Hace dos semanas señalamos aquí que, llegada la segunda mitad de este período de gobierno, el oficialismo afronta la perspectiva de una agenda escasa y crecientes dificultades para ponerse de acuerdo. Esto trae consigo, naturalmente, cierto grado de frustración, por la evidencia de que algunos lineamientos no dieron los resultados que se esperaban y por lo que ya no será posible hacer, pero no es el fin del mundo. Hay por lo menos tres maneras de ubicarse en la situación, y el problema es que en el Partido Nacional está predominando la peor.
La primera posibilidad es aferrarse a las intenciones originales y concentrarse en lo que sea más viable concretar, sin desperdiciar esfuerzos en lo que ya no hay tiempo ni condiciones políticas para lograr. La segunda es buscar acuerdos, incluso con la oposición, para impulsar iniciativas que, aunque no sean las del plan inicial, permitan avanzar en la resolución de viejos problemas y comenzar caminos nuevos.
La tercera posibilidad es la de la soberbia irresponsable. Negar la realidad, rechazar de plano todas las críticas y actuar como si el único problema del oficialismo fuera la oposición, en modo de campaña electoral permanente. De esta actitud se ven varias muestras preocupantes, sobre todo en la dirigencia nacionalista, pero no sólo en ella.
El presidente del Frente Amplio, Fernando Pereira, convocó el martes a sus pares de los partidos Nacional (PN), Colorado, Cabildo Abierto e Independiente, con la intención declarada de apaciguar la creciente crispación en las relaciones entre fuerzas políticas y crear condiciones para algunos entendimientos. Tras la reunión, el nacionalista Pablo Iturralde y el colorado Julio María Sanguinetti no perdieron la oportunidad de sembrar un poco de cizaña.
El senador Sebastián da Silva, del PN, comentó que quienes asistieron a ese encuentro eran “gente que tiene más tiempo para perder que él”, y que Pereira había intentado “una lavada de cara” porque “alguna encuesta le marcó que estaba demasiado pasado de crocante”.
La senadora Graciela Bianchi, también del PN, comentó en Twitter al día siguiente, acerca del paro general convocado por el PIT-CNT, que en este país quienes trabajan (un conjunto en el que se considera incluida) no tienen problemas para llegar a fin de mes. El jueves, el ministro de Desarrollo Social, Martín Lema, acusó a la coordinadora de ollas populares y merenderos de intentar “fabricar un relato falso” sobre los problemas de alimentación en Uruguay.
Lamentablemente, la provocación y el menosprecio también proceden de los pisos más altos de la Torre Ejecutiva. Ante las reacciones nacionales e internacionales de rechazo al decreto sobre presentación comercial de los cigarrillos, el presidente Lacalle Pou actuó como si supiera más sobre tabaquismo que todos los especialistas del mundo, y su prosecretario Rodrigo Ferrés, en la misma sintonía, adelantó que “por supuesto” la medida no se va a cambiar. Son errores perjudiciales para el oficialismo, pero más aún para el país en los menos de 26 meses que faltan para las próximas elecciones.