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Los carteles y protestas callejeras se combinaron con la escasa expectativa que generó una elección con ganadora segura.

Buenos Aires vivió ayer una jornada electoral con pocas interrogantes y en la que dominó la calma. ¿La razón? El gran ensayo que fueron las primarias del 14 de agosto, que permitieron aplicar por primera vez los cambios que implicó la reforma electoral aprobada en 2009 y que ya dejó entrever que ayer los votos darían la reelección a la presidenta Cristina Fernández. Las expectativas se encontraban más bien en la elección de parlamentarios y en la competencia por el segundo puesto.

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"Bien, bien", dijo acerca del desarrollo de la votación el fiscal general Carlos Castel, a cargo de supervisar seis mesas en el colegio electoral de San Marón, en la calle Paraguay del centro de Buenos Aires. Eso fue más o menos lo que dijeron a la diaria tanto los representantes de la Justicia Electoral Nacional como los de partidos políticos en varios colegios electorales. Entre los votantes no había mucho entusiasmo. Uno de ellos, Francisco, de unos 25 años, fue a votar porque tenía “expectativas” de que su candidato ganaría, aunque no había quedado satisfecho con los resultados que auguraban las primarias.

En esa zona del microcentro de Buenos Aires la seguridad en los centros de votación estuvo a cargo de la Prefectura, y en otras zonas de la Marina, el Ejército o la Gendarmería.

En el colegio electoral De Nuestra Señora, en la calle Esmeralda, la delegada de la Justicia Electoral Paola León dijo que estaba “todo muy tranquilo, igual que durante las primarias”. En la mesa -una de las seis del colegio- había dos representantes de partidos: uno del gobernante Frente para la Victoria, y una de Propuesta Republicana, del jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri. Un votante le preguntó a León cómo se efectuaba el “corte de boleta”, un procedimiento que permite votar un candidato a presidente de un partido y diputados de otro.

Ricardo Vago, candidato socialista a diputado provincial por el Frente Amplio Progresista (FAP), dijo a la diaria que “hubo mucho corte de boleta”. Lo mismo señaló la politóloga María Laura Tagina, de la Universidad de San Martín, quien además destacó que “la gente demoraba mucho en el cuarto oscuro: unos dos o tres minutos”. En su opinión, esto no sólo se debió a que los votantes “cortaron boleta” sino también a que la gente tiene “consciencia” de la importancia del voto y se tomó su tiempo para pensar.

Acerca de la tranquilidad del día de votación, la politóloga estimó que en parte se debía a que su país ya entró en lo que ella llama “la rutina electoral”, porque se vota cada dos años. En su opinión, la elección de ayer fue un “balotaje” y las primarias la primera vuelta. La diferencia consistió en que ayer quedó en segundo lugar quien había llegado cuarto a las primarias, el socialista Hermes Binner, candidato a presidente por el FAP.

Ayer todos coincidían en que la expectativa se encontraba en el resultado de las elecciones legislativas. El politólogo Rosendo Fraga estimó que “nunca desde 1983 una elección presidencial generó tan poca movilización”, y dijo que “el oficialismo tiene asegurada amplia mayoría en las dos cámaras”.

Otras voces

En las calles del centro de Buenos Aires los carteles de campaña se mantenían en proporciones y cantidades razonables “porque hay muchos lugares en los que está prohibido poner carteles”, explicó un mozo a la diaria, en la noche del sábado. Además, estimó que las elecciones “no generan mucha expectativa” porque los rivales de la presidenta “no inspiran confianza” y porque “ya se conoce el resultado”.

En las paredes porteñas dominaba claramente la imagen de Fernández, casi siempre junto a la de su esposo, el ex presidente fallecido Néstor Kirchner. Pero otra persona que murió recientemente estaba muy presente en afiches y pintadas del microcentro. “Mariano Ferreira Presidente”, decían los carteles con los que el Partido Obrero empapeló las calles para marcar el aniversario, que se cumplió el 20 de octubre, del asesinato de ese joven militante en un enfrentamiento con sindicalistas de la Unión Ferroviaria, hecho que todavía se investiga y que dará lugar a un juicio en febrero.

Para otros la elección significó el final de sus expectativas. Los 20 integrantes del campamento de indígenas de Jujuy, que permanecen desde hace un mes en una plazoleta en el cruce de la Avenida de Mayo y la avenida 9 de Julio en reclamo de tierras. Su delegada Gabriela Galaza dijo a la diaria: “Como no estamos en una organización no tenemos peso ni fuerza”. Adelantó que después de las elecciones en Jujuy van a haber “más desalojos” y denunció que hasta ahora, a pesar de que la provincia de Jujuy estaba en campaña, los indígenas no fueron recibidos por las autoridades provinciales ni por las nacionales. Agregó que quienes acampan representan a “unas 50.000 familias, con 80 delegados de 300 asentamientos”.

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