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El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, y su brazo derecho, Gianni Letta, abandonan el Palacio Quirinale, tras una reunion celebrada ayer con el presidente de la Republica de Italia, Giorgio Napolitano, en Roma (Italia).

Foto: Efe, Claudio Peri

Una más y no jodemos más

3 minutos de lectura
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Se abre el panorama político en Italia después de que Berlusconi anunció su salida del gobierno.

El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, prometió ayer que presentará su renuncia después de que el Parlamento apruebe los recortes que le exige la Unión Europea a su presupuesto, lo que se prevé que ocurra antes de fin de año.

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El martes no empezó bien para Berlusconi. A primera hora de la mañana, Umberto Bossi, líder de la Liga Norte, el partido ultraderechista que le permitía continuar en el poder, le pedía que se hiciera "a un lado" y dejara en su lugar al secretario del Pueblo de la Libertad, Angelino Alfaro.

A partir de ese momento, ya nadie parecía respaldarlo, más aun luego de que se conociera que la oposición parlamentaria acordaba abstenerse en la fundamental votación de presupuesto que se realizaría horas después. Por el bien de Italia, consideraron los opositores, las cuentas del Estado de 2010 debían ser aprobadas porque eso abría la puerta a la votación de los recortes que el país necesita para contrarrestar la crisis.

La abstención, que concretaron, determinó que a las cuentas de 2010 le faltaran ocho votos a favor, lo que dejó en evidencia que el oficialismo había perdido la mayoría absoluta en el Parlamento, cifrada en 316 escaños. Cuando terminó la sesión, el primer ministro pidió un informe para saber quiénes eran los ocho con los que él contaba pero no lo respaldaron; el lunes, Berlusconi había asegurado que mantenía la mayoría total.

Más allá de las especulaciones, poco se sabía acerca de qué podría pasar tras la jornada legislativa. Presente en el Parlamento, Il Cavaliere sacó apuntes; en la parte superior de la hoja donde hacía sus anotaciones se podía leer "8 traidores", "vuelco político" y "presente dimisión", entre otras. "Me han traicionado, pero ¿éstos a dónde quieren ir?”, había preguntado el líder del Ejecutivo a un grupo de diputados leales.

Los que fueron

En enero, el primer ministro irlandés, el republicano Brian Cowen, se convirtió en la primera víctima de la debacle económica cuando renunció al liderazgo del partido del gobernante Fianna Fail, que dominaba la política de Irlanda desde 1930, y llamó a elecciones anticipadas, que fueron en febrero y marcaron la derrota de su partido.

La trascendencia que los líderes europeos daban a la crisis de cada país parecía marcar las renuncias cuando en marzo el primer ministro de Portugal, José Sócrates, dimitió después de que el Parlamento rechazara el cuarto plan de ajuste. El partido socialista que gobernaba fue vencido en las elecciones anticipadas de junio.

España estaba -y sigue estando- cerca del ojo de la tormenta, y en abril el presidente socialista José Luis Rodríguez Zapatero anunció que no buscaría la reelección, convencido de que sería lo mejor para el partido. El mandatario ya era señalado como el responsable de la crisis económica y se pronostica un revés para los suyos el 20 de noviembre.

Iveta Radičová asumió en julio de 2010 como primera ministra de Eslovaquia al frente del partido Dirección-Socialdemocracia. En octubre renunció, después de que no le fuera ratificada la confianza en el Parlamento. Las elecciones anticipadas serán en marzo.

La última caída fue la del domingo, cuando el primer ministro socialista griego, Giorgos Papandreu, cedió a las presiones internacionales, sociales y políticas y dio un paso al costado en pos de la creación de un gobierno de unidad nacional que convocará a elecciones anticipadas.

A la salida de la sede del legislativo se reunió con el presidente Giorgio Napolitano, quien entre sus pocas funciones tiene la de dar la confianza a un líder partidario para que forme gobierno. Lo más lógico era que, ante una clara derrota, Il Cavaliere pidiera la salida. Pero el primer ministro italiano ha sabido sorprender con su resistencia -y capacidad para esquivar- a los embates, por lo que durante horas reinó el silencio.

Pesimismo a la orden

Tras la entrevista con Napolitano, Presidencia emitió un comunicado asegurando que el primer ministro “pondrá su cargo a disposición del jefe de Estado que procederá a las consultas habituales” para la formación de un nuevo gobierno. Pero Il Cavaliere guardaba un as bajo la manga: presentará su renuncia después de que el Parlamento apruebe el nuevo presupuesto para 2012, en el cual se incluyen los recortes exigidos por sus socios europeos.

Así, Berlusconi gana tiempo para mejorar su respaldo parlamentario: ésta no sería la primera vez que lograra que sus “traidores” vuelvan a su lado. De esta forma, podría ocurrir que cuando Napolitano comience a realizar las consultas para formar un nuevo gobierno, el único que cuente con el respaldo parlamentario suficiente sea el primer ministro.

Con la actual conformación del Parlamento deberían aliarse todos los partidos opositores para llegar a 288 legisladores, lejos de la mayoría absoluta de 316, que sólo obtendría con la unión de oficialistas.

El diario La Repubblica informaba ayer que de los ocho legisladores que le negaron la mayoría a Berlusconi, sólo cinco se abstuvieron de votar en la cámara; los demás no estaban presentes. Il Cavaliere ya superó dos mociones de confianza cuando se preveía que no contaría con los votos necesarios. Quizá por eso la oposición no presentó una nueva moción: una mala movida en este momento podría cambiar el escenario y fortalecer a Berlusconi. La moción también puede pedirla el gobierno.

“Voy a decir muy poco para respetar este momento excepcional; esta jornada es seguida por millones de italianos”, aseguraba el líder del Partido Democrático, Pierluigi Bersani. Luego agregó que las cuentas de 2010 fueron aprobadas “no por mano del gobierno, sino por mano de fuerzas que quieren que el primer ministro dimita”.

En declaraciones al canal de televisión italiano Tg5, Berlusconi aseguró que para después de su renuncia sólo ve “la posibilidad de nuevas elecciones [...] porque el Parlamento está paralizado”. Pese a que según las últimas encuestas el gobernante no supera el 30% de apoyo, podría presentarse a esas nuevas elecciones y recuperar la popularidad que le permitió mantenerse en el gobierno durante 17 años.

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