalmente a personas de edad avanzada con comorbilidades, es decir, que, además, tienen otras enfermedades como obesidad, diabetes, cardiovasculares o cáncer. Estas enfermedades no transmisibles son, en sí mismas, causa de 41 millones de muertes al año según datos de la OMS, lo que equivale a 70% de todas las muertes que se producen a nivel mundial. Sin embargo, nunca se ha parado el mundo, ni se ha invertido tanto esfuerzo y dinero juntos, ni se han concentrado todos los medios de comunicación para revelar su alcance, como con la covid-19, con el fin de prevenirlas y erradicarlas del planeta.

¿Somos realmente un mundo solidario? ¿Por qué, entonces, no nos ponemos todos, codo a codo, a invertir los mismos esfuerzos, fondos y comunicación para prevenir los factores de riesgo que desencadenan tantas muertes, como son la desnutrición y la obesidad? Tal vez de esa forma nos ahorraríamos mucho dinero en vacunas que podríamos emplear en otros recursos también muy importantes para la salud y la sociedad.

Gabriela Kramer es docente e investigadora de la Universidad de la República.

¿Tenés algún aporte para hacer?

Valoramos cualquier aporte aclaratorio que quieras realizar sobre el artículo que acabás de leer, podés hacerlo completando este formulario.

¿Te interesan las opiniones?
None
Suscribite
¿Te interesan las opiniones?
Recibí la newsletter de Opinión en tu email todos los sábados.
Recibir
Este artículo está guardado para leer después en tu lista de lectura
¿Terminaste de leerlo?
Guardaste este artículo como favorito en tu lista de lectura