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El gobierno del Frente Amplio y la derecha global

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El próximo gobierno del Frente Amplio deberá hacerse cargo de la conducción del país en un escenario global sumamente complejo. Las disputas comerciales entre las potencias se están procesando en un contexto en el que hay un resurgimiento muy potente de la ultraderecha. El ascenso de Donald Trump se está verificando en alianza explícita con los sectores más poderosos y ultraconcentrados del mundo de la economía y las finanzas, del complejo armamentístico y tecnológico, y muy especialmente del universo de las comunicaciones digitales y del control privado de la industria del conocimiento.

Son especialmente preocupantes las afirmaciones del presidente Joe Biden en su último mensaje a la nación y al mundo, cuando manifestó: "Quiero advertir al país sobre algunas cosas que me preocupan mucho. Es la peligrosa concentración de poder en manos de unas pocas personas ultrarricas y las peligrosas consecuencias que puede tener si no se controla su abuso de poder". Y respecto a la embestida de esta nueva derecha, señaló que "los estadounidenses están siendo enterrados bajo una avalancha de información errónea y desinformación que permite el abuso de poder. La prensa libre se está desmoronando. Los errores están desapareciendo. Las redes están renunciando a la verificación de contenidos".

Biden está anunciando que la democracia americana está sometida a una presión de nuevo tipo ejercida no sólo desde los poderes orgánicos del Estado, sino también por el protagonismo desembozado de personajes ultrapoderosos que utilizarán los resortes del poder público para potenciar aún más el inmenso poder económico y cultural que ya están ejerciendo, particularmente a partir de la masificación de la telefonía celular inteligente y de las nuevas tecnologías de punta, dentro de las cuales la inteligencia artificial es sin dudas el rasgo más sobresaliente.

En América Latina esta nueva realidad pegará de manera muy directa. La agenda del Frente Amplio debe centrarse en resolver problemas fundamentales como la pobreza, y muy especialmente la pobreza en la infancia, que hoy golpea a aproximadamente 150.000 niños; la restauración de equilibrios macroeconómicos, especialmente de naturaleza fiscal; el mejoramiento de la formación docente; la más eficiente y transparente gestión de las instituciones de asistencia médica colectiva. Pero además sobresalen algunos asuntos de gran significación. Y esos son claramente puntos de controversia estratégica con la nueva derecha en sus diversos ámbitos de actuación.

1. El cuidado de la casa

El cambio climático es una realidad grave. Hay evidencia científica que da cuenta de los riesgos que representa para la salud de las personas y para la preservación del medioambiente. Los cambios en el clima son cada vez más acelerados y tienen fuertes efectos sobre la economía y sobre la sociedad en su conjunto.

Como la actividad humana es la responsable de estos procesos, no estamos ante un fenómeno natural, sino social; es el resultado del modo dominante de producción de riqueza en nuestras sociedades.

La derecha niega el cambio climático. Y en alguna medida es lógico que lo haga, porque el cambio climático es una cuestión política. La nueva derecha rechaza su inclusión en el campo de las políticas públicas, así como en la agenda global, aduciendo que dicho tema es producto de un ardid del socialismo populista internacional. A su entender, ello es así porque el populismo colectivista es representado por hipócritas ilustrados que se creen moralmente superiores y aprovechan sus posiciones de poder real y burocrático para imponer sobre el conjunto de la sociedad sus ideas progresistas, entre las cuales, además de la lucha contra el cambio climático, están el derecho al aborto, el respeto a las minorías raciales, la aceptación de la diversidad sexual, el matrimonio igualitario. La nueva derecha ha acuñado un término para denostar al populismo progresista, al cual define como cultura woke. Y ello explica la importancia que le asignan a la nueva batalla cultural que están llevando adelante.

2. La restauración del nuevo enemigo interno

La violencia doméstica asociada a la presencia del crimen organizado es un fenómeno que está creciendo de manera vertiginosa. Se asocia con la expansión de la producción de sustancias psicotrópicas y con el notable incremento del consumo. En América Latina, este fenómeno se relaciona esencialmente con la producción y la exportación de cocaína. Tiene una doble dimensión. De una parte, está vinculado a la macroexportación de drogas hacia los países desarrollados, donde se verifican altos índices de consumo y donde se pagan los mayores precios. Pero en su condición de países productores y de tránsito, los países latinoamericanos registran la existencia de bandas criminales cuya principal actividad está centrada en la comercialización de drogas orientadas hacia el mercado interno. Ello ha provocado un gran incremento de la población adicta, el crecimiento de la violencia y la inseguridad y cambios en las reglas de convivencia comunitarias, lo que afecta muy especialmente a las comunidades de más bajos recursos.

Las bandas domésticas dedicadas a la comercialización de drogas son fuente de violencia y corrupción, pues en su relacionamiento operativo interactúan con las fuerzas policiales, con la Justicia, con instituciones privadas asociadas al mercado de los bienes raíces, el sector financiero y otras actividades que se involucran de manera primaria o secundaria en los procesos de lavado de activos. En la búsqueda por acotar los niveles de violencia, dentro de las respuestas más frecuentes a las que se ha recurrido está empoderar a los aparatos represivos y también introducir modificaciones en los códigos penales para endurecer los sistemas de penalización. Ello ha redundado en un notable incremento de la población privada de libertad, que en su gran mayoría está compuesta por jóvenes, con bajo nivel de escolaridad, con alto nivel de adicciones y con una elevada tasa de reincidencia. Las cárceles corren el riesgo de convertirse en centros crecientemente controlados por el crimen organizado, tal como ha ocurrido en Brasil y Venezuela, donde los principales grupos delictivos ejercen un fuerte control sobre los centros penitenciarios.

En el discurso de la derecha, el modelo aplicado por Bukele en El Salvador se ha convertido en un caso paradigmático, pero como las condiciones existentes en ese país no son fácilmente aplicables a otras realidades, se tiende a recurrir al concepto de que las bandas criminales son una nueva manifestación del enemigo interno. Y ello da pie a la promoción de una estrategia de acciones intervencionistas, dentro de las cuales el cambio de rol del ejército para combatir dentro de fronteras o bien el emplazamiento de bases militares norteamericanas en distintos puntos estratégicos del continente forma parte de un proceso en el que el enemigo interno vuelve a ser funcional a nuevas formas de dominación hemisféricas.

La importancia de enfrentar el fenómeno de la violencia, la corrupción y el narcotráfico desde una perspectiva nacional le confiere particular significación a la necesidad de promover políticas de Estado en las que la sociedad civil, a través de sus organizaciones locales, tenga adecuados niveles de representación. De ese modo, el combate a este flagelo pierde la estridencia de ser objeto de denuncia política por parte de quien ejerce la oposición y pasa a ser una responsabilidad compartida, asumiendo que, por la envergadura y la complejidad del fenómeno, es imposible en el marco de una sola administración encontrar soluciones definitivas.

3. El torbellino digital que está reprogramando la mente de nuestra infancia

Desde que se verificó el acceso masivo a los smartphones, teléfonos inteligentes, por parte de la población en general y muy especialmente por parte de los niños y los adolescentes, se están produciendo cambios profundos en los procesos de integración social, de aprendizaje, de establecimiento de vínculos intergeneracionales y también de vínculos en el interior de una misma generación. Los teléfonos inteligentes tienen la capacidad de vincularse con las diversas plataformas y redes sociales, y ello ha determinado que la cantidad de horas que los niños y los jóvenes permanecen atrapados por las pantallas digitales se haya incrementado de manera muy importante. Los efectos derivados de esta nueva realidad se asocian a la expansión de problemas de ansiedad y depresión, con una tendencia al aislamiento. Estos cambios en los hábitos tienden a ser profundos y a provocar realidades afectivas, cognitivas y de socialización que de ninguna manera pueden ser objeto de atención por parte de las políticas públicas.

El nuevo gobierno del Frente Amplio tiene una enorme responsabilidad que trasciende las fronteras del país. Debe lograr un crecimiento económico sostenible, acompañado de políticas redistributivas de carácter inclusivo.

Se ha puesto de manifiesto que la menor exposición a actividades al aire libre, lejos de significar una protección a la nueva infancia, es fuente de nuevos y graves problemas y peligros. Entre ellos basta con señalar el acceso temprano y desordenado a la pornografía digital, la posibilidad de promover de manera muy peligrosa la ludopatía entre los menores a través de los sistemas de apuestas en línea y los crecientes problemas de autopercepción de los menores, mediante la construcción digital de identidades que se alejan de sus realidades objetivas. El terreno de las redes sociales ha revelado ser un campo en el que la nueva extrema derecha global ha generado estrategias de promoción muy eficientes. Por lo tanto, esta es un área de inmensa importancia para las nuevas políticas. Y dentro del nuevo gobierno, este debe ser un capítulo a ser atendido.

4. La necesidad de un humanismo fundado en la cooperación y la solidaridad

Los ejemplos de socialismo real que exhiben los regímenes de Cuba, Nicaragua y Venezuela en América Latina fungen en la práctica como aliados de la derecha para desacreditar al humanismo progresista.

El binomio Ortega-Murillo representa una caricatura del despotismo, y se convirtió en lo que en su momento ambos combatieron. La persecución a los opositores y el exilio forzado de ciudadanos ilustres ponen en evidencia el triste presente de ese régimen.

Maduro se ha negado a exhibir la más mínima evidencia de su triunfo electoral, lo que dio pie a una condena global refrendada por más de seis millones de venezolanos que a lo largo de estos años se han visto condenados a vivir fuera de su patria.

En sentido estricto, ninguno de los tres es genuinamente representativo de una alternativa deseable.

Cuba fue desde mediados del siglo pasado el referente del socialismo latinoamericano, pero devino, tras muchas décadas de ejercicio del poder unipartidista y centralizado, en un régimen cerrado a opciones de participación ciudadana y renuente a cualquier apertura democrática, más allá de los atenuantes que pudiera representar el bloqueo económico estadounidense.

Quedan, en cuanto referentes alternativos a la embestida global de la derecha, los procesos en curso en Brasil, Colombia, Chile y México.

Lula exhibe como credencial principal haber sacado de la miseria a más de 40 millones de personas. Frente al asedio del bolsonarismo, ha logrado impulsar una política de alianzas que lo convierte en un régimen que goza de buena credibilidad y sigue siendo la gran locomotora de América Latina.

La Colombia de Petro representa un esfuerzo encomiable por pacificar un país con una larga tradición de violencia. Con un complejo legado de exclusiones, Colombia ha logrado ensayar un proyecto humanista que, a pesar de las resistencias internas, está alcanzando importantes metas de inclusión y crecimiento. El PIB de Colombia aumentó 10,7% en 2021 y durante el primer semestre de 2022 la actividad económica ha mantenido un vigoroso ritmo de crecimiento, como resultado de los estímulos del gobierno para la reactivación económica, la amplia oferta de crédito, los favorables términos de intercambio y el aumento de las remesas, que alentaron el dinamismo de la demanda interna. De igual modo, Colombia ha logrado una posición de gran destaque en los foros regionales e internacionales, defendiendo posiciones progresistas y promoviendo el respeto a los derechos humanos y la paz.

Boric enfrenta internamente a una derecha muy virulenta que exhibe entre sus banderas a uno de los referentes icónicos más exitosos de la extrema derecha a nivel global. La profunda huella del pinochetismo no ha desaparecido y, contra muchos de los pronósticos iniciales, el gobierno de Boric ha demostrado su profundo compromiso con la democracia y las instituciones. Por ser un gobierno que nació de la resistencia popular a un proyecto liberal a ultranza, muchos fueron muy escépticos acerca de su viabilidad, adjudicándole la posibilidad de incurrir en situaciones de impericia. Sin embargo, con un profundo respeto a la institucionalidad y manteniendo una fuerte defensa de la inclusión social, el gobierno de Boric ha logrado ganarse un fuerte reconocimiento a nivel regional y global.

Sheinbaum representa el segundo gobierno del Movimiento de Renovación Nacional, luego del conducido con gran respaldo popular por López Obrador. Siendo un país con extensas fronteras con Estados Unidos y habiendo ganado Trump las elecciones con la promesa de controlar la inmigración, su gobierno tiene un complejo escenario frente al perfil de renovada agresividad con la que está asumiendo las riendas Donald Trump. Lo hace lanzando amenazas de tomar el control efectivo de Canadá como estado número 51, la isla Groenlandia por ser un territorio estratégico para la seguridad nacional norteamericana y el canal de Panamá por haber sido construido originalmente por los Estados Unidos y devuelto al control panameño en el marco del acuerdo Carter–Torrijos en 1979. Pero el verdadero problema de Trump con América Latina lo constituye el choque de civilizaciones que anticipó Huntington y que cobró especial importancia luego del 11 de setiembre de 2001, cuando murió el multiculturalismo y se sentaron las bases para que se hiciera fuerte el proyecto MAGA. Esta realidad que engloba a toda la región, obviamente, también involucra a nuestro país.

Conclusión

Uruguay exhibe una solidez institucional envidiable. El espíritu fuertemente arraigado para reivindicar la justicia social como un valor superior lo distingue no sólo como proyecto de nueva generación, sino porque esa tradición se remonta a los comienzos del siglo pasado, cuando el batllismo puso al Estado al servicio de un proyecto de bienestar.

El nuevo gobierno del Frente Amplio en Uruguay tiene una enorme responsabilidad que trasciende las fronteras del país. Debe lograr un crecimiento económico sostenible, acompañado de políticas redistributivas de carácter inclusivo. Pero es necesario que en todos los campos enunciados inicialmente -medioambiente, políticas de seguridad ciudadana y control del uso de los medios digitales por parte de los niños y adolescentes- se logren resultados positivos y creíbles. De este modo se contribuirá a que Uruguay pueda convertirse en un ejemplo de humanismo progresista que contribuya y aliente al desarrollo futuro de nuestra región.

Gabriel Vidart es sociólogo. Entre otros cargos, a nivel nacional e internacional, fue director adjunto del proyecto Combate a la Pobreza en América Latina y el Caribe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (1984-1986), y fundador y secretario ejecutivo del Plan CAIF, Uruguay (1988-1990).

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