Parafraseando a Rafael Alberti, cabe preguntarse: ¿qué piensan los economistas liberales de ahora? ¿qué sienten los economistas liberales de ahora?
Los campeones del mercado libre están callados. ¿O se volvieron libertarios? Los admiradores de Milton Friedman guardan silencio mientras el hombre del jopo amarillo y piel naranja rompe todos los esquemas con sus aranceles y diatribas, con sus amenazas constantes y su antiglobalización personal, puesto que, en verdad, él pretende ser el único ser global del mundo por aquello de Make America Great Again.
¿Qué opinan los Michele Santos y Jorge Caumont de ahora? ¿Qué dicen mi amigo Javier De Haedo y el economista Aldo Lema? ¿Opinan o yo estoy sordo?
Llegó Trump y con él la incertidumbre: el liberal se tornó proteccionista, el republicano, intervencionista, y los demás líderes mundiales parecen perplejos. Muy pocos se han animado a enfrentarlo y, todavía, con escaso éxito.
Me pregunto: ¿el capitalismo puede continuar su desarrollo en medio de estos vaivenes? ¿Puede soportar? Hoy te pongo un arancel de 30%, pero mañana puede ser el 50% o más aún.
Los organismos internacionales de comercio y multilaterales de crédito ¿podrán hacer algo? ¿O se volvieron inoperantes para siempre? ¿Y la ONU? ¿Y la OEA? ¿Nada tienen que opinar sobre la injerencia del presidente de Estados Unidos con el máximo órgano de justicia de otro país soberano?
Llegó Trump y con él la incertidumbre: el liberal se tornó proteccionista, el republicano, intervencionista, y los demás líderes mundiales parecen perplejos.
Antes, hace mucho tiempo, mandaban a los marines “para defender las democracias”. Ahora, el hombre que proyecta redecorar toda la Casa Blanca y construir una sala de baile para 650 personas al costo de 200 millones de dólares (de su bolsillo y de donantes, asegura) se atreve a poner un arancel exorbitante a Brasil por el simple hecho de que un poder independiente del Estado hace justicia contra un grupo de golpistas encabezados por el expresidente Jair Bolsonaro. Inaudito.
El hombre del jopo rubio teñido no sabe de límites, tanto a nivel nacional como internacional. Él se lleva todo por delante. Total, siempre hay tiempo de aumentar o disminuir el proteccionismo; además, en el peor de los casos, cuenta con el ejército más poderoso del planeta para intervenir si lo considera necesario.
Parece un emperador romano con más herramientas tecnológicas, pero sin la cultura de un Adriano. Está más cerca de Calígula y muy lejos de Trajano. Y mientras siembra más dudas que certezas, más incógnitas que respuestas, el común de los mortales seguimos sin agotar nuestra capacidad de asombro y preparándonos para aprender de los que saben más para dar la lucha ideológica, puesto que no podemos permanecer callados ante tanta ignominia y prepotencia.
Marcelo Estefanell es escritor.