No entiendo por qué en formarse
los disgraciaus aura se entretienen.
“Del Cardal”, Eustaquio Sosa
Si bien existe consenso respecto a que en los últimos 50 años, la humanidad ha experimentado cambios de entidad y con una velocidad sin precedentes, no lo existe, sin embargo, sobre sus causas. Hay quienes ubican su centro y motor en el desarrollo científico y tecnológico, como si se tratara de una realidad autogenerada, causada por fuerzas internas. No conciben, como estima el examen histórico crítico de la sociedad capitalista, que las tecnologías son instrumentos en la dinámica interempresarial que buscan, a la vez, incrementar la ganancia, desplazar a la competencia, ampliar los mercados y dominar el acceso a materias primas.
Uruguay, a lo largo de su historia, ha configurado una institucionalidad y un sistema productivo altamente corporativo y clientelista, lo que privilegia realidades y visiones analíticas, fragmentadas, paralelas, no coordinadas (normativas municipales repetitivas, empresas públicas no configuradas como sistema, proyectos con finalidades y tramitaciones contrapuestas, etcétera.). En esta temática, la profesora Ema Massera tiene importantes investigaciones que buscan desentrañar estas formas y sus causas.1
La hegemonía neoliberal en el conocimiento económico social ha consolidado este encare desarticulado, para el que la sociedad uruguaya no constituiría un todo orgánico sustentado en su capacidad de reproducir sus condiciones de vida, sino una suerte de armario con cajoneras con vínculos puramente externos. Por eso, es una “misión imposible” transformar algo cuya realidad y conocimiento son inconcebibles.
Este enfoque cognitivo desarticulado induce al sistema político y a los actores sociales a reducir esta realidad a su apariencia, de forma que los programas electorales apuntan a síntomas parciales y no a causas estructurales, y así, sin necesariamente proponérselo, favorece el statu quo y no el cambio real.
Ejemplo paradigmático
En este terreno, los ejemplos no faltan, aunque el más paradigmático sea el caso de las empresas públicas industriales del Uruguay.
En el último cuarto del siglo XX, Estados Unidos y los principales entes internacionales que controla –Fondo Monetario Internacional (FMI) y Banco Mundial (BM)– impusieron su política económica neoliberal, sintetizada en el Consenso de Washington, cuyo punto ocho planteaba la “privatización de las empresas públicas”.
La voluntad popular mayoritaria, expresada en el plebiscito de 1992, mantuvo las empresas públicas bajo soberanía uruguaya. Estas se encuentran entre las diez mayores empresas uruguayas y su aporte a rentas generales es decisivo.
En el actual nivel del desarrollo capitalista, empresas de un mismo propietario, con esta magnitud, avance tecnológico y nivel de ganancias, serían ineludiblemente estructuradas en un sistema en el que se potenciarían sinergias, dotación tecnológica y necesidades de formación de personal de alta calificación.
En los gobiernos del Frente Amplio no ocurrió así: no hubo políticas específicas en lo que hace al papel que las empresas públicas pudieran desempeñar en el desarrollo productivo. En el documento de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP) “Hacia una Estrategia Nacional de Desarrollo: Uruguay 2050”,2 no se menciona a las empresas públicas, como tampoco aparecen en el Plan Nacional de Transformación Productiva y Competitividad.3
Un atisbo mínimo de cambio se formuló en 2017,4 cuando su director, Álvaro García señaló que la OPP “analiza un avance jurídico que tienda a la conformación de un holding de empresas públicas”. Precisó que un primer paso hacia la aglomeración sería mejorar la coordinación entre los entes y “para ello se reinstalaría la Mesa Coordinadora (que funcionó en 2005), con todos los presidentes de la empresas públicas y autoridades del Ejecutivo”.
El PIT-CNT sí ha considerado este tema como estratégico. Lo ha abordado en sucesivos Congresos; desde el noveno (5 de octubre de 2006), las empresas públicas son concebidas como “motor del Uruguay Productivo”. En un documento de la Mesa Sindical Coordinadora de Entes se señala: “La primera asociación que proponemos para las empresas públicas es entre sí, para potenciar capacidades, crear sinergias, desarrollar competitividad, proyectarse hacia el exterior. (...) Se estima que, programada con un diseño y conducción estratégicas, la creación de cadenas de proveedores, así como la transferencia tecnológica desde este sistema a las distintas cadenas y sectores, sobre todo a sus PYMES, significará una elevación de la competitividad del conjunto de la economía uruguaya”.
La visión metodológica predominante viene a cuento para abordar cómo asumen los actores políticos y sociales la revolución digital que se está consolidando a escala global.
Origen de la revolución digital
Desde un punto de vista acrítico, que ve efectos sin examinar sus causas, la “revolución digital” es autogenerada, o sea, ha surgido “naturalmente” del desarrollo científico tecnológico y no como un instrumento de la dinámica y la estrategia capitalistas.
Al terminar la Segunda Guerra Mundial, la presencia del campo popular en los gobiernos en lo que se denominó “Estado de bienestar” generó un sostenido crecimiento de la participación del trabajo en la riqueza social, con la consiguiente preocupación del capital.
En 1971, bajo la égida de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), se llevó a cabo una reunión de expertos de las patronales de los mayores países desarrollados. El encuentro buscaba revertir el “fenómeno de degradación que caracteriza hoy por hoy el comportamiento de los trabajadores (...) el endurecimiento de sus actitudes. (...) Las economías industriales (...) sufren una revolución (...) que atraviesa todas las fronteras culturales (...) y que se caracteriza por un desafío a la autoridad”.5
El cambio de pisada estratégica es indispensable para que una “matriz productiva digital” nos ponga en el siglo XXI.
Los think tanks del capital diseñaron una contraofensiva para disminuir el peso de las solidaridades colectivas en la sociedad, por la vía violenta (golpes de Estado en Chile, Uruguay, Argentina), por la vía de la organización del trabajo (revolución digital con la desarticulación de la gran industria, vía desterritorialización y desarticulación productivas), así como por el viraje hacia la política económica neoliberal (Consenso de Washington).
En la actualidad, la revolución digital tiene dos capitales, Estados Unidos y China, y constituye el centro de la confrontación estratégica de estas superpotencias. En este, como en otros aspectos, Uruguay se mantiene en la esfera de influencia de Estados Unidos.
Instrumentalmente, la revolución digital no tiene un recorrido autónomo, sino que se articula con otros instrumentos de la seguridad nacional de Estados Unidos: la guerra, la cibervigilancia, la economía, la producción cultural, etcétera.
Su avance es arrollador: la evolución del tráfico mundial de Internet, medida en Gigabytes por segundo, pasó de 100 GB por segundo en 2002, a 2.000 GB por segundo en 2007, a 46.000 GB por segundo en 2017 y a 150.700 GB por segundo en 2022.6
Uruguay apuesta a perder el tren
La revolución digital ingresó al Uruguay con el gobierno electrónico y el Plan Ceibal. La Agencia de Gobierno Electrónico y Sociedad de la Información y del Conocimiento (Agesic) es una unidad ejecutora con autonomía técnica dependiente de Presidencia. Fue creada en diciembre de 2005.
Los trámites en oficinas públicas y la interacción de los ciudadanos con ellas están cercanos al óptimo de la digitalización.
Según el reporte de 2022 del Gobierno Digital de Naciones Unidas, Uruguay mantiene, por octavo año consecutivo, el liderazgo en el grupo de países de muy alto desarrollo digital en América Latina y el Caribe. El informe destaca que Uruguay “tiene un desempeño excepcionalmente bueno en términos de desarrollo de gobierno digital”. A nivel mundial, nuestro país ocupa el puesto 35.
La otra vía de acceso de la revolución digital al Uruguay fue protagonizada por millones de chiquilines y la escuela pública, montada con el Plan Ceibal desde 2007. Su fama ha dado la vuelta al mundo: ha merecido un caso de estudio del profesor Michael Chu, de la Harvard Business School.7 Radio France Internationale (RFI) destacó la función que cumplió para mantener la escolaridad durante la pandemia.8
El profesor Chu señala que “es el único ejemplo que salió de One Laptop Per Child (el proyecto de Nicholas Negroponte, fundador y director del MIT Media Lab) que tuvo éxito y que continúa hasta hoy”. ¿Por qué ningún otro país concretó la aspiración de Negroponte? Chu encuentra varias razones. Una es que Uruguay logró entregar las ceibalitas o XO (computadoras y luego laptops) integrando a maestros (la idea de Negroponte no los incluía) y estudiantes; también se aseguró que existiera conexión wifi en escuelas y espacios públicos en todo el país y no se plantearon dificultades de compatibilidad técnica entre hardware y software. “Hubo detalles de absolutamente enorme plasticidad pero que hicieron una diferencia brutal, como una infraestructura para reparar los dispositivos”.
Hoy ha superado los 589.000 dispositivos activos (y se entregaron más de 2.5 millones de laptops y tabletas y más de 84.000 placas programables desde 2007).
“La pandemia fue un hito importantísimo en esta historia. El sistema de educación pública vio en Ceibal una solución increíble... lograr que la comunicación entre maestros y alumnos se pudiera dar de forma virtual”, comenta Chu.
La respuesta de Ceibal en Casa mantuvo al 88% de los estudiantes y al 95% de los profesores en contacto mientras los centros educativos estuvieron cerrados por la pandemia.
¿Y?
Se avecinan instancias electorales de gran importancia. La actual coalición de gobierno propone más de lo mismo. El Frente Amplio recorre instancias programáticas, y si bien aún hay tiempo para que surjan planteos con la lógica aquí propuesta, no hay precedentes de debates de esta naturaleza. A su vez, los materiales que aporte el PIT-CNT para el próximo Congreso del Pueblo, previsto para el presente año, constituyen una de las últimas oportunidades para que los trabajadores insistan en la creación de un Sistema de Empresas Públicas, como ha sido aprobado en sus diferentes congresos.
El cambio de pisada estratégica es indispensable para que una matriz productiva digital nos ponga en el siglo XXI.
Claudio Iturra es profesor de Historia.
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https://www.opp.gub.uy/estrategia-nacional-de-desarrollo-uy-2050/item/download/773_11073ccfe9054964f2a8ec101d8c25d3 ↩
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Uno de los principales instrumentos de Transforma Uruguay, su aprobación es competencia del Gabinete Ministerial de Transformación Productiva y Competitividad. https://www.transformauruguay.gub.uy ↩
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https://www.gub.uy/presidencia/comunicacion/noticias/ejecutivo-promueve-empresas-publicas-se-complementen-para-eficientes ↩
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Citada por Luc Boltanski y Ève Chiapello, Le nouvel esprit du capitalisme, Gallimard, Paris 1999, p.249. ↩
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Informe sobre la economía digital. Creación y captura de valor: repercusiones para los países en desarrollo. Panorama general. UNCTAD. ↩
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El País, 4 de junio de 2023. ↩
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https://www.rfi.fr/fr/am%C3%A9riques/20200326-uruguay-%C3%A9l%C3%A8ves-confin%C3%A9s-b%C3%A9n%C3%A9ficient-politique-%C3%A9ducation-virtuelle-unique. ↩