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Jóvenes pasean en bote, ayer, por las calles inundadas de la zona residencial de Rosalie, en Brisbane, Australia.

Foto: Efe, Dave Hunt

Al mal tiempo...

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Jóvenes australianos reman en Brisbane, una de las ciudades más afectadas por las inundaciones que provocaron ya 16 muertos.

Las inundaciones que hace tres semanas azotan el estado australiano de Queensland ya dejaron 16 muertos y unos 90 desaparecidos. Se estima que el nivel de agua aumentará hasta inundar y la gobernadora del estado alerta que se esperan “inundaciones que sólo se ven una vez por siglo”.

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Las previsiones indicaban ayer que en la ciudad de Brisbane el agua alcanzaría hoy los 4,5 metros, afectando unos 50 barrios, para luego aumentar hasta 5,2 metros, poco menos de lo que alcanzaron las devastadoras inundaciones de 1974 en Australia. Si estas previsiones meteorológicas se cumplen, las riadas cubrirían unos 20.000 hogares y 3.500 locales comerciales, además de afectar unas 12.000 casas de esta ciudad del estado de Queensland.

Las inundaciones son las peores que ha sufrido Brisbane desde el siglo pasado, indicó la agencia de noticias AFP, y ya dejaron 16 muertos en todo el estado, además de 4.000 afectados. Se estima que la cifra de muertes puede crecer porque hay unas 90 personas desaparecidas, indicaron los socorristas; si se cuentan las muertes por inundaciones desde noviembre, cuando comenzó la época de monzones, el número crece a 22.

La ciudad, la tercera más grande de Australia, se encuentra sitiada por las aguas crecidas del río Brisbane que la rodea. Además, existe el riesgo de que se desborde una presa cercana, que evita abrir su desagüe para que el río no crezca todavía más. “Estamos esperando enormes masas de agua que van a invadir los ríos e inundarán miles de viviendas, inundaciones que sólo se ven una vez por siglo”, dijo la gobernadora de Queensland, Anna Bligh.

Otras ciudades afectadas son Ipswich, donde se inundaron 3.000 casas, y Toowoomba, aunque el gobierno declaró zona de catástrofe tres cuartas partes del estado de Queensland, en las que los vecinos aseguran haber visto peces y hasta cocodrilos por las calles inundadas.

“Tengo un sentimiento de horror y temor ante el poder del río y pienso constantemente en la gente que ve cómo sus medios de vida se van río abajo delante de sus ojos. Por el momento, vemos gente en embarcaciones, pero en las próximas horas podríamos empezar a ver piezas de casas y eso me desgarra el corazón”, dijo el alcalde de Brisbane, Campbell Newman.

Pese a todo, Bligh destacó como buena noticia que la lluvia haya parado, lo que favorece el trabajo de los equipos de rescate y búsqueda para “empezar de verdad lo que puede ser una macabra búsqueda de cadáveres”.

Las inundaciones también provocaron un alza en los precios de los alimentos por la pérdida de cosechas y porque las redes de distribución están devastadas. También se vio afectada la infraestructura de la producción y traslado del carbón, producto del que Australia es el primer exportador en el mundo.

La primera ministra, Julia Gillard, pidió solidaridad: “Si hay alguien en su calle por quien usted está inquieto, quizás una persona de edad o que no ha visto desde hace un momento, vaya a golpear a su puerta y asegúrese de que todo está bien”.

Científicos consultados por la agencia de noticias Reuters indicaron que las inundaciones pueden estar relacionadas con el cambio climático: “Al menos parte de la intensidad del monzón en Queensland puede atribuirse al cambio climático”, dijo Matthew England, especialista en esta materia de una universidad de Sidney, Australia. Otros consultados indicaron que las lluvias responden a que el fenómeno de La Niña tuvo un patrón más fuerte debido al cambio climático que afecta el océano Pacífico.

“Lo primero que podemos decir de La Niña y El Niño es que ahora ocurren en un mundo más cálido”, señaló a Reuters David Jones, encargado de observación y predicción climática de la Oficina Meteorológica de Australia. Esto genera patrones climáticos más fuertes y exacerbados, añadió.

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