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¿Qué pueblo? Nuestro pueblo

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El gobierno nacional cuenta con sostén electoral y social sólido en la sociedad. Que al Frente Amplio lo votan, esencialmente, los sectores más dinámicos en la creación del producto interno bruto (PIB) no es noticia, tanto como sucede con los sectores con formación cultural, científica, profesional, etc. Y las edades. Y las personas organizadas en sindicatos, cooperativas, asociaciones vecinales, etc.

Cuesta mucho, es lo más difícil de la historia humana construir dirección política, sobre todo para las trabajadoras, los trabajadores, los jóvenes, las jóvenes. Esas que un domingo de tarde, este mayo, se acercaron a las esquinas de la ciudad de Minas a saludar la caravana del Frente Amplio. Sobre todo mujeres jóvenes.

El Frente –creíamos– ganaba sostenido en el ADN obrero del viejo Fray Bentos. Resulta que también triunfó en Young, otro origen, otra construcción social y cultural. La sociedad es selectiva a la hora de sufragar: apoya o descarta direcciones políticas cercanas. Se decía “obras son amores”, mientras a veces afirmamos “porque se invirtió en construir o reconstruir un estadio” y no se hizo esto o lo otro. Un estadio es un edificio democrático. Sí, había que reparar la policlínica también; no resulta antagónico.

Tenemos un voto crítico al Frente Amplio en Montevideo. No existe sociedad en el mundo como la capital uruguaya. Es difícil, muy difícil, gobernar grandes ciudades, como lo explicó muy bien Salvador Schelotto. Sin embargo, las grandes mayorías, construidas desde las zonas donde poco llegan los logros de nuestros Gobiernos nacionales y locales, reafirman, confirman, sostienen apoyo al Frente Amplio.

Se debe encontrar las vías para la representación de trabajadores, de usuarios, en el directorio de los entes estatales. Incorporar a representantes de la central de trabajadores, de los sindicatos.

Sobre nuestro gobierno, el foco no está en la comunicación, sino en lo que se comunica. Otros críticos redimensionan los nombramientos para representar a Uruguay en el exterior, mientras se minimiza lo más importante, que son las designaciones de directorios de los entes del Estado. Los que dejaron una sociedad y un Estado hecho jirones no serán jamás buenos controladores, menos aún, capaces de aportar al mejor manejo del Estado nacional.

En cambio, se pudo, se debe, encontrar las vías para la representación de trabajadores, de usuarios, en el directorio de los entes estatales. Incorporar a representantes de la central de trabajadores, de los sindicatos. El curso recién iniciado de construcción del Gobierno nacional depende muchísimo más de que la sociedad intervenga que de cualquier construcción de mayorías parlamentarias.

La historia permanece abierta al progreso universal, regional, nacional. Se derrumban regímenes sostenidos en la opresión mientras se avanza en la construcción de la solidaridad entre pueblos, estados, gobiernos, clases sociales. El camino de Uruguay pasa por la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), integración a los BRICS, acuerdos, alianzas con naciones que lo integran, como China, Brasil.

Cuando sea posible, generemos propósitos, ideas, propuestas programáticas para intervenir dentro del sistema, no para permanecer en un edificio que se derrumba, sino construyendo confianza en la sociedad, que necesita superar una de las peores formas de dictadura: la de la desigualdad que impera en nuestra sociedad.

Raúl Campanella es integrante del POR, Frente Amplio.

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