La creación de una Vicepresidencia Adjunta con perspectiva de género en el PIT-CNT representa un paso importante y abre nuevas oportunidades para fortalecer la agenda feminista dentro de la central.
Tras la realización del Congreso Nacional, la Mesa Representativa del PIT-CNT se reunió por primera vez con su nueva integración. En la sesión del pasado 5 de junio, se aprobó por unanimidad la conformación del Secretariado Ejecutivo, integrado por 17 personas, cada una con responsabilidades específicas en distintas áreas. Entre las novedades se destaca la creación de una vicepresidencia adjunta con especial atención a género, que será ocupada por Carolina Spilman, integrante del Sindicato Único de las Telecomunicaciones (Sutel).
Aunque la brecha de género sigue siendo un desafío importante –ya que en la Mesa Representativa designada el pasado 24 de mayo las mujeres accedieron únicamente a 15 de los 41 cargos, apenas superando la cuota mínima de representación–, el reciente avance en la integración del Secretariado Ejecutivo cobra especial relevancia. En ese marco, la creación de la Vicepresidencia Adjunta constituye un paso significativo hacia una mayor representación de las mujeres dirigentes sindicales en una de las estructuras de conducción. Este nuevo cargo genera expectativas sobre su papel estratégico para promover una inclusión más efectiva y sostenida, así como para fortalecer una agenda feminista dentro de la central sindical a mediano y largo plazo.
Mujeres en el Secretariado: acá están las compañeras
La participación de las mujeres en el movimiento sindical uruguayo ha sido fruto de décadas de lucha. Desde la formación de la Comisión de Mujeres en 1986, las sindicalistas han trabajado para conquistar espacios dentro de una organización históricamente masculinizada.
Particularmente desde el inicio del último ciclo feminista, este proceso ganó mayor visibilidad pública. En 2015, el Secretariado Ejecutivo electo estaba compuesto por 13 integrantes, todos varones. En ese contexto, y al calor de este nuevo ciclo feminista, las dirigentes sindicales lograron incorporar por primera vez a tres mujeres: Milagro Pau (Secretaría de Género), Fernanda Aguirre (Derechos Humanos) y Tatiana Antunes (Departamento de Jóvenes), quien estuvo en el cargo durante un tiempo y cuya labor fue continuada por Tamara García.
Aunque fue un paso significativo, algunas dirigentes lo calificaron como un “parche”: una solución transitoria que no transformaba la estructura de representación, pero que en ese momento logró visibilizar la ausencia de mujeres en espacios clave y puso el tema en la agenda sindical.
En 2018, cinco mujeres fueron designadas formalmente en el Secretariado Ejecutivo a través de la Mesa Representativa, sumándose a dos integrantes que ya formaban parte del Secretariado desde 2015. Así, el total ascendió a siete mujeres. Entre las integrantes que continuaron estaban Fernanda Aguirre, Milagro Pau y Tamara García, mientras que las dirigentes que ingresaron fueron Valeria Ripoll (Asociación de Empleados y Obreros Municipales), Abigail Puig (Federación Uruguaya de Empleados de Comercio y Servicios), Soraya Larrosa (Federación Uruguaya de la Salud) y Laura Alverti (Sindicato Único Nacional de la Construcción y Anexos).
En 2021, el Secretariado Ejecutivo se amplió a 17 titulares y cinco alternos. Siete mujeres fueron designadas titulares: Abigail Puig, Flor de Liz Feijóo, Elbia Pereira, Fernanda Aguirre, Vanesa Peirano, Valeria Ripoll y Tamara García. Feijóo asumió la Secretaría de Género, mientras que García siguió en el Departamento de Jóvenes.
La creación de la Vicepresidencia Adjunta constituye un paso significativo hacia una mayor representación de las mujeres dirigentes sindicales en una de las estructuras de conducción.
La incorporación de mujeres al Secretariado respondió a una demanda sostenida que enfrentó tanto resistencias explícitas como invisibles, configurando una suerte de “techo de cristal” en el ámbito sindical. Mientras que para los varones asumir roles de liderazgo suele ser algo naturalizado, para las mujeres implica un esfuerzo constante y una evaluación social mucho más exigente.
Por eso, la creación de una vicepresidencia con enfoque de género representa un logro significativo para las dirigentes sindicalistas feministas. Esta conquista es celebrada por ellas tras décadas de esfuerzo y se refleja en la consigna que resuena en el movimiento sindical: “La lucha paga”. Para muchas mujeres, esta frase significa que el camino hacia estos espacios les costó el doble o más, y por eso representa un motivo de orgullo.
Carolina Spilman: “Cuando llega una mujer, llegamos todas”
Carolina Spilman, vicepresidenta adjunta y referente en la Secretaría de Género del PIT-CNT, tiene más de una década de militancia sindical comprometida con la defensa de los derechos laborales y la igualdad de género. Ingresó a Antel en 2013, donde rápidamente se destacó como delegada y referente en Sutel, sindicato en el que llegó a formar parte de la Mesa Ejecutiva, desempeñándose como una voz activa dentro del movimiento sindical. A lo largo de su trayectoria, ha mantenido un compromiso constante por incorporar la perspectiva de género en todos los ámbitos de la toma de decisiones dentro del movimiento sindical. Además, su militancia ha estado marcada por un fuerte vínculo con el feminismo y los derechos humanos, trabajando para que la igualdad no sea sólo una consigna, sino una práctica real y efectiva dentro de la central sindical.
Feminismo de clase: claves para repensar la agenda sindical
Este avance se da en un contexto donde el PIT-CNT reafirma su compromiso con una agenda integral que abarca la reducción de la jornada laboral, mejoras en la negociación colectiva que equilibren la protección de los derechos laborales con la productividad, y la urgente necesidad de repensar el sistema de seguridad social como una estructura esencial que acompaña a las personas desde su nacimiento hasta el final de sus vidas.
Incorporar una perspectiva feminista a esta agenda resulta fundamental para visibilizar y transformar las desigualdades estructurales que enfrentan mujeres, disidencias e infancias, en particular en los sectores más precarizados. Aunque las condiciones laborales inestables, los bajos salarios, la sobrecarga en las tareas de cuidado y la creciente vulnerabilidad afectan a toda la clase trabajadora, estas se ven profundizadas por un sistema capitalista cada vez más excluyente y despiadado, impactando de manera aún más severa en mujeres y disidencias. En este contexto, el feminismo de clase ofrece una mirada crítica y comprometida que permite abordar estas problemáticas con mayor profundidad y diseñar respuestas efectivas, orientadas a construir una estructura sindical más plural, inclusiva y representativa.
Tamhara Darriulat es licenciada en Ciencia Política por la Universidad de la República y militó varios años en el movimiento sindical. Las reflexiones aquí expuestas forman parte de una investigación más amplia desarrollada en la monografía de grado sobre feminismo y sindicalismo “De regalar flores a marchar juntas. El movimiento sindical en el nuevo ciclo feminista”.