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¡Nos descubrieron! ¡Por fin nos descubrieron!

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En las últimas semanas me he encontrado a mí misma repitiendo esta frase archiconocida de “La cantata de don Rodrigo Díaz de Carreras, de sus hazañas en tierras de Indias, de los singulares acontecimientos en que se vio envuelto y de cómo se desenvolvió”, de Les Luthiers, cada vez que un tema vinculado a la Intendencia de Montevideo se hace trendic topic en redes sociales, en paneles televisivos, en editoriales de diarios cercanos al oficialismo y en las charlas de esas que tenemos o escuchamos en la fila del supermercado. Y así como un día caímos en la cuenta de que la senadora Graciela Bianchi y sus disparates, un día sí y otro también, no buscaban otra cosa que mantenerla a ella y su discurso de intolerancia en la cima de la montaña, y que la única forma de cortar ese protagonismo mediático era dejarla hablando sola, de igual manera, la derecha ha encontrado en la intendenta de Montevideo un flanco débil para el Frente Amplio.

El gobierno de Montevideo pasó a ser el blanco de críticas, observaciones y juzgamientos por parte de un oficialismo que ignora por completo su pésima gestión a nivel nacional y se dedica a hacernos reaccionar indignados en defensa de la gestión frenteamplista capitalina. Y así, sin querer queriendo, nos encontramos todos convertidos en un ejército de tuiteros defendiendo: un día el cuantioso caché de una artista internacional, otro día la bicisenda, la semana siguiente la programación de TV Ciudad, un mes después la decisión de eliminar las papeleras de la ciudad y lo cómodo que es guardar el envoltorio, y dos días más tarde los festejos por la fundación de Montevideo con la discusión histórica incluida, como corresponde. Y así, sin querer queriendo, el oficialismo comienza a operar de la forma más burda en la interna del Frente Amplio en un año tan decisivo como es el año electoral porque “¡nos descubrieron!” y tienen bien sabido que sus ataques organizados están dirigidos a fortalecer las candidaturas que en un escenario de competencia nacional menos chances tendrían de hacerse con el triunfo.

Y en esta carrera donde nos vamos volviendo especialistas en repetir argumentos que vamos escuchando por ahí, ¿llegamos a preguntarnos por qué Yamandú Orsi no es blanco de ataques sistemáticos de dirigentes del oficialismo, cuando su gestión está inspirada en los mismos valores y principios que la gestión montevideana y además es altamente exitosa? Tal vez si pusiéramos más atención en tomar distancia y observar el escenario completo, nos daríamos cuenta de que simplemente al oficialismo no le conviene fortalecer la figura del intendente canario porque generar redes de solidaridad y apoyo a su favor es levantar al rival que tiene altas chances de ganar el partido. Nadie juega para el equipo contrario, ni en la cancha ni en la arena política, y eso el Partido Nacional lo tiene clarísimo.

Estamos iniciando un año decisivo en el que las y los frenteamplistas tenemos la enorme responsabilidad de vestir con la banda de candidato/a presidencial al mejor de nosotros, aquel que sea capaz de abrir puertas y ventanas para que quienes miran desde afuera se acerquen sin miedo, aquel que tienda manos y genere confianza, aquel que sea capaz de construir con la palabra, con el diálogo, con los acuerdos. Van a ser meses muy valiosos, no podemos dejar que la derecha se cuele en nuestra interna.

El gobierno de Montevideo pasó a ser el blanco de críticas, observaciones y juzgamientos por parte de un oficialismo que ignora por completo su pésima gestión a nivel nacional.

Concentremos la energía en la militancia, en defender el programa de gobierno; en conocer la plataforma electoral; en conversar con quien votó al actual gobierno y hoy se siente estafado; en charlar con quien no le encuentra sentido a la política ni a los políticos ni cree que su voto pueda cambiar su realidad; redoblemos mucho los esfuerzos porque el pueblo uruguayo realmente se merece un gobierno que lo vuelva a abrazar y le asegure que no lo va a desamparar.

Pero cuando el último voto sea contado y hayamos festejado una nueva oportunidad para que la justicia social vuelva a presidir las acciones del equipo de gobierno, tenemos que prometernos hacer espacio para algunas discusiones de las necesarias, aquellas que luego nos marcan el rumbo y nos hacen mejores, aquellas que definen la madurez de este Frente Amplio cincuentón y que tienen que ver con temas escabrosos como los electorales y los espacios de gestión.

Es importante que pongamos en agenda la discusión del rol de los gobiernos departamentales y del perfil de les compañeres que ocupan esos espacios. Así como es lógico que la presidencia del FA no aspire a cargos electivos porque la finalidad es construir y fortalecer al partido, es lógico también que quien gobierne un departamento tenga como fin último la gestión de esa administración, sin distracciones ni tensión por una eventual candidatura, sin que todo el tiempo se esté cuestionando si en verdad está gobernando o está en precampaña electoral.

Recordemos al querido Mariano Arana, su vocación por la ciudad fue la que lo llevó desde el anonimato a la militancia política y de allí a estar al frente del gobierno de la capital del país. Nunca Mariano dio señales de utilizar el sillón municipal para otro tipo de fines políticos y eso la oposición siempre lo supo y por lo tanto sus discrepancias obedecieron a cuestiones ideológicas, como corresponde, pero nunca hubo cuestionamientos que tuvieran que ver con fines electorales porque no había otra pretensión que quienes vivimos en este rincón del país nos sintiéramos orgullosos de nuestra ciudad.

En estos días, en los que ya comienzan a surgir nombres y candidaturas para gobernar Montevideo y los compañeros se sienten halagados y comprometidos con lo que pueda suceder, es muy saludable recordar a Mariano Arana y confiar en que su ejemplo nos inspire y nos permita llegar a tiempo para instalar este debate tan vital, como siempre lo hemos hecho, en clave frenteamplista.

Alejandra Torres es docente y militante frenteamplista.

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