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Rompiendo un cristal blindado: el panorama de las precandidaturas de mujeres a la presidencia

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Con el lanzamiento de Carolina Ache como precandidata a la presidencia de la República, los tres principales e históricos partidos políticos de nuestro país tendrán al menos una precandidatura femenina en las elecciones internas de este año. Pero, además, es la primera campaña electoral de la historia en la que es real la posibilidad de que una mujer pueda ser la primera presidenta. ¿Es una posibilidad real, en efecto? Algunos esbozos del inicio de esta campaña parecerían indicar lo contrario.

Varios países1 en América Latina han tenido presidentas mujeres electas. Uruguay, que históricamente se destacó por ser un país impulsor de leyes igualitarias (que garantizaron tempranamente, por ejemplo, el acceso al sufragio femenino), es un país rezagado en lo que a la representación política de las mujeres respecta. No sólo en términos parlamentarios, sino también en las candidaturas presidenciales.

La hegemonía masculina existente en las estructuras político-partidarias ha impuesto constantes resistencias a la incorporación de las mujeres a espacios de representación o liderazgo político. La existencia de un “techo de cristal” en el ámbito político (que refiere a las barreras invisibles que limitan o imposibilitan la llegada de mujeres a posiciones de liderazgo o jerarquía) no es sino un reflejo de las desigualdades estructurales de una sociedad machista y conservadora frente al avance de las luchas igualitarias.

Esta dificultad fue recientemente aludida por el propio presidente de la República, quien en una entrevista brindada a Búsqueda días atrás mencionaba que “la mayoría de las militantes mujeres sobrepasan en preparación, en capacidad y, muchas veces, en comprensión a los militantes hombres, pero cuando llegamos al final, llega el que tuvo los votos. [...] Yo dije una vez que, para las mujeres, luego de cierta edad es muy difícil dedicarse a la política”, argumentando que “hay decisiones que se toman en la barra comiendo un asado y, por lo general, esas reuniones son de hombres”.2 Acto seguido, aclaró que no es una crítica, sino una observación.

Además de la lucha por romper el techo de cristal, resulta interesante considerar el concepto de glass ciff o “acantilado de cristal”,3 que hace referencia a las dificultades que atraviesan las mujeres que llegan a posiciones de jerarquía para mantenerse en estos lugares, al ser designadas especialmente en contextos de crisis o precariedad. Esto habilita que, ante un posible fracaso, la responsabilidad sea colocada en las capacidades de la mujer, más que en el contexto adverso que deben atravesar cuando son elegidas o seleccionadas.

Mujeres candidatas a través de las décadas

Si partimos de las primeras elecciones nacionales hacia la salida de la dictadura cívico-militar (1973-1985), la primera participación de una mujer en una contienda electoral como postulante al cargo máximo del Poder Ejecutivo responde a un evento imprevisto. Unión Patriótica, un partido nacionalista y anticomunista de muy breve duración (creado y disuelto en 1984), presentaba como candidato y principal figura al militar Néstor Bolentini. Su repentino fallecimiento, días antes de las elecciones nacionales, causó que su compañera de fórmula, Nelly Pérez de Lima, fuera la candidata a disputar la contienda, en la que obtuvo apenas 302 votos.

Las siguientes elecciones encontraron candidaturas femeninas provenientes de partidos políticos muy pequeños, sin representación parlamentaria. En 1989, Convergencia Socialista presentó como candidata a Nancy Espasandín, que obtiene un total de 190 votos. En los comicios celebrados en 1994, es el ecologista Partido del Sol Federal y Pacifista el que postula una mujer a la presidencia, Mabel Portillo, que alcanza 2.258 votos.

Debemos trasladarnos al siguiente milenio para encontrar la primera precandidatura femenina en un partido con representación parlamentaria. Luego de la introducción de las elecciones internas por la reforma constitucional realizada en 1997, la abogada Cristina Maeso se presentó como precandidata por el Partido Nacional (PN) desde su sector Basta y Vamos. Maeso había acompañado en 1984 la fórmula que presentaba a Juan Carlos Payssé a la presidencia, que salió en tercer lugar con el 1,12% de votos.

En las elecciones de 2004, Maeso se presentó como una tercera alternativa en la disputada contienda interna entre Jorge Larrañaga y Luis Alberto Lacalle Herrera, con un discurso orientado al combate a la corrupción y a la promoción de los derechos de las mujeres, principalmente en materia de participación y representación política.4 Ignorada por la estructura nacionalista, que rechazaba su postulación, Maeso obtuvo el 0,41% de los votos en la interna de su partido (1.810 votos en total).

La primera precandidatura femenina en el Frente Amplio (FA) llegaría una década después, cuando hacia las elecciones internas de 2014 lanza su candidatura Constanza Moreira, como alternativa a la del expresidente Tabaré Vázquez, que representaba una voz renovadora, feminista y crítica con la gestión de su contrincante. Apoyada por sectores más pequeños del FA,5 su candidatura fue desacreditada, criticada e invisibilizada por algunos líderes y sectores de relevancia dentro del mismo partido. La entonces senadora obtuvo el 17,85% de los votos dentro de su fuerza política. En la misma interna, el partido ecologista Unidos por Nuestras Riquezas Naturales presentó a Beatriz Banchero como precandidata, pero no alcanzó los votos necesarios para disputar la contienda nacional.6

Carolina Cosse, quien fuera ministra de la cartera de Industria, Energía y Minería durante el tercer gobierno del FA, renunció en 2018 a su cargo para presentarse como precandidata de la interna de su partido. Apoyada por el Movimiento de Participación Popular como sector mayoritario,7 compitió con Daniel Martínez, Óscar Andrade y Mario Bergara, y quedó en segundo lugar con el 25,43% de las adhesiones frenteamplistas.

Es de destacar que pese a ser las segundas más votadas, ninguna de las dos precandidatas frenteamplistas fueron posteriormente invitadas a integrar la fórmula de su partido político, una clara señal de rechazo a figuras que representaban no sólo una renovación partidaria, sino, sobre todo, la llegada de mujeres a roles de liderazgo político nacional.

Novedades y continuidades

Como mencionaba inicialmente, la campaña de estas elecciones internas presenta la novedad de contar con precandidaturas femeninas en los tres partidos tradicionales con representación parlamentaria. Carolina Cosse (FA), Laura Raffo y Roxana Corbran (PN), y Carolina Ache (Partido Colorado) se presentan como figuras sólidas y de renovación en sus partidos. Cuentan con trayectoria política dentro de sus estructuras partidarias y proyectan sus candidaturas con base en la firmeza de sus posturas.

Sin embargo, la aparente superación del “techo de cristal”, al ser candidaturas con reales posibilidades de llegar a la presidencia, no está exenta de cuestionamientos y desacreditaciones por parte de líderes políticos y de la propia ciudadanía.

Un estudio realizado por ONU Mujeres en 2022 da cuenta de las diferencias en la afectación de la violencia política hacia mujeres legisladoras en redes sociales. Más allá de que los niveles de violencia se dirigen en mayor medida hacia las mujeres, “la diferencia más llamativa es el perfil de estos mensajes: mientras que los tuits violentos dirigidos a legisladores refieren a cuestiones relacionadas al quehacer político, los dirigidos a mujeres tienden a mencionar la condición de mujer, sugiriendo que el perfil de violencia de género está más presente en el caso de mujeres” (ONU Mujeres 2022:41).8

En este mismo sentido parecen ir las últimas declaraciones del expresidente José Mujica, al involucrarse en la interna no sólo de su partido, sino también del partido de gobierno. En relación con su interna político-partidaria, el expresidente mencionaba en 2022 la posibilidad de que Cosse fuera candidata: “Tiene un don a favor: es mujer, y están de moda”, haciendo referencia específicamente a su condición de género, a la que señalaba como una ventaja. Al opinar sobre la interna nacionalista, Mujica aseguró días atrás, en el acto de lanzamiento de la precandidatura de Yamandú Orsi, que, “si fuera blanco, no lo voto a Delgado, es más atractiva la piba”.9 El menosprecio que significa no hacer referencia a Raffo por su nombre (tratándola como “la piba”) sólo se opaca al señalar su “atractivo” antes que cualquier otro aspecto vinculado a sus propuestas políticas. En la medida en que no existan respuestas institucionales firmes y ejemplificantes desde las estructuras partidarias para rechazar declaraciones que representan la continuidad del pensamiento machista y reproductor de los estereotipos de género, estas seguirán habilitándose impunemente.

El avance que representa la presencia en esta campaña de múltiples precandidatas mujeres a la presidencia responde a la histórica lucha del movimiento feminista, así como de muchas mujeres políticas por ocupar espacios de representación y de toma de decisiones.

Planteos como el realizado por el presidente, que abiertamente expone las estructuras desiguales en su partido, pueden parecer saludables en tanto dejan en evidencia la existencia de ámbitos de poder masculinizados, pero resultan estériles y reafirmadores de estas prácticas en la medida en que no se proponen o ejecutan cambios efectivos para modificar esta realidad.

La presencia de cuatro precandidaturas de mujeres abre la posibilidad de dialogar abiertamente sobre estas estructuras y discursos que las violentan, debilitan el debate político y limitan su participación política, así como su consolidación como lideresas partidarias nacionales.

Tamara Samudio es politóloga.


  1. Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Costa Rica, Honduras, Panamá. 

  2. Entrevista disponible en: www.youtube.com/watch?v=9qCJOR4E86k&t=3s&ab_channel=MagnolioSala 

  3. Término creado en 2005 por los académicos británicos Michelle K. Ryan y Alexander Haslam. 

  4. Al respecto, vale la pena destacar el argumento principal de su presentación: “Estoy tratando de dinamitar ese muro. Es un hecho obvio que las mujeres han demostrado capacidad en iguales términos que los hombres y [...] que no están integrando el poder en la proporción en que integran la sociedad, y, por lo tanto, esta candidatura está dando el primer paso para que se alineen detrás de mí otras conquistas femeninas para lograr en el mundo político la misma incorporación que las mujeres han logrado en otras áreas de la actividad humana”. Entrevista a Cristina Maeso en el programa En Perspectiva, El Espectador, 21 de junio de 2004. 

  5. Como el PVP, Ir, Movimiento de Integración Alternativo, Alternativa Frenteamplista, Magnolia, Izquierda en Marcha, Agrupación Resistir. 

  6. Recibió 300 votos en total. 

  7. Además de los sectores Convergencia Popular,​ Avanzada Frenteamplista y Movimiento de Integración Frenteamplista, Corriente de Acción y Renovación Frenteamplista, Reafirmación Frenteamplista, Rumbo de Izquierda,​ Agrupación de Frente,​ Partido Socialista de los Trabajadores, Frenteamplistas Independientes, Lista Amplia​ y Frente en Movimiento. 

  8. ONU Mujeres, 2022. Cuantificación y análisis de la violencia contra las mujeres políticas en redes sociales, Uruguay. Disponible en: lac.unwomen.org/sites/default/files/2022-03/InformeCuantificacionViolenciaMujeresPoliticasRSUY-8Mar.pdf 

  9. https://ladiaria.com.uy/politica/articulo/2024/3/mujica-sobre-la-interna-del-partido-nacional-yo-si-fuera-blanco-no-lo-voto-a-delgado-porque-es-mas-atractiva-la-piba/

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