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Una mujer entra en un colegio electoral en Washington DC para votar en las elecciones legislativas de mitad del mandato presidencial.

Foto: Efe, Jim Lo Scalzo

A mitad de camino

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Los demócratas se encaminaban anoche a perder cargos en las elecciones de mitad de mandato en Estados Unidos.

Hasta la madrugada de hoy, algunos estados seguían votando para definir el nuevo Congreso de Estados Unidos y 37 cargos de gobernador. Las encuestas preveían que el Partido Demócrata perderá su mayoría en la Cámara de Representantes, y los primeros datos parecían confirmar que el Partido Republicano avanzará varios casilleros cuando se cuenten los votos.

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La victoria de uno de los candidatos republicanos al Senado apoyados por el ultraconservador movimiento del Tea Party, Rand Paul, fue uno de los primeros resultados de las legislativas en Estados Unidos que se conocieron anoche. Se supo que Paul será el nuevo senador por Kentucky y que otro republicano, Dan Coats, ganó su escaño en Indiana, un estado que estaba en manos de los demócratas.

Pero ya antes de que abrieran las primeras urnas las encuestas pronosticaban que en la votación de mitad de mandato para renovar el Congreso (toda la Cámara de Diputados y 37 bancas del Senado) los resultados mostrarían un crecimiento de la derecha.

Estaría dado por un aumento en la cantidad de bancas ocupadas por representantes del Partido Republicano, que de acuerdo con los pronósticos dejarían a los demócratas sin mayoría en la Cámara de Representantes, pero también por el perfil ultraconservador que muestran este año varios de los candidatos a las dos cámaras. Muchos de ellos fueron promovidos por el movimiento del Tea Party, con el que se identifica 18% de los estadounidenses, según una encuesta publicada por The New York Times.

La irrupción de este movimiento es quizá la mayor novedad de estas elecciones que continuaban hasta la madrugada de hoy, cuando cerraran los circuitos de votación en Alaska y Hawai, y en las que se elegía además a 37 gobernadores.

Para esta elección, el objetivo del Tea Party, que se define como un movimiento ciudadano independiente, fue respaldar tanto en las internas del Partido Republicano como en las elecciones de ayer al candidado que sintonizara más con sus posiciones contrarias a los impuestos y al gasto estatal, temerosas de los inmigrantes y alineadas con sectores religiosos conservadores.

Pero el Partido Republicano no siempre celebró esta ayuda extra. En algunos estados vio triunfar en sus internas a aspirantes que contaban con el rechazo expreso del aparato partidario o que resultaban demasiado radicales para convencer a algún votante independiente.

Es lo que pasó en Nueva York, donde el candidato a gobernador apoyado por el Tea Party, Carl Paladino, ha hecho declaraciones contra la comunidad gay, contra la construcción de una mezquita en la zona que ocuparon las Torres Gemelas, y otras tantas que le dieron fama de sexista, homófobo y xenófobo. Ayer Paladino se encaminaba a perder, según las encuestas, con el demócrata Andrew Cuomo.

Algo similar sucedía en Delaware, donde Christine O’Donnell, una líder emergente del Tea Party, se encaminaba ayer a perder la elección. Esta candidata al Senado de 41 años es una militante social contraria al aborto y al sexo fuera del matrimonio, que trabaja como comentarista televisiva donde quieran que exponga sus ideas.

Con esos antecedentes y un buscado parecido con Sarah Palin, la heroína del Tea Party, O’Donnell se ganó el respaldo de este movimiento y se hizo conocer en todo el país cuando le ganó en las primarias republicanas al candidato del partido, Mike Castle, gobernador de Delaware por dos períodos y diputado durante varios años, pese a que la estructura partidaria avisó que no le daría a ella su respaldo en caso de que triunfara.

Si eso no era suficiente para alejar votos más moderados, las declaraciones de O’Donnell hicieron el resto, y las encuestas preveían que ayer quedaría cerca de 20 puntos por debajo del candidato demócrata Cris Coons.

Entre las frases de la candidata que la campaña sacó a relucir sonaron fuerte algunas que ella dijo en un programa de humor, “Politically Incorrect”. En 1999 declaró al conductor de ese programa, el humorista Bill Maher: “Nunca me uní a un aquelarre. Pero sí experimenté con la brujería. [...] Una de mis primeras salidas con una bruja fue sobre un altar satánico y yo no lo sabía. Quiero decir, había un poco de sangre y cosas así...”. Para una candidata que busca el voto de los conservadores cristianos, estas frases fueron un problema que la decidió a cancelar un par de apariciones públicas.

También salió a la luz que en 2007 O’Donnell declaró a Fox News un disparate: “Empresas científicas estadounidenses están cruzando a seres humanos con animales y están logrando ratones que tienen cerebros humanos completamente funcionales”. Por esos tiempos, la candidata comparó en MTV la masturbación con el adulterio: “No basta abstenerse con otras personas, hay que abstenerse de uno mismo”.

O’Donnell dice que hoy sus posturas ya no son tan drásticas, lo que no le impidió defender el creacionismo y asegurar que la teoría de la evolución es un mito, o hacer un papelón en su debate con su rival demócrata al poner en duda que la Constitución de su país establezca la separación entre la Iglesia y el Estado.

“Christine O’Donnell está convirtiendo en un chiste el presentarse a cargos públicos”, dijo Meghan McCain, la hija del senador republicano John McCain. “Es vista como una loca”, agregó. Aunque algunos personajes del Tea Party sean tan curiosos como O’Donnell, muchos otros se parecen más al político medio, y tanto unos como otros se quedaron con las candidaturas del Partido Republicano.

Además de O’Donnell, el Tea Party contó con candidatos en Alaska, Kentucky, Utah y Nevada, indicaron la BBC y el diario Público. A ellos se suman candidatos a gobernador, como Paladino.

A la cabeza de la campaña electoral del Tea Party estuvo Palin, que llamó a volver a las políticas de la era Reagan, seguida por el presentador de televisión Glenn Beck, que convocó a una manifestación para “restaurar el honor” de Estados Unidos. En respuesta, desde el bando de los demócratas, el humorista Jon Stewart convocó a una manifestación en la que participaron miles de personas el sábado, bajo el lema “para restaurar la cordura”.

El propio presidente Barack Obama participó en el programa de televisión de Stewart, “The Daily Show”, del canal de cable Comedy Central. Mientras que los partidarios del Tea Party consideran al presidente un socialista y al socialismo una mala palabra, la audiencia de Stewart cree que el gobierno demócrata se quedó corto al intentar cumplir sus promesas. Así lo manifestó el humorista al preguntarle a Obama, con otras palabras, si los postulados de su proyecto de reforma sanitaria no habían quedado por el camino en el proceso para aprobarlo. Obama aseguró que no y dijo que es la ley más importante aprobada en años. Stewart también le preguntó al presidente si no cambió su frase esperanzada “Sí, podemos”, por una cauta “Sí, podemos pero...”. Obama le dijo que hoy su frase es: “Sí, podemos, pero no de un día para el otro”. Ayer los primeros datos indicaban que algunos decidieron no darle más tiempo al presidente, mientras Rand Paul se entusiasmaba: “La marea del Tea Party va camino a Washington”.

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