Han pasado algunos días de las elecciones nacionales y quizás se vayan generando las condiciones para analizar el resultado en función de un balance de lo que han sido estos cinco años de gobierno de coalición multicolor y el accionar de la oposición de nuestra fuerza política, y no tanto en relación a esa suerte de “encuestitis” que todo lo tiñe cuando se acerca la fecha de la elección o incluso pasada esta.
Todos los balances que pude escuchar en estos días están motivados por las expectativas generadas por las propias encuestas o la creciente movilización frenteamplista de los últimos días. No está mal.
Hace poco tiempo asistíamos impávidos al escenario de una Argentina que masivamente votaba a un tipo bastante desquiciado que insultaba sin sonrojarse hasta a los que luego convocó para que lo ayudaran a gobernar, acusando de comunistas, socialistas o kirchneristas a todos los que no se consideraban libertarios, a una persona que defendió a una sangrienta dictadura y se plantaba ante la sociedad catalogando de aberración la justicia social, y hasta se animó a argumentar a favor del libre mercado de órganos humanos. Su principal consejero era un perro que le hablaba desde el más allá.
El pueblo argentino instaló, en la Casa Rosada, democráticamente —eso nadie lo cuestiona—, la decadencia y la crueldad.
El pueblo uruguayo no es el argentino. La derecha uruguaya no es la argentina. Pero temo que algunos valores triunfantes en la otra orilla estén permeando en la cultura de la sociedad uruguaya. El zodíaco, las mascotas y la musculación tuvieron su espacio en una campaña bastante vacía de contenido político.
¿De otra forma, cómo se entiende que la coalición multicolor (en breve Republicana) haya tenido tanto respaldo sin mostrar logro alguno y con tanta corrupción, irregularidades, clientelismo, nepotismo y falta de transparencia durante el período de gobierno?
¿Estamos tan lejos de Argentina, cuando a la mitad de los uruguayos no les importó que nuestro principal puerto haya sido entregado por 60 años sin ningún llamado a licitación y que estos se hubieran transformado en puntos de salida seguros para toneladas de cocaína hacia Europa? ¿Estamos tan lejos cuando en lugar de investigar estos hechos se espía a los denunciantes de la entrega?
Los partidos coalicionistas no tienen logros para mostrar en cinco años de gobierno. Los sostiene unidos el “antifrenteamplismo” para mantenerse en el poder y avanzar en un proyecto político antinacional y antipopular.
¿Estamos tan lejos cuando desde el gobierno expedimos un pasaporte a un narco para poder escapar de la Justicia o cuando personas muy cercanas a la investidura presidencial y al actual candidato de la coalición montan una asociación para delinquir en la misma Torre Ejecutiva?
¿Estamos tan lejos cuando ministros y subsecretarios mienten al Parlamento y asesores directos del presidente hacen desaparecer información?
¿Estamos tan lejos cuando el presidente de la República, algún ministro y el presidente del Partido Nacional defienden a un senador de su partido acusado de graves delitos sexuales que involucran a menores?
¿Estamos tan lejos cuando la lista mayoritaria del Partido Nacional es encabezada por quien gastó 48 millones de dólares en dos Hércules que no vuelan ni con viento a favor, y en Artigas es mayoría el sector del destituido intendente por graves irregularidades?
¿Estamos tan lejos cuando Cabildo Abierto mantiene casi un 3% de respaldo a pesar de que su líder en la pasada campaña prometió “terminar el recreo” y debió renunciar su esposa al frente del Ministerio de Vivienda y un jerarca de ASSE denunciados por el más repudiable clientelismo? ¿Estamos tan lejos cuando el mismo “honorable general” se escondió cobardemente en sus fueros parlamentarios para evitar declarar ante la Justicia por la desaparición de ciudadanos uruguayos?
Es más, el Partido Independiente, el único sector coalicionista que no se vio envuelto en hechos de este tipo, continúa casi en el ostracismo; tal vez porque su única independencia haya estado en relación con el Frente Amplio.
Los partidos coalicionistas no tienen logros para mostrar en cinco años de gobierno. Los sostiene unidos el “antifrenteamplismo” para mantenerse en el poder y avanzar en un proyecto político antinacional y antipopular. Como el de Milei en Argentina, pero a la uruguaya, menos estridente.
En este mes de campaña es lógico que las candidaturas en pugna expongan sus propuestas sobre los problemas principales del país. ¿Pero no es lógico exponer también los peligros que corremos si triunfa este estilo decadente de hacer política que no propone pero sí practica la coalición que encabezan Álvaro Delgado y Valeria Ripoll?
Javier Cousillas es integrante del Movimiento Alternativa Socialista.