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Ana Lía Piñeyrúa.

Foto: Pablo Nogueira

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Ana Lía Piñeyrúa: “La presidencia no es sólo cosa de hombres”.

Ana Lía Piñeyrúa fue la primera mujer integrante del Directorio del Partido Nacional y la primera ministra de Trabajo. Se siente cómoda en política desde los 17 años y hoy, con su precandidatura presidencial, parece dispuesta a dar batalla en una tierra de hombres. El miércoles el calor arrecia en Montevideo y a una cuadra de la playa Pocitos no se mueven ni las hojas de los plátanos. En la casa todo es sobrio y clásico. Mientras la esperamos, su marido español nos ofrece refrescos y agua fría. Llega la entrevistada y todos de pie: la mujer que quiere ser presidenta ha llegado.

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-Para el votante del Partido Nacional [PN], ¿qué ofrece de diferente Ana Lía Piñeyrúa que no ofrecen Luis Alberto Heber, Francisco Gallinal, Jorge Saravia o Jorge Larrañaga?

-Para mí es difícil establecer una comparación con compañeros del partido, prefiero decir lo que yo puedo ofrecer: tengo una larguísima trayectoria política, empecé como militante -que creo que es como se debe empezar la carrera política- a los 17 años, después casi enseguida vino el golpe de Estado, aunque los 12 años de dictadura fueron años de militancia muy intensa. Trabajé muchísimo en el plebiscito del 80, época en la que los políticos más conocidos estaban proscriptos. Habíamos seleccionado a un grupo de personas que podían hacer la campaña en lugar de ellos y yo coordinaba las acciones del voto por el No. En el 82 fui convencional nacional, en 1983 ingresé al directorio del PN, fui la pimera mujer integrante del directorio, cuando falleció Fernando Oliú, porque Wilson había querido una mujer joven de suplente y era yo. Después con mi lista propia, una lista de jóvenes que tuvimos en el 84, y después en el Movimiento Nacional de Rocha... Tengo una larga experiencia política, creo que me formé para eso. Para ser presidente hay que tener determinada formación, que considero que nunca está completa. Yo estudio un poco todos los días, pero también entiendo que no sé de todo y que para eso hay que trabajar en equipo, y es algo que he cultivado cuando trabajé como ministra de Trabajo formando parte del Poder Ejecutivo y también cuando trabajé en un organismo internacional. Eso es lo que yo le puedo ofrecer a la gente, más allá de que creo que tengo capacidad de diálogo -algo bastante inherente a las mujeres-. Creo que Uruguay necesita de mucho diálogo y de muchos acuerdos, de mucha capacidad de negociar, de transar, de llegar a acuerdos, porque creo que tenemos desafíos importantes por resolver en el futuro.

-¿Es creyente?

-Sí, soy católica. No soy de las practicantes muy rigurosas pero soy creyente.

-¿Probó marihuana alguna vez?

-No, nunca probé y a esta altura de la vida no creo que lo haga. Tuve la oportunidad de hacerlo cuando era muy joven, tenía amigas muy cercanas que consumían y nunca quise hacerlo. También tuve la oportunidad de hacerlo hace muy poco y no quise tampoco, nunca me atrajo.

-¿Cuál es su mayor virtud y su mayor defecto?

-Creo que mi mayor virtud es la paciencia y mi principal defecto es que soy ansiosa, es algo que tengo que controlar mucho porque me hace daño.

-Parece medio encontrado, paciencia y ansiedad…

-Es medio contradictorio, pero tengo muchísima paciencia para escuchar, para negociar, fundamentalmente para escuchar. Al mismo tiempo, soy muy ansiosa cuando quiero logar algo, y me cuesta controlarlo.

-Eduardo Bonomi dijo que el principal problema de la oposición es que no tiene un modelo para proponer. ¿Usted qué dice?

-Nosotros tenemos nuestro modelo; no le gusta a Bonomi, pero tenemos nuestro propio modelo alternativo al que instalaron en 2005. Nosotros tenemos un modelo propio y hemos hecho propuestas. En general, la oposición y mi sector han sido duros con el gobierno, pero siempre hemos tenido en la otra mano una propuesta.

-¿Recuerda cuándo fue la última vez que fue a un motel?

-Fa... fue hace mucho tiempo, creo que no me había casado todavía.

-¿Sabe cuánto sale un kilo de carne picada?

-No, no tengo idea.

-Si con los blancos se vivía mejor, ¿por qué no han vuelto a ganar?

-En Uruguay hubo un proceso de hartazgo de la gente con los partidos tradicionales, y el punto culminante de ese proceso se dio en la crisis de 2002, una crisis que le hubiese tocado a cualquiera. La gente quiso probar y probó al Frente Amplio [FA]. Creo que ésa es una ventaja que tiene el PN: es el partido de la alternativa para la alternancia en el poder, la gente probó al FA y ya ha tenido su bautismo de fuego, y ahora estamos todos en igualdad de condiciones. También creo que el PN después del gobierno de Lacalle no dio con el candidato, me parece que nos faltó un candidato que diera continuidad a lo que el PN inició en ese gobierno entre el 90 y el 95.

-¿Qué la lleva a pensar que la sociedad uruguaya está preparada para tener una mujer al mando?

-Yo creo que todas las sociedades ya están preparadas para tener una mujer al mando, me parece que en lo que las mujeres tenemos más dificultades es en la interna de nuestros partidos, que son estructuras muy masculinas -hablo por el mío, no por los otros porque sería un falta de respeto- a las que todavía les cuesta mucho aceptar una figura femenina al frente. Si uno mira la representación política de las mujeres, sólo con ese detalle se da cuenta de que hay un problema. Pero no ocurre lo mismo con la gente: creo que a las personas les da lo mismo, creo que los exámenes de ver si una mujer puede hacerlo y después de si es capaz de hacerlo ya están superados.

-Deme conceptos de estas tres presidentas. ¿Dilma Rousseff?

-Me gusta; es una mujer con energía, ha sabido defender muy bien sus ideas y ha sabido lidiar con algo muy importante y difícil como es la corrupción.

-¿Michelle Bachelet?

-Me gusta mucho, me gusta cómo piensa, me gusta cómo manda y me gusta cómo gobernó.

-¿Cristina Fernández?

-No me gusta nada; es autoritaria y le ha hecho mucho mal a Uruguay.

-¿Cuál sería su primera medida como presidenta?

-Comenzar a ejecutar un acuerdo nacional al que voy a convocar si soy la candidata de Unidad Nacional [Una]. Al otro día de ser nominada como candidata por Una convocaría a un gran acuerdo nacional para discutir sobre los grandes temas que Uruguay tiene por delante: la educación, la seguridad pública, la protección social, que comprende la salud, las políticas sociales, las políticas de vivienda. Sumaría en un gran acuerdo a los colorados, a los frenteamplistas desencantados, a los del Partido Independiente, y trataría de llegar a un acuerdo básico sobre esos temas y lo comenzaría a ejecutar el 2 de marzo de 2015, empezando por el educativo.

-Es algo similar a lo que hizo Mujica en el arranque de su gobierno.

-En realidad sí, pero tengo una gran diferencia con lo que hizo Mujica. Él fue decidido a no cumplirlos, porque no se cumplieron los acuerdos. Yo iría con la idea de cumplirlos, por dos razones: en primer lugar, porque me parece que hay que explicitar muy bien el modelo alternativo, ese que dice Bonomi que no existe, y tiene que quedar muy claro frente a la gente quién está con un modelo y con la continuidad de ese modelo, que es el que tenemos desde 2005, y quién está con el modelo alternativo, para que la gente tenga ese insumo desde que comienza a elaborar su proceso de decisión. Además, es necesario que esos acuerdos le den garantías a la gente de que si no gana el FA el que gana va a poder gobernar, porque subliminalmente o explícitamente muchas veces se ha dicho que si gana un partido de oposición el FA no lo va dejar gobernar -lo dijo Mujica-, entonces con un gran acuerdo nacional estaríamos dando esas garantías y esa legitimidad a los acuerdos. Me parece que esto que yo estoy prometiendo tiene un halo diferente a los acuerdos que hizo Mujica, que, por otra parte, fueron muy puntuales y de antemano no tenía la voluntad de llevarlos adelante.

-¿Tiene vicios?

-Tuve. Tenía el vicio de fumar y por suerte lo dejé hace siete años; fumaba muchísimo.

-Su padre fue contralmirante de la Armada. ¿Qué postura tuvo durante la dictadura cívico militar?

-Mi papá estuvo en contra desde el primer día, desde que comenzó a sentir que se venía el golpe de Estado estuvo en contra, fue de los marinos que salieron con los buques en la Aduana el 9 de febrero, y estuvo detenido por eso.

-¿Cuál es su autor de literatura nacional favorito?

-Benedetti.

-¿Y en música quién le gusta?

-En música soy muy antigua, me gustan los Beatles, los Rolling...

-¿Y uruguayos?

-No tengo un autor favorito.

-¿Para la intimidad qué prefiere: lencería, cuero o disfraz?

-Lencería.

-¿Cree en el feminismo uruguayo contemporáneo?

-Sí. Soy feminista, pero no de las que se extralimitan en el asunto del feminismo. Empecé a trabajar en el final de la dictadura con un grupo de mujeres en el que había todos los matices. Estaba Fanny Puyesky, que era la extralimitación del feminismo y que tenía esa sensación de que había que estar compitiendo permanentemente con los hombres. Yo no tengo esa sensación de que nuestra vida es una lucha contra los hombres, sino que tenemos que reivindicar nuestro espacio al lado, la equidad, y en esa senda he andado siempre. Siempre defiendo a las mujeres, creo que en lo que en mi tarea tengo que andar abriendo camino, y siento que lo estoy haciendo: fui la primera que entré al directorio del partido, la primera ministra de Trabajo mujer, la primera… Y en realidad a mí no me gusta, me gusta sí pensar que estoy abriendo caminos, pero el sentimiento siempre fue de "qué atraso". Soy feminista y no siento que me tengo que estar peleando todos los días con los hombres, pero reivindico la igualdad y la equidad.

-¿Qué piensa de la cuota femenina en el Parlamento?

-Fui de las que estuvimos en contra en un principio. En el primer Parlamento luego de la restauración democrática no había ni una mujer; en el segundo -cuando yo ingresé- conseguimos ser seis, dos de cada partido, entonces dije "bueno, hemos logrado avanzar y la ley de cupos no va a ser necesaria". Después me convencí de que nunca más íbamos a avanzar mucho más de eso, entonces hoy apoyo la iniciativa con mucho calor, creo que va a ser muy bueno para los partidos políticos. Yo siempre digo que el tema de género no se agota en la participación política de las mujeres, hay temas de género que son importantes, como la discriminación a la hora del empleo, la brecha salarial, porque hay diferencias importantes todavía entre hombres y mujeres, la situación de las mujeres pobres que son las más golpeadas. La mujer pobre en Uruguay -como en otras partes- es la más castigada. Creo que hay muchos temas de género de los que nos tenemos que ocupar además del tema del participación política, pero va a ser muy importante, es divertido ver las reacciones frente a eso de que cada tres uno tiene que ser de distinto sexo, es muy gracioso que cuando se especula la mujer es siempre la tercera en la lista.

-¿Con qué seduce Ana Lía?

-Conversando… nunca fui muy exhibicionista ni de seducir con otras armas.

-¿Está de acuerdo con el envío de soldados uruguayos a Haití o el Congo?

-Sí, me parece bien, más allá de que algún disgusto nos han dado y nos angustia a veces cuando nos enteramos de algunas situaciones que están pasando. Pero creo que es una forma de colaborar en lugares en que lo necesitan.

-Hipótesis: gana de nuevo el FA de la mano de Tabaré Vázquez. ¿Cómo se imagina el país dentro de siete años?

-Lamentablemente creo que el FA ya agotó sus posibilidades de avanzar en muchas cosas. La educación es un tema que me preocupa enormemente y es la madre de muchos otros problemas que estamos atravesando, y siento que el FA no ha podido avanzar en materia educativa, más bien hemos retrocedido bastante. El poder de las corporaciones y la falta de una hoja de ruta clara en materia educativa ha hecho que no hayamos podido avanzar en eso. No veo al FA con una claridad y una decisión en esta materia que nos permita grandes transformaciones. Creo que la profundización de la reforma de la salud nos va terminar trayendo problemas. Más allá de que creo en la idea básica de la equidad en la asistencia de la salud, creo que la profundización de este modelo va a conducir a que todos tengamos una mala atención de salud, excepto la gente que se pueda pagar los seguros privados, que son muy caros y que sólo son accesibles a un círculo muy reducido de personas. Además, creo que el FA podría mejorar en materia de políticas sociales, que para mí es muy malo y está generando una cultura que no es deseable. Está generando una cantidad de personas que dependen del asistencialismo y a las que no les estamos dando oportunidades para salir adelante, y creo que debe haber gente en la izquierda que piense que eso se puede torcer porque a la larga pude ser muy pernicioso. Creo que el FA podría implementar políticas de vivienda más adecuadas. En los grandes temas como la educación, la seguridad pública y el sistema de salud veo grandes dificultades, y en el horizonte veo grandes fracasos si el FA llega a continuar en el gobierno.

-¿Qué auto tiene?

-Un Nissan Tida de hace como tres años.

-¿Es propietaria o alquila?

-Soy propietaria.

-¿Dónde pasó sus últimas vacaciones?

-En Madrid. Estoy casada con un español, entonces cuando tenemos un tiempo libre vamos a ver a sus hijos a Madrid y a Oviedo, porque él es asturiano.

-¿Qué es lo que menos le gusta de Uruguay?

-A mí me encanta mi país, en este momento quizá lo que menos me gusta es la basura de Montevideo.

-Otra hipótesis y ojalá que ésta nunca suceda: se incendia su casa y tiene que elegir un objeto para salvar de las llamas, ¿cuál sería?

-No sé… Quizá las fotos que me traen mejores recuerdos.

-¿Qué perfume usa?

-Ralph Lauren.

-¿Cuál es el peor defecto del presidente Mujica?

-Que es muy anárquico, lo que hace que muchas veces ponga sobre la mesa ideas que no puede concretar, genera debates inútiles y estériles. El principal defecto, resumido, es que no tiene capacidad de gestión.

-Usted habla mucho de volver a antiguos valores de la sociedad uruguaya. ¿No es demasiado conservador para alguien que tiene como eslogan político "Es hora de cambiar"?

-No. Hay valores cuya recuperación no significa volver al pasado, sino que estaban vigentes antes y pueden estar vigentes mañana, son valores que están vigentes en la gente joven. Yo rescato el valor del respeto por los demás, el respeto por las ideas de los demás, la cultura del esfuerzo, la cultura del trabajo. Ésos son valores que no tienen caducidad, y recuperarlos no es volver al pasado.

-¿Ya sabe cómo va a financiar su campaña?

-No, debo reconocer que es un problema, pero recurriremos a lo que siempre han recurrido los partidos en este país y veremos con qué generosidad nos tratan las personas que normalmente contribuyen a las campañas de todos los partidos. Porque en general aquí se contribuye a las campañas de todos los partidos por igual.

-¿Tiene una idea de cuánto dinero necesitaría?

-No, no tengo idea, es mucho dinero. Soy de las que creen que uno no puede hipotecar todo: hay que equilibrar los presupuestos e ir viendo lo que se puede gastar. Recuerdo muy bien la última campaña con Lacalle: casi todos los lunes se revisaban los presupuestos, los minutos de televisión y de radio, los centímetros de prensa, se vivía revisando en las reuniones semanales con el equipo de campaña, él mismo lo hacía. Hay que ser muy ordenado en eso. Creo que Uruguay debería buscar soluciones para el financiamiento de las campañas políticas, para que sean una alternativa a este modelo que no es nada bueno.

-¿Hay algún proyecto de ley al cual le tiene especial cariño?

-Sí, hay uno que ni se trató. Lo presenté cuando ingresé a la cámara, el 8 de marzo, trataba sobre el reconocimiento de los años de trabajo de las mujeres que se dedicaron a cuidar a sus hijos. No es una jubilación de las amas de casa, sino el reconocimiento de esos años. Esto significaría darles un reconocimiento que es muy importante, porque todavía en nuestra sociedad hay mujeres que por períodos prolongados abandonan el trabajo para el cuidado de su familia, no sólo de sus hijos, sino también de los adultos mayores, y luego no pueden alcanzar su jubilación, lo que les genera muchos problemas cuando llegan a la tercera edad. Me hubiera encantado que ese proyecto saliera. Es verdad que necesitaba iniciativa del Poder Ejecutivo porque tenía que ser solventado por Rentas Generales.

-¿Conoce gente de su generación que use Viagra?

-¡Ay, no! Por lo menos nunca me lo han contado.

-¿Qué hay que hacer con los yacimientos de hierro que quiere explotar Aratirí?

-Es un tema que ha sido mal planteado. Parece que Uruguay tiene una riqueza importante en el subsuelo y la manera adecuada de empezar con este tema no era con las prospecciones sin antes tener una buen evaluación de los impactos ambientales que se pueden ocasionar. Eso hubiera generado un ambiente mucho más proclive -o no- a esta iniciativa. Uruguay tiene que explotar todas las riquezas que tiene a su disposición, pero había que generar antes algunas certezas, y como eso no se hizo hubo una reacción que ahora es difícil de controlar. Pero soy partidaria de que Uruguay eche mano de todo su potencial, sin atentar contra otros de sus potenciales, porque nuestra riqueza agropecuaria ha sido nuestra tradicional forma de desarrollo. Tenemos que buscar otras alternativas. La forestación fue una alternativa que al principio también fue un poco resistida, pero hoy día nos da un gran potencial de desarrollo. Éste puede ser otro, entonces hay que reencauzar este tema, aunque también reconozco que los datos que llegan de otros lados sobre la minería a cielo abierto no son muy halagüeños.

-¿Cuál es el diputado del oficialismo que le resulta francamente infumable?

-Jaja, prefiero no decirle, me viene un nombre a la cabeza pero no se lo voy a decir por no generar algo que después no se puede recomponer.

-Su segundo esposo es español y sociólogo. ¿Qué piensa de Uruguay?

-A él le ha costado entender la política en Uruguay, le ha costado entender el sistema de partidos, porque somos bien distintos a los partidos españoles. Fundamentalmente, le ha costado entender cómo funciona mi partido, que es el que tiene obviamente más cerca. Le gusta Uruguay, lo conocía por haber sido director regional de la Organización Internacional del Trabajo [OIT], desde sus indicadores sociales y los porqués de esos indicadores, es un país al que admira aunque reconoce que hemos perdido en muchos de esos sentidos.

-Si llega al Ejecutivo, ¿qué iniciativa de este gobierno potenciaría y cuál enterraría?

-Potenciaría, por ejemplo, la iniciativa del puerto de aguas profundas, trabajaría el tema del tren, que me parece muy importante. Le daría un nuevo impulso a una idea que el FA manifestó pero que ahora está quieta, el tema de la infraestructura y del transporte, que son un cuello de botella para nuestro desarrollo, es algo que comparto con el presidente. Enterraría la Ley de Educación y reformularía todo.

-¿Qué le resulta barato en Uruguay?

-¿Ahora? Nada.

-¿Whisky, cerveza o vino?

-Vino.

-¿Sabe a cuánto está el salario mínimo nacional?

-No, me acuerdo de lo que pidió el PIT-CNT pero no a cuánto está.

-¿Cuál es el insulto que generalmente le viene a la boca cuando las cosas salen mal?

-¡Mierda!

-¿Hay diferencias conceptuales y de fondo que la alejan de Jorge Larrañaga?

-No, tenemos una diferencia de estilo personal y quizá en la forma como nos ubicamos frente al gobierno en la actualidad. Es claro que en lo personal estuve en la oposición desde el primer día y creí que era estéril iniciar caminos de diálogo y de entendimiento porque no los palpaba, no los sentía en el ámbito parlamentario; Jorge trazó una estrategia de acercamiento, de negociación y diálogo que luego abandonó.

-¿Se molestaba al verlo tomando mate con Mujica en la chacra?

-Yo no lo hubiera hecho, pero no me molestaba. No lo hubiera hecho porque no le veía utilidad: nunca vi que fuera útil para el país ni para el partido. Creo que a la larga se demostró que no dio resultado, pero lo respetaba porque es una decisión personal de él.

-¿Sabe a cuándo está el boleto urbano en Montevideo?

-Dieciséis pesos, creo… Hace mucho que no ando en ómnibus.

-Si estuviera a tres centímetros de Mujica, ¿qué le susurraría al oído?

-Que concrete más...

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