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Partidarios del Partido de la Justicia y del Desarrollo (AKP) del primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, celebran con banderas de Turquía y del partido tras conocerse los primeros resultados en las elecciones generales, en Ankara.

Foto: Efe, Tolga Bozoglu

El país de Erdogan

3 minutos de lectura
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Tras las elecciones de ayer, el primer ministro turco buscará impulsar una amplia reforma constitucional.

El gobernante Partido de la Justicia y del Desarrollo, de Recep Tayyip Erdogan, venció ayer por tercera vez consecutiva en las elecciones. Sin embargo, para aprobar las reformas que Erdogan quería impulsar, el oficialismo no alcanzó los escaños necesarios y estará forzado a lograr alianzas.

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Con el escrutinio de más del 95% de los votos de las elecciones turcas de ayer, el oficialismo superó el 50% de los votos y obtuvo 326 de los 550 escaños en disputa. Las cifras hablan claro, en especial si se considera que el primer ministro Recep Tayyip Erdogan y su Partido de la Justicia y del Desarrollo (AKP) gobiernan desde hace nueve años y lograron su tercer mandato consecutivo. Pero los escaños conseguidos por el AKP no dieron a Erdogan la mayoría necesaria para la aprobación rápida de una reforma constitucional que cambie el sistema político turco.

Erdogan había manifestado antes de las elecciones su voluntad de obtener al menos 330 de los 550 escaños. Con esos votos, su partido habría podido redactar en solitario la nueva Constitución que sería votada luego en referendo. Algunos escaños más, 367, le hubieran permitido que la nueva Carta Magna se aprobara en el Congreso, sin necesidad de consulta popular.

Pero los votos fueron insuficientes y el AKP no fue el único partido que salió vencedor el domingo. Los candidatos a legisladores kurdos independientes lograron un punto porcentual más que en las elecciones pasadas, en 2007, y alcanzaron el 6% de respaldo en las urnas, por lo que tendrán unos 35 legisladores, 15 más que en este período legislativo. El Partido de los Trabajadores del Kurdistán, el PKK, no se presentó a las elecciones porque para lograr representación parlamentaria debía superar el 10% de los votos, según la ley electoral turca, por lo que sus candidatos se presentaron como independientes, a quienes no se les exige ese porcentaje.

Durante la campaña Erdogan hizo hincapié en la buena salud económica y democrática de Turquía, que se ha posicionado durante sus gobiernos como la decimoséptima economía mundial, con un crecimiento sostenido y una inflación controlada, informó la agencia de noticias AFP.

El primer ministro, que empezó su carrera como un militante nacionalista islámico y luego se vio forzado a moderar su discurso para alcanzar el gobierno, es visto como el responsable del proceso de adhesión a la Unión Europea que Turquía inició en 2005. Su administración también es señalada como la que obligó a los militares a volver a los cuarteles y alejarse del poder político que antes ejercían y dominaban. De hecho, Erdogan se convirtió ayer en el segundo primer ministro turco en alcanzar un tercer mandato consecutivo. El anterior fue Adnan Menderes, que fue ahorcado en 1961 después de un golpe de Estado militar. Durante el gobierno de Erdogan se ahogó un intento de golpe de Estado, en 2007, y se procesó a un importante número de militares que quisieron protagonizarlo.

Sin embargo, la oposición denuncia un autoritarismo creciente y atentados contra la libertad, en particular por la detención de periodistas, que es frecuente. Actualmente hay más de 60 periodistas encarcelados, una cifra mayor que la de China o Irán, informó la agencia de noticias EFE.

Erdogan ha sabido involucrarse en muchos temas, y así también ha criticado programas televisivos u obras escultóricas. Por ejemplo, un monumento ubicado en una región fronteriza con Armenia, que fue desmontado después de que él dijera que era “monstruoso”.

Otras medidas impulsadas por el AKP fueron la de aumentar los impuestos sobre la venta de alcohol y aplicar disposiciones para hacer más difícil su comercialización, o la de imponer en internet “filtros” para proteger a la infancia, que según denunciaron grupos de usuarios significan simplemente una “censura”. Además, Erdogan, que prometió encaminar una solución para la situación que viven los kurdos -que exigen representación parlamentaria-, en los últimos años intensificó su mensaje de una única Turquía y llamó “terroristas” a quienes respaldan al partido nacionalista kurdo.

También se critica al primer ministro su proyecto de reforma constitucional, que intentará promover un sistema de gobierno presidencialista, como el francés o el estadounidense, informó el diario español El País. También se prevé que una vez que lo logre, Erdogan se postule a la presidencia -actualmente ocupada por uno de sus correligionarios- para continuar en el poder, porque no puede presentarse a un cuarto mandato como primer ministro.

Al celebrar la victoria, Erdogan aseguró que la renovación de la Constitución se logrará “con los partidos de oposición” y aseguró que será “de los 74 millones de turcos, de los kurdos y de todos, y estará basada en la hermandad, paz y solidaridad”.

Sin embargo, la última reforma impulsada por el AKP, que redujo el poder de los militares pero aumentó el del primer ministro sobre varias instituciones, no buscó consenso, sino que contó con los votos oficialistas y el fuerte rechazo de los opositores.

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