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El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, sonríe durante una fiesta en agradecimiento a su gobierno, el lunes, en la Pasarela de Samba, en Río de Janeiro (Brasil).

Foto: Efe, Antonio Lacerda

Porque es un buen compañero

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A diez días de dejar su cargo, el presidente Lula da Silva acumula despedidas.

Luego de dejar el Palacio de Planalto, el presidente brasileño, Lula da Silva, creará el Instituto Lula, que coordinará estudios y formulará políticas públicas con recursos de organismos internacionales. Pero antes de irse ocupan sus días una campaña de propaganda que repasa sus logros, una fiesta de despedida y reuniones con dirigentes de su partido.

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“No voy a colgar los botines, voy a seguir haciendo política”, aseguró el presidente brasileño, Lula da Silva, el viernes, en la despedida con sus colegas en la Cumbre del Mercosur, en su última presentación internacional.

Evo Morales, el presidente boliviano, aseguró al final de la cumbre que Lula “debe ser y será el futuro secretario general de la ONU” por su capacidad para “integrar los pueblos”. La propuesta fue rechazada por Lula, quien argumentó: “La ONU necesita un técnico competente, no un político fuerte”.

Mientras el presidente se despedía en Foz de Iguazú, comenzaba su mudanza, que implica trasladar 1,5 millones de objetos desde el Palácio da Alvorada y el de Planalto hacia su casa particular, con un costo de alrededor de 11.000 dólares. Además, la mudanza debería terminar entre el 30 y el 31 de diciembre para que la presidenta electa, Dilma Rousseff, pueda comenzar a establecerse el día de su asunción, el 1º de enero.

En los últimos días de Lula en el gobierno, y con el eslogan “Estamos viviendo el Brasil de todos”, una campaña de propaganda de unos 12 millones de dólares despide al presidente destacando el crecimiento económico de los últimos años y las cifras de reducción de la desigualdad social, informó el diario O Estado de São Paulo.

Otro gasto relacionado a la despedida de Lula fue el realizado por su aliado Partido del Movimiento Democrático Brasileño, que invirtió casi 300.000 dólares en una fiesta de despedida que se hizo en la noche del lunes en Río de Janeiro. Allí Lula recordó los logros de su gobierno, aseguró que “la historia va a juzgar” si lo que sucedió en el escándalo de corrupción que enfrentó su gobierno en 2005 (el mensalão) “fue verdadero o inventado” y criticó a “determinados diarios” que, a su parecer, no informan fielmente sobre Brasil.

Lula también se refirió a estos aspectos en la última reunión del Ejecutivo Nacional del Partido de los Trabajadores, también el lunes, en la que aseguró que luego de dejar Planalto se dedicará a desmontar la “farsa del mensalão”. También pidió al partido que en 2011 se dedique a tres prioridades: la reforma política, los programas para la juventud y el marco regulatorio para los medios. Aseguró que ni él ni Rousseff planean restringir la libertad de expresión, mientras el ministro de Comunicación Social, Franklin Martins, cuya cartera se encargará de la regulación, señaló que “garantizará la competencia, la innovación tecnológica y el respeto al derecho de la sociedad a la información”.

Mientras tanto, el presidente preparará la inauguración del Instituto Lula, prevista para abril. El instituto contará con la colaboración del actual ministro de Derechos Humanos, Paulo Vannuchi, y se encargará de realizar y coordinar investigaciones y de formular políticas públicas. En principio el proyecto estaba más volcado a emprendimientos en América del Sur y África, con recursos de organismos internacionales, aunque ahora se evalúa enfocarlo más a asuntos internos, dijo Vannuchi al diario Folha de São Paulo.

En una de sus últimas medidas como presidente, Lula autorizó la semana pasada el pago de unos 26 millones de dólares a la Unión Nacional de Estudiantes para la reconstrucción del edificio que fue ametrallado e incendiado el día del golpe de Estado, el 31 de marzo de 1964.

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