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La presidenta de Argentina, Cristina Fernández, durante la rueda de prensa ofrecida tras finalizar la VI Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea, América Latina y Caribe.

Foto: Efe, Paco Campos

En nombre de mil millones

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La migración, la crisis financiera y la impunidad ocuparon a la cumbre de América Latina-Europa.

La VI Cumbre de Unión Europea-Latinoamérica y Caribe, celebrada ayer, concluyó con un acuerdo para no permitir la impunidad de los crímenes de lesa humanidad y la creación de un fondo europeo para inversiones en América Latina.

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En representación de todos los países latinoamericanos, la presidenta argentina, Cristina Fernández, pidió a la Unión Europea (UE) que evite las “leyes discriminatorias” hacia los inmigrantes y señaló que se ve “con mucha preocupación el trato discriminatorio” que ellos reciben en los países desarrollados. Afirmó que en tiempo de crisis “se coloca al inmigrante como un adversario”.

“Tomamos nota, nos preocupa, nos responsabilizamos de ello”, fue la respuesta del presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, en la clausura de la VI Cumbre de UE-Latinoamérica y Caribe celebrada ayer en Madrid.

En la declaración final del encuentro, los gobernantes se comprometieron a actuar para terminar con la impunidad en cada uno de los países participantes y a colaborar para que los delitos de lesa humanidad sean condenados, según estipula el Estatuto de la Corte Penal Internacional, informó el diario español Público. También declararon su intención de promover la igualdad entre hombres y mujeres, y trabajar en conjunto respecto a la crisis económica y el cambio climático.

“La derecha hace las crisis” y después sus representantes obligan a la “izquierda a hacer un recorte en los salarios que ellos no hicieron”, opinó el presidente de Brasil, Lula da Silva, en un encuentro bilateral, paralelo a la cumbre, con el primer ministro griego, Yorgos Papandreu. “La crisis tiene un debate político y no sólo económico”, dijo Lula, según recogió la agencia de noticias EFE.

El texto común de la cumbre aboga por el multilateralismo, incluido el apoyo a una reforma de Naciones Unidas, y manifiesta la voluntad de los países de trabajar por una “nueva arquitectura financiera internacional” con reformas de organismos financieros internacionales, “dando mayor voz y derechos de voto a los países en desarrollo”.

La cooperación se convirtió en uno de los temas fundamentales de la cumbre. Varios mandatarios coincidieron en que los problemas globales sólo pueden tener respuesta desde la cooperación entre los bloques regionales. Con este fin, todos los países aseguraron que evitarán el proteccionismo y mantendrán un sistema comercial multilateral abierto.

Además, se creó un fondo para invertir en países latinoamericanos, en proyectos relacionados con la infraestructura energética y de transporte. Inicialmente el fondo contará con más de 100 millones de dólares y luego superará los 240.000 millones de dólares, informó la agencia de noticias Reuters.

El presidente chileno, Sebastián Piñera, consideró que se lograron resultados pero no son suficientes. “Los problemas van más rápido que las soluciones en el contexto mundial”, agregó.

Por su parte, la presidenta argentina no logró la respuesta esperada a uno de los temas que llevó a la cumbre. Propuso al nuevo gobierno de coalición entre conservadores y liberales del Reino Unido negociar en el seno de Naciones Unidas la soberanía de las Islas Malvinas. Los británicos dijeron que “no hay nada que hablar” al respecto mientras los habitantes de las islas no lo pidan, informó BBC.

En la clausura de la cumbre, el presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy, señaló que los líderes reunidos allí “representan a más de mil millones de personas, un tercio de los miembros de las Naciones Unidas y una cuota significativa de la economía mundial”, y agregó que deben “hacer lo necesario” para que el potencial de su relación se note en el mundo globalizado.

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