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En el día mundial del detenido desaparecido, Familiares llamó a votar en octubre por el sí a la anulación de la Ley de Caducidad.

Tras una semana cargada de hechos judiciales y simbólicos que tienen como fin recuperar la memoria y acercarse a la verdad, en la tranquilidad de la costa del Cerro ayer al mediodía Familiares de Detenidos Desaparecidos y Niños en Cautiverio Político homenajearon a los desaparecidos uruguayos.

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En el medio del parque Carlos Vaz Ferreira, frente a la rambla del Cerro, un monumento elaborado con paredes de vidrio y piedras recuerda los nombres de los cerca de 200 detenidos desaparecidos durante la última dictadura cívico-militar (1973-1985). Como todos los años, una vez más Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos organizó, este año junto con la organización Niños en Cautiverio Político, un homenaje en el Día Mundial del Detenido Desaparecido en el Memorial que los recuerda.

La actividad fue una más entre los “innumerables actos de rescate de la memoria, iniciativas de organizaciones sociales o instituciones del Estado” que se vienen dando de un tiempo a esta parte, según la proclama de Familiares leída por Óscar Urtasun.

Como ejemplos de estos actos de “no olvido”, el viernes pasado, la comisión de Memoria de Paysandú organizó en aquel departamento un homenaje a Nelsa Gadea, una estudiante sanducera detenida desaparecida en 1973 en Chile, y el mismo viernes, horas antes, el Ministerio de Defensa entregaba al Archivo General de la Nación los documentos pertenecientes al Estado Mayor Conjunto (Esmaco).

Relatos

“Mi padre era Eduardo Pérez Silveira. Él es detenido el 5 de mayo del 74, es trasladado al cuartel del Cerro, donde es intensamente torturado, no logran que dé la información necesaria y le tiran una granada de gas lacrimógeno a la celda. Se empeora su estado físico, lo trasladan al Hospital Militar y sin ninguna clase de atención fallece en la noche del 9 al 10 de mayo de 1974. Sus últimas palabras fueron que él era de Salto y que tenía un hijo”. Así contó Martín Castellini, del grupo Hijos, la historia de su padre, quien murió luego de varias sesiones de tortura en el cuartel de La Paloma, en el Cerro. Martín hizo esa introducción para leer un texto que escribió una amiga suya a partir de anécdotas y cuentos del propio Martín, “porque a veces es medio complicado escribir de uno, hablar de uno”, explicó. “Mi pena se hace soportable porque la transformo en relato. Si hablo, si te cuento de mi papá, él vive, vive en mí, luego en ti y en todos los que me escuchan. Y yo quiero tener un papá vivo”, dice el relato.

Así como son innumerables los actos de rescate de la memoria, también existe “la contraparte de gobiernos anteriores con propuestas laudatorias y el olvido: no mirar más al pasado reciente”, cuyos representantes, según Familiares, “no sólo secuestran la verdad: la deforman, mienten, enredan, desinforman, justifican todavía su actuación en el período más negro de la historia de nuestro país”. Para Familiares, más allá de las responsabilidades individuales e institucionales que deben asumir las Fuerzas Armadas, “el encuentro con la verdad será el más importante acto de justicia. Se hará justicia en términos históricos y sociales, donde los luchadores por un mundo mejor estarán en el lugar de privilegio que corresponde, y los asesinos, los corruptos, serán juzgados por la comunidad y/o tribunales de justicia”.

Ayer, las organizaciones convocantes ratificaron su convocatoria a votar por la anulación de la Ley de Caducidad en el plebiscito de octubre. “Somos conscientes de que la nulidad no hará que todos los responsables sean juzgados y condenados, pero también somos conscientes de que ganaremos una batalla en la larga guerra contra la impunidad”, afirmó Urtasun, hermano de José Luis, militante del MLN desaparecido en 1978 en Buenos Aires. “La ley es nula e inmoral”, dijo casi gritando, “porque consagra al Estado perdonador de sus propios delitos, porque fomenta la desigualdad de los ciudadanos, porque alimenta la impunidad mostrándolos favoritos ante la ley e hipoteca el futuro al no castigarlos, y alienta así a los poderosos a violar la Constitución para lograr ser amos de bienes, vidas y destinos. Es inmoral porque perdona lo imperdonable: desapariciones, robos y secuestros de niños y vientre, asesinatos, persecuciones, todo esto sin castigo”, argumentó.

“El miedo era la excusa para hacer la ley. ‘¿Y después qué?’, decía un político que por su valentía no era precisamente Aparicio Saravia”, dijo Urtasun en referencia a Wilson Ferreira Aldunate y su postura frente a los posibles enjuiciamientos a los militares responsables. “Inmoral y nula porque fue hecha por inmorales que sabían de los tantos crímenes de lesa humanidad… Los jóvenes no deben crecer sabiendo que nuestro pueblo no tuvo el coraje de anularla”, concluyó.

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