Sin dudas, esta ley es regresiva y se impone con un objetivo claro, que es comenzar a destruir todos los logros obtenidos en estos 15 años de gobierno progresista.
Si esta realidad se mantiene y la única perilla que hace funcionar el gobierno es la que cuida al capital en detrimento de la salud de la población, es más que seguro que continuarán las renuncias.
El 30 de setiembre de 2020 se cerró un ciclo que cristaliza una nueva ruptura de la institucionalidad, al haber impedido que la Justicia investigue, al calumniar a los fiscales, al encubrir cómplices.
Ahora la situación es clara: quien no vota el desafuero de Guido Manini Ríos está encubriendo a quienes formularon el pacto de silencio para amparar torturadores y no decir dónde están los desaparecidos.
La situación que vivimos debería ser una oportunidad para transformar el modelo social, el productivo, el educativo, el sanitario. Hablamos por eso de “nueva realidad”.
¿Qué trae la nueva normalidad? Trae la imposición de la dominación, aceptar los conceptos de la clase dominante, la resignación. El concepto de nueva normalidad es entonces la derrota ideológica de la izquierda.
La posibilidad de sacar a un presidente que no les sirve, que ha demostrado que defiende sus propuestas basado en informes técnicos y científicos, es muy tentadora.