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Transporte público y la desigualdad en los jóvenes

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La desigualdad es uno de los problemas más importantes que enfrenta nuestro país. Sin embargo, la tendemos a asociar con un concepto ligado exclusivamente a la economía o los ingresos. Si bien las diferencias económicas son una de sus manifestaciones más evidentes, la desigualdad también se expresa en aspectos multidimensionales de la vida. Puede ser en la educación, en el acceso a atención médica de calidad o en la seguridad pública. Otra de esas brechas poco visibilizadas es la que abordaremos en este artículo: la desigualdad en la movilidad urbana.

Como sabemos, en toda brecha existente hay un privilegiado y un desfavorecido. Según qué variables utilicemos, vamos a obtener diversos resultados, con diferentes significados. En este caso abordaremos uno de los mayores factores de desigualdad en la movilidad, que es la diferencia en los tiempos de transporte.

Para empezar, debemos tener en cuenta que el grupo mayoritario de usuarios del transporte público lo conforman los jóvenes de 18 a 29 años.1 Esta proporción se amplía considerablemente al incorporar a las personas de entre diez y 35 años, alcanzando aproximadamente el 40% de los viajes.2

Otro punto clave para abordar con una mejor perspectiva este análisis, es la dificultad de acceso a los bienes y servicios en la población de la periferia. Por ejemplo –y continuando con problemáticas que refieren a los jóvenes–, la cantidad de liceos por kilómetro cuadrado es ampliamente inferior en los municipios A, D, F y G en comparación con municipios como el B y el CH.3 Esta diferencia se amplía al llegar a la Universidad: en el caso de la Udelar es notorio que la mayoría de las facultades se concentran en los barrios Cordón, Parque Rodó y Centro, y están muy alejadas de los barrios suburbanos.

Con esos datos analizados, abordaremos este eje de la desigualdad enfocando en quienes más la sufren: los jóvenes residentes en barrios periféricos. Se entiende que el acceso al transporte no es sólo un tema de movilidad, sino también de equidad. Según el sociólogo Diego Hernández4 –experto en transporte y desarrollo urbano–, la movilidad es un factor determinante en la distribución de oportunidades laborales, educativas y de bienestar. Si una persona necesita trasladarse grandes distancias en tiempos prolongados para acceder a estas oportunidades, su calidad de vida se ve directamente afectada. En este sentido, el sistema de transporte de una ciudad puede ser un factor que mitigue o perpetúe la desigualdad.

Según la Encuesta de Movilidad del Área Metropolitana de Montevideo,5 los viajes en transporte público tienen una duración promedio de 46 minutos (sin tomar en cuenta la espera), mientras que los realizados en auto o moto son de apenas 21 minutos. Esto significa que un joven que no posee vehículo propio pierde más del doble de tiempo en cada desplazamiento, sumado al tiempo de espera de la línea.

Además, este problema radica principalmente en jóvenes de nivel socioeconómico bajo, quienes son los que más dependen del transporte público. Mientras que en los hogares de nivel alto hay –en promedio– 0,90 autos por vivienda, en los hogares de nivel bajo esta cifra se reduce a apenas 0,09. La ausencia de un vehículo particular no sólo impacta en la comodidad, sino en la posibilidad de aprovechar el tiempo para estudiar, trabajar o simplemente descansar.

La brecha no existe únicamente entre los que cuentan o no con vehículo personal, sino también entre quienes sólo utilizan el sistema de transporte metropolitano, ya que la inseguridad en zonas de menor población flotante se agrava; en este punto las mujeres se ven doblemente vulneradas, de hecho, según la encuesta realizada por la Usina de Percepción Ciudadana y L’Oréal Groupe, el 67% de las mujeres ha experimentado acoso callejero en algún momento de su vida, y el 43% señala que el transporte público es uno de los escenarios donde se produce este tipo de violencia (el doble que en los hombres).

El transporte público debe profundizar en su papel clave en la reducción de desigualdades, pero para eso debe ser más eficiente y accesible.

Este desequilibrio en la movilidad urbana contribuye a perpetuar la desigualdad económica que nos afecta. Por eso es que no todos y todas “contamos con las mismas 24 horas”. Ya sea para educación, trabajo u ocio, hay una gran parte de los jóvenes a quienes les toma casi el triple de tiempo llegar a los mismos lugares.

Propuestas para un transporte público que profundice en el combate a la desigualdad

El transporte público debe profundizar en su papel clave en la reducción de desigualdades, pero para eso debe ser más eficiente y accesible. El acceso al transporte es un prerrequisito fundamental para el ejercicio de derechos como la educación, el trabajo y la salud. Si una persona no puede acceder a estas oportunidades debido a barreras de movilidad, su situación de desigualdad se profundiza.

Para que el transporte público avance como mecanismo de inclusión social es crucial implementar políticas que garanticen no sólo su calidad, sino también su accesibilidad para toda la población, especialmente los sectores más vulnerables. Aquí presento algunas medidas que pueden contribuir a reducir la desigualdad en este ámbito:

  1. Mejorar la frecuencia del servicio. Uno de los principales inconvenientes del transporte público es el tiempo de espera de algunas líneas –principalmente en los barrios periféricos–. Mejorar la frecuencia reduciría tiempos de traslado. Siempre hay que analizar previamente qué líneas promover, debido a la posible influencia de esta medida en un aumento de la saturación de la movilidad metropolitana.
  2. Expandir los beneficios tarifarios para estudiantes y trabajadores jóvenes. La tarifa del transporte público puede ser una barrera para muchas personas, especialmente aquellas que están en etapas de formación o en sus primeros empleos. Aumentar los beneficios tarifarios para estudiantes y trabajadores jóvenes permitiría hacer el transporte más accesible, aliviando la carga económica y asegurando que más personas puedan acceder a este servicio esencial.
  3. Mejorar el sistema STM-APP con cobertura GPS total. El sistema STM-APP ha sido una herramienta útil para que los usuarios puedan monitorear el estado de las unidades de transporte público en tiempo real. Sin embargo, es fundamental que este sistema cubra el 100% de las unidades con tecnología GPS. Esto permitiría seguir todas las unidades en tiempo real facilitando la predicción de la llegada.
  4. Aumentar la cantidad de unidades con accesibilidad para personas con movilidad reducida. La inclusión de personas con capacidades de movilidad reducida en el sistema de transporte público es un aspecto fundamental para reducir la desigualdad. Aumentar la cantidad de unidades con acceso de rampa no sólo mejora la accesibilidad, sino que también asegura que todas las personas puedan desplazarse con dignidad y comodidad.
  5. Pensar la movilidad con perspectiva de género. Adaptar el transporte público para que sea seguro y accesible para todas y para todos. Esto incluye mejorar la iluminación en torno a las paradas y –como en el punto 1– aumentar la frecuencia de las líneas. También debemos pensar en cómo profundizar en la capacitación del personal de transporte para manejar situaciones de acoso.

La implementación de estas medidas no sólo mejoraría la calidad del servicio de transporte público, sino que también contribuiría a un entorno más inclusivo y accesible para toda la población, reduciendo las brechas de desigualdad y promoviendo la equidad en el acceso a oportunidades.

Es crucial que Montevideo avance hacia un modelo de movilidad más equitativo y sostenible. Mejorar el transporte público no sólo beneficiaría a los sectores más vulnerables, sino que también contribuiría a una ciudad más justa, conectada y accesible para todos y todas.

Niro Vázquez es estudiante de Economía y militante de Fuerza Renovadora.


  1. Portal de Datos Abiertos de la Intendencia de Montevideo. 

  2. Elaboración propia. 

  3. Elaboración propia. 

  4. Hernández, D (2023, 31 de agosto). Los vínculos entre la movilidad, el transporte público y el bienestar. Cinve. 

  5. Mauttone, A y Hernández, D (2017). Encuesta de movilidad del Área Metropolitana de Montevideo: principales resultados e indicadores. 

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