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El último café: una muestra en el marco de los 50 años del golpe de Estado

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La Ley 19.641 posibilita la señalización como sitios de memoria de aquellos lugares en los que el Estado, convertido en el Leviatán que devoraba a sus propios hijos, violaba los derechos humanos. En esos lugares, mientras hombres y mujeres desarrollaban actos de resistencia contra aquellas políticas represivas, agentes estatales ensayaron un variado repertorio represivo de persecución, torturas, homicidios, privaciones de libertad y desapariciones, que incluyó operaciones ilegales de coordinación represiva más allá de los límites territoriales. Todo con la finalidad de eliminar cualquier oposición a su proyecto político autoritario.

De eso nos habla la muestra de Glauco Mirandetti que en estos días se puede ver en el Museo de la Memoria (MUME). Sin embargo, El último café no es un registro del espanto. Es parte de la preocupación pedagógica que se nos plantea desde el arte ante la disputa negacionista que se realiza desde algunos sectores conservadores sobre el mal llamado pasado reciente. Es, saludablemente, parte de un acto reparador que apunta desde la creación artística a resolver, en un sentido radicalmente democrático, la visión sobre nuestro pasado. El artista trabaja sobre filtros usados de café y nos pone frente a los rostros de algunos protagonistas de la acción resistente del pueblo uruguayo, en un esfuerzo más que se realiza para que no se pierda, tras la tragedia que globalmente vivió nuestra sociedad, la dimensión personal y humana de ninguno de aquellos que se sublevaron legítimamente ante el despotismo. Esos rostros tanto de desaparecidos como de asesinados representan a quienes se revelaron ejerciendo el derecho fundacional de luchar para liberarse de la dictadura que padecimos.

Se trata de un esfuerzo más que se realiza para que no se pierda, tras la tragedia que globalmente vivió nuestra sociedad, la dimensión personal y humana de ninguno de aquellos que se sublevaron legítimamente ante el despotismo.

Seguramente esos hombres y mujeres, al tiempo que tomaron su último café, se preguntaron: ¿qué es necesario hacer para ejercer ese derecho irrenunciable a resistir cuando el que asesina o hace desaparecer es el Estado, transformado en una suerte de empresa exterminadora que planifica la construcción de un proyecto de sociedad autoritaria y militarista? Se dieron una respuesta, aun a sabiendas de los riesgos que implicaba ejercer ese derecho a la resistencia, e igualmente lo asumieron plenamente.

Glauco Mirandetti, como artista comprometido que se siente deudor de aquellas entregas, nos plantea, a partir de la forma original de reproducir sus rostros usando los filtros de café, el desafío esclarecedor de ver y entender, si aún no lo hemos hecho, que no hay crimen mayor que aquel que produce el Estado contra su pueblo.

El título de la muestra no sólo está vinculado a la última función que tuvieron los filtros sobre los que el artista plasmó aquellos rostros, también está relacionado con historias inconclusas.

Cuando finaliza el año es que conmemoramos el golpe de Estado y la huelga general, y esta muestra es un aporte más para que nos atrevamos a continuar mirando el pasado con la mayor y necesaria rigurosidad. Sólo así aquel no será el último café.

Raúl Olivera es coordinador ejecutivo del Observatorio Luz Ibarburu.

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