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Cristina Fernández rodeada de algunos de los jóvenes que recibieron premios del Programa Amartya Sen y créditos del Programa Capital Semilla en el acto realizado en Casa de Gobierno.

Foto: Presidencia argentina, s/d de autor

Cristina sin K

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Meses después de la muerte de Kirchner, el liderazgo de Cristina Fernández se consolida y enfrenta nuevos desafíos.

El 27 de octubre de 2010 murió sorpresivamente el ex presidente argentino Néstor Kirchner. Entonces varios analistas políticos llegaron a dudar incluso de si la presidenta Cristina Fernández, su viuda, lograría mantener la gobernabilidad. Algunos decían entonces que Fernández no era realmente la que gobernaba, sino su marido. A más de seis meses de esa muerte -que cambió el panorama político argentino- según varios politólogos quedó demostrado que Fernández es capaz de gobernar y de liderar el oficialismo. Pero esta situación tiene fecha de caducidad.

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Cuando falleció Néstor Kirchner, tres politólogos argentinos consultados por la diaria dieron sus impresiones del impacto de esa muerte e intentaron ver a futuro cómo sería el gobierno de la presidenta argentina, Cristina Fernández, sin su esposo y compañero político. Ahora Fernández transita su séptimo mes de gestión desde la muerte de Kirchner y tiene el plazo de las elecciones de octubre a la vista. En este contexto, la diaria volvió a contactar a los mismos analistas. Hay un punto en el que los tres coincidieron y es en que Fernández es la que gobierna y que también lidera el Partido Justicialista (PJ).

Los sondeos la dan como favorita para la elección presidencial prevista para octubre, aun sin saber si Fernández se presentará a la reelección.

Para Diego Luján, politólogo argentino que cursa una maestría en la Facultad de Ciencias Sociales en Montevideo, “es difícil afirmar que la muerte de Kirchner fortaleció a Fernández”, pero “sí se verificó una corriente de simpatía hacia la viuda, que fue aprovechada con inteligencia” por ella. En su opinión, la muerte de su esposo “proyectó a Fernández como la líder indiscutida del gobierno y del PJ, lo cual no sucedía mientras vivía Kirchner”.

De acuerdo con la politóloga María Laura Tagina, de la Universidad Nacional de San Martín, en Argentina, la muerte de Kirchner “tuvo un efecto positivo”, pero no de manera “automática”. Hubo sí un “pico de apoyo en las encuestas”, similar al que “se dio también cuando a [el entonces presidente Carlos] Menem se le murió el hijo”, porque “la opinión pública se conmueve ante el dolor de una pérdida”. Pero al margen de ese fenómeno, “con el tiempo”, la mandataria “caminó en la dirección correcta”. Tagina, al igual que el tercer analista consultado, Amancio Vázquez, que cursa un doctorado en ciencias políticas en la Universidad Nacional de Rosario, recordó que cuando murió su marido, Fernández ya estaba en un período de repunte de su popularidad y que esa recuperación también “estaba apoyada en la economía argentina”.

Luján resumió así el fenómeno político que comenzó a fines de octubre: la muerte del ex presidente “parece haber abierto las puertas del liderazgo a Fernández” que “antes estaba reservado a su esposo”.

Cristina moderada

Los tres analistas tienden a decir que Fernández sin Kirchner no arrojó grandes sorpresas y que “mantuvo el rumbo”. Pero todos opinaron que está actuando de una manera menos “confrontativa” que antes. Tagina opinó que el nuevo estilo arrojó resultados “positivos” porque “a la gente le gusta”. Como ejemplo, recordó la crisis de 2008 que enfrentó al gobierno de Fernández con los dirigentes de las gremiales rurales por los impuestos a las exportaciones. “Si vos analizás encuestas de esa época, encontrás que en general la opinión pública se inclinaba por encontrarle una solución al problema, no apoyaba posturas extremas. En general la gente no es partidaria de las confrontaciones”, analizó.

Para Luján, la “paulatina moderación (tanto en el discurso como en la práctica)” muestra que “finalmente Fernández comprendió que tiene más para ganar con un tono moderado que con el tono más agresivo de su esposo”. En su opinión, “hubo dos etapas” desde que murió Kirchner y explicó: “mi impresión es que en los primeros días debía mostrar ciertas líneas de 'continuidad' con el estilo de Kirchner, para garantizarse ciertos apoyos. Además, debía demostrar a la opinión pública que era una mujer de carácter”. Luego, “a medida que pasaron los días y su gobierno logró estabilizarse, comenzó un paulatino proceso de moderación”.

Sobre cómo se relaciona ahora Fernández con sus rivales políticos, los tres analistas estimaron que a pesar del cambio de tono no hubo gran variación. Pero sí hubo un cambio en la realidad de la oposición, que según Vázquez, “está completamente fragmentada”. De acuerdo con Tagina, el Peronismo Federal -opositor- “era una agrupación informal federada en contra de Kirchner” y tras la muerte del ex presidente esa fuerza política “se atomizó”.

En cuanto a otros sectores de la oposición, Tagina, al igual que los demás analistas, destacó el hecho que Mauricio Macri y Pino Solanas se bajaron de la candidatura presidencial y se postularon para gobernar la ciudad de Buenos Aires. Antes, también el vicepresidente Julio Cobos, “enemigo Nº 1 de Fernández”, se bajó de la carrera a la presidencia, recordó Luján. “Muchos jugadores ya no están sobre el tablero, precisamente los más distantes de la posición ideológica” de la mandataria, resumió el analista. Dijo que esto muestra, “por sí solo, la fortaleza política que tiene hoy la presidenta”. Para Vázquez, muestra también que los opositores “reconocen la buena imagen que está teniendo Cristina”.

Luján señaló que la relativa calma que se está dando en la relación entre gobierno y oposición “puede que no sea duradera” porque “la proximidad de las elecciones hará necesario marcar un perfil propio y por lo tanto la polarización aumentará, al menos en lo discursivo”.

Otros kirchneristas

Una incógnita que dejó la muerte de Kirchner, que era el titular del PJ, fue cómo iba a lidiar la presidenta con los demás dirigentes justicialistas. Al respecto, Tagina dijo que “había sectores que tenían acceso diario e incondicional al poder y que ahora ya no lo tienen”, en referencia a los intendentes del conurbano bonaerense, a “los que atendía Kirchner diariamente”. Por su parte, Luján estimó que “la mayoría de los gobernadores del PJ mantuvieron su lealtad, al menos en los discursos, hacia la presidenta”. Esto lo explicó en parte por “la necesidad de financiamiento que las provincias tienen, lo que las transforma en dependientes de los fondos que el gobierno central puede transferirles”.

Para Vázquez, el respaldo que recibe la presidenta en su partido se debe al “apoyo popular” que tiene, que evita que otros en el oficialismo se atrevan a construir una opción a la [probable] candidatura presidencial” de Fernández.

Por otro lado, el politólogo estimó que la presidenta “está jugando con su candidatura” y que al no anunciar su reelección evita que haya una carrera de otros posibles aspirantes, que a su entender, están “pensando para cuatro años en adelante”, en las siguientes elecciones.

En Argentina, buena parte del movimiento sindical está vinculada al kirchnerismo, en particular Hugo Moyano, líder de la Confederación General del Trabajo (CGT), la principal central sindical, y también del PJ bonaerense. Pero en los últimos meses comenzó a verse cómo la relación entre el gobierno y los sindicatos cambió.

Fernández dijo el jueves que su gobierno lucha “contra la explotación” pero agregó: “no tenemos tampoco que permitir que surja otro fenómeno que es el de la extorsión”. La presidenta añadió: “Cuando a una organización sindical solamente le impacta o le importa lo que le pasa a sus afiliados y a partir de eso toma actitudes que terminan perjudicando al conjunto de la sociedad, entonces deja de ser un sindicato para transformarse en una corporación. Y yo quiero sindicatos solidarios con todos los argentinos”.

Tagina destacó que “hay sectores que tenían apoyo incondicional [del gobierno] que hoy ya no lo tienen” y apuntó en particular al sindicalismo y a Moyano. Como ejemplo mencionó que el Ejecutivo abrió paso al pedido de la Justicia suiza para investigar al titular de la CGT.

A su vez, Vázquez consideró que “aumentó la presión de los sindicatos” que saben que parte del poder en el que se basa el gobierno está en sus manos y que “hay un poco más de problemas” en la relación entre el Ejecutivo y el movimiento sindical. En su opinión, la mandataria también maneja esa presión al no declararse candidata a ser reelecta, lo que le sirve de “herramienta de negociación”.

“Estoy cansada de la hipocresía, estoy cansada de los que dicen ayudar y vivan el nombre de Cristina y al otro día hacen exactamente lo contrario”, advirtió en su discurso del jueves la mandataria. "No estoy muerta por volver a ser presidenta", agregó.

Luján recordó que “cualquier negociación que deba hacerse con el sector de los trabajadores debe incluir a Moyano. Tanto poder ha ganado en los últimos años, que ha llegado a pedir públicamente que le asignen lugares en las listas del PJ para los dirigentes sindicales que lo acompañan. Incluso llegó a proponer a un sindicalista como candidato a vice de Cristina. Además, es vox populi que Moyano aspira a gobernar la provincia de Buenos Aires”.

A pesar de las ambiciones del líder de la CGT sus “niveles de desaprobación ciudadana ponen un freno a sus expectativas", opinó Luján. Dijo también que “Fernández soporta a Moyano porque es un mal necesario”, que “le garantiza cierto control del sector trabajador, controla de cierta forma las presiones por mejoras salariales (en un contexto de creciente inflación) y controla también la protesta social”. Pero el analista estimó que “en cuanto alguno sienta que pierde más de lo que gana, la relación se terminará” y opinó que "Cristina está más próxima a ese punto”.

Para octubre

Sobre si Fernández buscará o no un segundo mandato, los analistas y la prensa argentina estiman que lo más probable es que sí lo haga. Para Tagina, si la presidenta no se declaró aún candidata es “para mantenerse por encima” de sus rivales, porque “cuando uno es candidato, es como que se pone a la par de los otros”.

Vázquez y Luján coincidieron en que, de ser reelecta, la mandataria sólo tendrá dos años de gobernabilidad, con suerte. Luján dijo que esto se debería a que después de dos mandatos consecutivos “no puede aspirar a una reelección” y ahora el oficialismo “ya no puede apostar a la sucesión matrimonial (como parece que era el plan)”. Añadió que “al saber que su poder tiene fecha de caducidad, los movimientos para encontrar otro líder podrían generan fugas hacia nuevas figuras, que ofrezcan la posibilidad de conseguir votos”. A su vez, Tagina opinó que el fin de la posibilidad de una rotación del poder entre Kirchner y Fernández hizo posible un mayor apoyo a la presidenta porque, “después, total, se terminó”.

Luján concluyó: “en todo caso, la lucha por la sucesión comenzará el lunes siguiente a las elecciones de octubre, siempre que Fernández logre la victoria”.

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